¿Veinte años no es nada?

El gardeliano aniversario de la inauguración del museo creado (2003) para recordar su vieja casa, que Larreta destruyó (2016). Ameztoy / Bellocchio*

Hace ya veinte años que el entonces Gobierno de la Ciudad a cargo de Aníbal Ibarra, por intermedio de su Dirección de Museos, inauguraba el Museo Casa Carlos Gardel, en el local que fuera su vivienda –y la de su  madre hasta sus últimos días– sito en Jean Jaures  735 del barrio que lo vio crecer, el Abasto.

A Gardel le costó cincuenta mil pesos allá por 1927. Eran los primeros ingresos “importantes” a los que tenía acceso y quiso asegurar el hogar a su madre.

Jean Jaurés 735 comenzaba su historia como “la casa de Gardel”, donde “el Morocho” pasaría sus últimos años –cuando recalaba en Buenos Aires– y albergaría a doña Berta hasta su muerte.

De ahí en más la historia rondaría por el representante de Gardel y heredero  testamentario de la madre –Armando Defino– y los emprendimientos habitacionales y comerciales de la propiedad que, en su mayoría, atentaron contra su originalidad edilicia con escaso o nulo respeto por la preservación histórica del lugar. Hasta que, con la donación de Eduardo Eurnekian de la propiedad al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su Dirección General de Museos se hizo cargo de ella para transformarla en el “Museo Casa Carlos Gardel”. El 4 de marzo de 2003, hace ya veinte años, se produjo la inauguración de la sede, ocasión en la que pudo observarse una adecuada restauración arquitectónica  que le otorgaba el aspecto que tuvo cuando alojaba al hogar de Gardel y su madre.

El Museo propiamente dicho, recreaba –reconstrucción museográfica mediante– los ámbitos donde transcurrió la vida cotidiana de Gardel: la sala donde ensayaba, el dormitorio, el escritorio y las demás dependencias, a la vez que daba lugar, en su salón de exposiciones, a muestras del patrimonio gardeliano –instrumentos, partituras, fotografías, discos, indumentaria y objetos personales–. Por entonces, la Dirección General de Museos organizaba visitas guiadas programadas con anterioridad para todos los interesados en conocer la casa que cobijó los últimos años de quien, además de ser la máxima expresión de nuestros mitos populares, se ha trasladado por mérito propio a la consideración internacional.

De cuando la casa se hizo museo (2003)

El martes 4 de marzo de 2003 quedaba inaugurado oficialmente el Museo Casa Carlos Gardel.

Decía entonces el cronista de La Nación: “Por supuesto que se esperaba una gran repercusión, pero la enorme cantidad de público presente en Jean Jaurés 735 superó todas las expectativas. Vecinos, artistas, asociaciones gardelianas provenientes de lugares recónditos, funcionarios, diplomáticos y gran cantidad de medios se apretujaron para ingresar en la casa, con el afán de apreciar las obras de restauración, pero mucho más para atrapar algunos de los recuerdos de la vida de Gardel junto a su madre, Berta. La calle era, a su vez, pura fiesta, con un escenario montado, y el público expectante por la música que, más tarde, los haría vibrar al ritmo del 2×4″.

La palabra de los funcionarios reflejaba, a su vez, el origen y la concreción de la casa-museo:

(…) “Se reconstruyeron las paredes que fueron demolidas cuando allí se instaló el local nocturno ‘La Casa de Carlos Gardel’, para restituirle el carácter de vivienda con su patio característico, respetando aquellos ambientes secundarios que hemos comentado y no han sido notoriamente alterados. La fachada debió restaurarse completando y restituyendo aquellos detalles ornamentales que han sido desfigurados, como es el caso de las pilastras, tronchadas en su tercio inferior”. (Fragmento de “La casa de Gardel” por el arquitecto José María Peña, 2003)

La recreación del patio de la vieja casa chorizo tal como era cuando la habitó Gardel

El director de Aeropuertos Argentina 2000, Guillermo Francos, transmitía la alegría del titular de la empresa, Eduardo Eurnekian, quien había donado $ 500.000 para la compra y las obras de restauración de la propiedad: “Todo surgió de una charla con el jefe de gobierno, Aníbal Ibarra” –manifestaba. (2003).

“Se hizo justicia con el Abasto, una zona llena de tango; con la ciudad, que recupera su patrimonio y tendrá un nuevo museo” (Jorge Telerman, secretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad, 2003).

 (…) “Tal como estaba previsto en el proyecto, se restauraron y reacondicionaron materiales originales, como algunas carpinterías, herrajes, solados, revestimientos y mesadas”. “Para esto se recurrió a la ayuda de aportes fotográficos, fílmicos, relatos y restos de material que se hallaban en la casa”. (Arq. Martín Luis Italiano, Jefe de Obra en la restauración de la casa de Jean Jaurés 735.2003).

