La legalización sigue verde

Por Mario Bellocchio. Con final preanunciado, se perdió la votación en favor de la despenalización del aborto

A fin de no utilizar conocidas metáforas bélicas sobre batallas y guerras y optando por una deportiva, podría decirse que se perdió el primer set.

La presión milenaria y retrógrada –para no abandonar la costumbre– de la Iglesia, a pesar de la presencia vaticana de Francisco, pero que en ésto no cede un tranco de pollo, fue difícil de remontar en un interior dominado por el “culto”, que metió insostenible presión a sus senadores a punto tal que ya se sabían los números de la votación 24 horas antes de producirse.

De nada valió la monumental concentración y la persistencia de sus asistentes ante un clima realmente hostil –lluvia y frío– que no hizo mella en las convicciones de sus concurrentes y tampoco –digámoslo– en las de los senadores que no cedieron ante los duros discursos ni a la evidencia de la abrumadora mayoría popular de las adyacencias.

Cierto es que este período de sesiones ya no aceptará la continuidad de tratamiento del tema, pero se ve venir un plebiscito –vinculante o no– que refleje lo que claramente se vio en la calle: este es un problema de salud pública en el que el credo no tiene autoridad para imponer su moral medieval, punto superado en ese promocionado primer mundo.

En España el diario El País titula “El Senado dice ‘no’ al aborto y deja al país con una ley de 1921”. La decisión de la Cámara Alta “impide que las mujeres puedan decidir cómo y cuándo ser madres” redondea el periódico español.

Mientras tanto El País también señala que “La Argentina del siglo XXI e integrada al mundo que pregona Mauricio Macri seguirá con una deuda histórica con las mujeres: el aborto legal. La ley vigente data de 1921 y sólo permite el aborto en caso de violación o riesgo de vida para la madre, dos supuestos que suponían un avance hace 97 años pero que hoy no responden a las nuevas demandas sociales. El presidente argentino habilitó por primera vez el debate parlamentario sobre la interrupción voluntaria del embarazo, pero Cambiemos, la coalición que encabeza fue la que más votos aportó en contra para rechazar la iniciativa”.

“La derrota del aborto en Argentina muestra el poder duradero de la iglesia católica”, señala The Guardian en el Reino Unido y comenta que la derrota parlamentaria de este derecho “será celebrada por la iglesia, y en particular por el Papa Francisco”. “El fracaso de la ley para legalizar el aborto en las primeras 14 semanas de embarazo es un golpe para la mayoría de los argentinos, que respaldaron la reforma”, finaliza señalando el diario británico.

“Este voto es una pena. Los senadores no entendieron nada”. decía Alejandra Flechner y Le Monde en Francia eligió la calificación de la actriz.

Y agrega “el Senado argentino se perdió el encuentro con la historia. Esta vez, la presión de la calle no fue suficiente. A pesar de la multitud (2 millones de personas, según los organizadores) desafiando la lluvia y el frío en Buenos Aires. A pesar, también, de la presión internacional, sólo 31 senadores votaron a favor de la legalización del aborto en las primeras horas del jueves 9 de agosto y 38 votaron en contra”.

Por su parte, The New York Times señala “los defensores del proyecto de ley –que hubieran permitido abortos durante las primeras 14 semanas de embarazo– esperaban que Argentina comenzara un cambio radical en los derechos reproductivos, en una región mayormente católica donde el 97 por ciento de las mujeres viven en países que prohíben el aborto o solo lo permiten raras instancias”.

Seguramente el presidente Macri no saldrá esta vez a batir el parche de acuerdo con las ponencias del “primer mundo” del que estuvimos “desconectados” durante doce años.

Por lo menos es lo que denota desde su invalidez –cerebral– la vicepresidenta quien no se privó de manifestar al cabo de la votación “¡Vamos todavía, vamos!”, expresiones más adecuadas para una final de…, tenis, por ejemplo.

Pero faltan unos cuantos sets para entregar este trofeo, si usted desde su manifiesta oligofrenia quiere tomarlo como un torneo deportivo y no como lo que realmente es: una lavada de manos del Gobierno –del que usted forma parte– sobre sus obligaciones a cumplir con la Salud Pública, entre los demás importantes compromisos que tiene con la sociedad.

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