Las centrales sindicales de Brasil se rehusan a reunirse con el “presidente del golpe”

“Puedo hasta ser impopular, siempre que produzca beneficios para el país” anunció el presidente interino del Brasil, Michel Temer, en entrevista con el canal O Globo.

De ese modo busca explicar las medidas evidentemente impopulares –y antipopulares– con las que busca iniciar su gobierno luego del ‘impeachment’ que suspendió del cargo a Dilma Rousseff.

El problema es que, para llevar adelante medidas como privatizaciones –y eventuales despidos masivos– y la reforma previsional de neto corte neoliberal que tiene en mente, Temer necesita el apoyo de los gremios.

Para ello invitó al Palacio del Planalto a los principales referentes sindicales del país: Fuerza Sindical, la Unión General de los Trabajadores (UGT), la Nueva Central, la Central de los Sindicatos Brasileños (CSB), la Central Única de los Trabajadores (CUT) y la Central de los Trabajadores de Brasil (CTB).

El desplante fue concreto: ni la conservador Fuerza Sindical ni la más grande central del país, la CUT, aceptaron el convite, rechazando así convalidar políticamente al mandatario interino y sus iniciativas antipopulares.

De hecho, la gigantesca CUT –cercana al Partido de los Trabajadores (PT)– despreció la invitación oficial al afirmar que no reconoce “a golpistas como gobernantes”, en relación al proceso golpista motorizado por la derecha brasileña que llevó a la suspensión de Rousseff.

El panorama para el gobierno que encabeza Temer, quien ya debe enfrentar protestas cotidianas, es sumamente complicado; sobre todo si pretende ajustar y privatizar –al menor estilo macrista– con la oposición de las centrales sindicales del país.

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