“Quienes visiten el lugar encontrarán allí un ámbito que contiene parte de lo que fuera la vivienda original de la familia Gardés y la reconstrucción de aquello que el tiempo y el abandono habían destruido. Recuperamos así un espacio cargado de memoria”. (Mónica Guariglio, directora general de Museos de la CABA, 2003).

Cierre y denuncia

Un día de noviembre de 2016, sin que mediara explicación alguna ni cartel de obra que lo justificase, el Museo fue cerrado. El sórdido proyecto de “patrimonicidio” se ponía en marcha tras las puertas cerradas de Jean Jaurés 735.

La versión minimalista de Larreta con pérdida de todos los detalles reconstruidos

El vecindario que ya atesoraba al Museo y su entorno, inquieto por el misterioso cierre, llevó a cabo una protesta en la puerta de Jean Jaurés el 16 de febrero de 2017 para pedir la reapertura del lugar, ya que consideraban que había pasado demasiado tiempo desde el inicio de obras en noviembre. Desde el Ministerio de Cultura, encabezado por Ángel Mahler de inmediato les respondieron “que los trabajos estaban encaminados”.

La inquietud tomó forma de proyecto de ley a manos del legislador porteño Adrián Camps (PSA), quien el 11 de mayo, haciéndose eco de distintas movilizaciones hechas por los vecinos del Abasto, presentó el Expediente 1428-D-2017 para que el Poder Ejecutivo brindara datos sobre las reformas.

Los fundamentos del proyecto afirman: “Entre las obras que, según los vecinos, se estarían haciendo, se incluye una reforma de la cocina, en la cual se le habría sacado la antigua pileta de lavar; un cambio en los pisos del patio; y la pintura del frente de la casa. Además, indicaron que estaría proyectado construir una cafetería y retirar la histórica puerta cancel”.

El legislador, señalando que “en la puerta del museo no existe cartel alguno que indique la realización de las obras”, generó una denuncia ante la Agencia Gubernamental de Control, bajo el número 00269934/17”.

La nueva “propuesta curatorial”

Finalmente, luego de tantos avatares, tras ocho meses de reformas, reabrió el Museo Casa Carlos Gardel. Según informó el Ministerio de Cultura de la Ciudad, se invirtieron unos 3 millones de pesos (2017).

El espanto sobrevino cuando pudo apreciarse la llamada “puesta en valor” de la casa, términos precisos que entienden que se trata de “una operación cultural sobre el bien destinada a la doble estrategia de conservación e interpretación”. Pero parece ser que el Gobierno de la Ciudad tiene su propio diccionario. En esos ocho meses de desvarío posteriores al infame e innecesario negocio de destrucción, lisa y llana, de patrimonio histórico, había desaparecido la casa, aquella casa…

“Se buscó que haya una actualización tecnológica”, señalaba Guillermo Alonso, director de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la ciudad de Buenos Aires (2016), en el acto de reapertura,  tratando de justificar las dicroicas, la chatura conceptual y la nula interpretación de la conservación patrimonial.

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, señalaba a su vez sin sonrojarse: “Haber recuperado este espacio para la Ciudad es una maravilla, con lo que representa Gardel para los porteños. Además en esta zona, donde hay muchos lugares de tango, se ha hecho la peatonal también. Así que es muy lindo haber podido recuperar este lugar”.(2016) ¿Recuperar? ¿De quién? ¿De qué?

El piletón del patio: desaparecido
El rincón de las baldosas calcáreas originales: desaparecido
La cocina original con su irrescatable tesoro de techo con mayólicas: desaparecido

El Facebook del Museo: https://www.facebook.com/carlitosrgardel/ comenzó a atiborrarse de críticas y quejas sobre esta descabellada reforma. En una de ellas Sebastián Linardi puntualiza con precisión el despropósito:

“Parte del encanto era, justamente, estar en una casa chorizo de esa época, mantenida lo más parecida a lo que había sido en ese entonces. Y donde Gardel había pasado sus días, junto a su madre. El Museo Carlos Gardel se convirtió en un ‘no lugar’. Un lugar insípido, que podría ser cualquier lugar, de cualquier parte del mundo. Una reforma arquitectónica que sólo aplica la estética minimalista hoy imperante. La foto de cómo quedó, podría ser la del hall de un edificio nuevo de Palermo, o la lavada de cara de otro más viejo, el rincón de una nueva estación de subte, algún recoveco de un shopping, una nueva galería de arte…

Quienes tuvimos la oportunidad de estar allí, nos quedamos helados. Porque el museo seguramente necesitaba mejoras. Pero no éstas.

Cuando alguien no entiende la sustancia de algo, pasan estas cosas. Esto se encuadra en la pérdida del patrimonio cultural de la ciudad, no en su rescate. Un absurdo, tratándose de un museo”.
 

(*) María Virginia Ameztoy / Mario Bellocchio

Véase el video sobre el tema en:

https://youtu.be/0xLDMNoDbdA

 

 

 

 

 

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