Ritmo y juventud

RECUERDOS DE LA PRIMITIVA TELEVISIÓN. Época en que los tranvías se convirtieron en ómnibus que no eran leyes, sino transporte. Mario Bellocchio

Johny Tedesco, Raúl Lavié, Joly Land Y Palito Ortega

Hace 60 años, un 12 de marzo de 1964, se estrenaba en los cines de la calle Lavalle la película de “El club del clan” dirigida por Enrique Carreras –de recordadas panorámicas al cielo para evitar “eroticidades”– que, paradójicamente, marcaría el comienzo del perigeo de aquel cometa juvenil llamado “nueva ola” de máximo destello durante un par de años, a comienzos de la década de 1960.

Hay quienes adjudican a Ben Molar –el recordado Moisés Smolarchik Brenner, autor, compositor, productor musical, promotor artístico argentino y creador del Día Nacional del Tango– la paternidad de aquella juvenil “nueva ola”. Y él se encargaría de rubricar el aserto años más tarde en un reportaje de la revista “Panorama”.

“Voy a decir la verdad, lo que nunca dije. En 1960, cuando llega al país el productor Ricardo Mejía, ya con mi amigo, el periodista Bucchieri, vendía yo libros de canciones como el pan. El recién llegado se incorporó a RCA, le propuse grabar 12 éxitos mundiales que seleccioné especialmente y le sugerí, inclusive, el nombre de algunos muchachos que podían emular a Elvis Presley, o Paul Anka. El aceptó, yo hice la versión castellana de los hits y de ahí arranca todo”.

En febrero de 1961, la RCA Víctor, a través de su productor, el ecuatoriano Ricardo Mejía, comenzaba un programa en canal 7 llamado “Swing, Juventud y Fantasía”, donde Lalo Fransen aparecía con otros nuevaoleros como Jolly Land, Fernando Borges, Carlos Alberto, Nena y Terry Morán, Raúl Cobián y Los 4 de Lujo, entre otros…

Meses más tarde, el 21 de julio de 1961, se incorporaba a la tríada de canales porteños el Canal 11. La incorporación que soportaba la pesada carga del plazo de vencimiento de su licencia como agregado a sus carencias de equipamiento, pasó por avatares iniciales vinculados a la mojigatería en medio de una competencia que ya se anunciaba descarnada.

Cuenta Jorge Nielsen en el volumen 2 –1961-1970– de su “La Magia de la Televisión Argentina” que: “Improvisación, condicionamiento temático impuesto por los jesuitas (contaba Aldo Cammarota que le tachaban siete de cada veinte páginas de sus libretos, (…), ínfima producción nacional, equipamiento no muy moderno y escaso (arrancaron con 5 cámaras contra 12 de su colega de Constitución). Un comienzo francamente poco auspicioso. Y como si todo esto fuera poco, se la tomaron contra el calipso. En una emisión de ‘Show de shows’ directivos del canal impidieron presentarse al ballet de Héctor Estévez: ‘Se bailaban muchos calipsos y se exhibían demasiadas piernas’, fue el “descalificador” argumento. El 8 de abril del año siguiente (1962) con la denominación popular “Teleonce” lanzaran “la real salida al aire”, con Darío Castel como director artístico”.

Ignoro si pesó Darío Castel en la decisión de Mejía de establecer en Teleonce el trampolín nuevaolero llamado “Ritmo y Juventud en la cantina de la guardia nueva”, lugar donde Dino Ramos (1) comenzó a conducir a un nutrido grupo de jovencitos que pronto se transformarían en suceso, algunos de ellos con nombres desconocidos en su posterior consagración.

 

El autor como camarógrafo de Ritmo y Juventud

Un morocho flaco y movedizo dejó de ser “Nery Nelson” y se incorporó al programa como “el muchacho triste” del grupo, Palito Ortega. A pesar de esto, se convirtió en figura indiscutida y perdurable con temas para nada melancólicos como “Camelia”, “Despeinada” y “Media novia”. Siguieron, con el tiempo, éxitos a los que habría que inventar una nueva forma de medición dada su difusión y otros que dieron fama consagratoria a otros artistas como “Las olas y el viento”. ¿Qué habría sido de Donald y su “sucundún” sin esta celebérrima composición de Palito?

Una lista acotada en la mayoría de las cuales contó con la colaboración de Dino Ramos: “Andá y tirate al río”, “Corazón contento”, “La chevecha”, “La felicidad”, “¿Qué vas a hacer esta noche?”, “Sabor a nada”, “Se parece a mi mamá”, “Tengo el corazón contento”, “Un muchacho como yo”, “Vestida de novia”, “Yo tengo fe”, sobresalen de su producción de canciones más de 40 álbumes discográficos. Y resultaría ser el miembro supérstite de esta generación de nuevaoleros con sus interpretaciones y direcciones de films, su vida política –llegó a ser gobernador de Tucumán– y productor de la llegada de Frank Sinatra a nuestro país.

Rodolfo Enrique Cabral Camiñas, dejó de ser aquel Indio Gasparino que debutó en la cantina golpeando el piso con sus puños al vociferar ¡mala, mala, mala, siempre fuiste mala!  Y se transformó en el enorme Facundo Cabral de “No soy de aquí, ni soy de allá” o “Vuele bajo” por nombrar un par de sus más conocidos éxitos. Facundo sentaría fama internacional con su filosófica prédica y tendría trágico fin en un confuso episodio en Guatemala en julio de 2011.

La Boca y las cantinas en los 60’s

La acción de los chicos y chicas del conjunto se desarrollaba en un establecimiento culinario escenográfico que cobró auténtica vida en “Il piccolo navío”, una cantina de los años de celebridad de esos boliches en la calle Necochea esquina Suárez, de La Boca. Allí el equipo técnico –tan pendex como los “artistas”– se juntaba con los chicos de Ritmo y Juventud en épicas morfadas seguidas de show.  (los exteriores eran una inversión irremontable y las mini cámaras sólo las conocía Dick Tracy, así que…).

De aquel inefable primer grupo recuerdo particularmente a:

El Club del Clan, ya en el 13

Johny Tedesco: un rubio de mechón desmañado muy movedizo que enloquecía a la platea femenina con sus pulóveres llamativos, frecuentemente tejidos por las mismas chicas y entregados en prenda de afecto. Había tomado el repertorio de Elvis Presley y lo interpretaba dignamente sin llegar a sus estelares alturas, claro está.

Lalo Fransen: asumiendo el papel asignado por Mejía de playboy del grupo, cantaba canciones de amor. Empilchaba clásico, solía lucir sacos azules o negros cruzados con escudo bordado en su bolsillo y –como se usaba– corbata de lana tejida. Su imagen era la de un muchacho de clase alta.

Raúl Lavié: una especie de hermano mayor –unos pocos años– venía de cantar tangos con la orquesta de Héctor Varela. Acá dejó de hacerlo y se dedicó a los temas melódicos.

Jolly Land: ya no se la veía una mocosa, rubia, extrovertida, conquistó a Ricardo Mejía, con quien se casó y tuvo dos hijos. Cantaba lindo y era bonita, no necesitaba de la banca de su marido, pero la tenía.

Nicky Jones: con toda la facha de haberse dedicado a esto porque no le daba el físico para cantar el Haka con los All Blacks, se vestía con camisas hawaianas y guirnaldas de flores en el cuello. Sus canciones eran humorísticas.

Marty Cosens

Marty Cosens: Rubén Mario Cosentino, algo más grandecito que los pibes –4 o 5 años– cantaba composiciones melódicas.

Había un representante tanguero que de vez en cuando despuntaba el vicio del 2 x 4: Raúl Cobián (“Tanguito”); recuerdo también a Rocky Pontoni, a Galo Cárdenas, a Cachita Galán y, particularmente a Dolores de Cicco que me tenía “de la nariz” con su carita y su lomo (no recuerdo cómo ni qué cantaba).

Y particularmente tengo presente a un par de buenos cantantes rezagados por el ignorante –quizá malintencionado– calificativo de “yetas” (¡mufas, bah!)

Elio Roca –al que la maledicencia renombró Elio Piedra para evitar sus efluvios– y la otra víctima una lánguida y buena intérprete a la que también le colgaron el collar de melones de la mufa: Tormenta. Ninguno de los dos logró sobrevivir en su profesión de acuerdo con sus verdaderos méritos canoros gracias a la ignorante insidia que llevaba a sus cultores agarrarse los testículos o tocarse una teta –según sexo– para contrarrestar la “mufa”. Nunca le perdonaré a Julio Jorge Nelson haber contribuido a la crucifixión de Carlos Di Sarli, nada menos, catalogándolo de mufa. Buen tipo “la viuda”, pero tenía esas boludeces de tanguero ignorante.

Claro que a la canaleta le faltaba aun lo que hoy se llama pantalla caliente para llegar a un número decente de audiencia. El 9, el 13 y hasta el 7 nos pasaban por encima. Ricardo Mejía cayó fácilmente en las mieles de seducción de Goar Mestre así que, en noviembre de 1962, a pocos meses de haber aparecido en Teleonce su predecesor “Ritmo y juventud…” debutaba en canal 13 el luego hiper famoso “Club del Clan”.

El suceso fue inmediato. Los sábados, antes de ir a bailar, era común que los chicos y las chicas se citaran frente a un televisor para imitar las coreografías y cantar junto a sus nuevos ídolos. El acertado cambio de día –en Teleonce iba los domingos–, el mayor despliegue técnico y algunas incorporaciones como Chico Novarro y Violeta Rivas le dieron el gran espaldarazo. En 1963, al año siguiente, el programa se convirtió en el segundo en audiencia, sólo superado por “Viendo a Biondi”, acumulando 55.3 puntos de rating.

En 1964, Romay en canal 9 les ofreció a los principales integrantes pagarles diez veces más que en el Club del Clan. Y Palito Ortega, Chico Novarro y Violeta Rivas, entre otros, se pasaron a “Sábados continuados”, conducido por Antonio Carrizo.

Ese mismo año el programa se mudó a canal 7 como “Ídolos de la juventud”. Años más tarde, en 1968, también con Carrizo como presentador, los ex Club del Clan participaron de “Bienvenido sábado”.

Mientras tanto, Ricardo Mejía continuaba en el 13 con nuevos cantantes. Fernando de Soria, Gino Renni, Anita Martínez y Rolo Puente que habían sido incorporados para suplir las partidas sin lograr equivalencia.

En la canaleta –Teleonce–, la ocasional aparición de “Ritmo y juventud…” resultó un despertador de futuras inquietudes que terminaron por afianzar su continuidad.

El efímero estrellato se diluyó como la luz de los flashes, muy intensa pero breve. Era el turno de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr.

Dino Ramos y Palito

Algunos “nuevaoleros” con otras dotes no tan frágiles a la moda ocasional, sobrevivirían a la tormenta “beatlemaníaca”, otros, los más, se disolverían en el otoño de los almanaques.

  1. Francisco Dino López Ramos, nacido en Córdoba el 12 de febrero de 1929. Uno de los más exitosos compositores argentinos. Se inició como cantante y animador con Carlinhos y su Bandita. Allí conoció a Palito Ortega, con quien compuso la mayor parte de los grandes hits del cantante tucumano. Murió el 29 de marzo de 1984.

 

FUENTES DE DATOS: En tiempos en que Google lo sabe todo hay que cuidarse de fuentes que, por ejemplo, informan que “El Club del Clan” comenzó en canal 9, para lo que el propio testimonio de autor, es esencial. Pocas publicaciones aportan datos corroborables de manera que, aparte de la propia memoria, acudí a https://es.wikipedia.org/wiki/ y la citada obra de Jorge Nielsen para certificar fechas y precisiones ortográficas.

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