¡Levántate y piensa!

Julio Anguita* y el verdadero significado de “libertad”. De una conferencia que dio, junto a José Saramago, en 1999

Para Anguita, hablar de libertad implica considerar un concepto amplio y profundo. La libertad, en su visión, es tener una “conciencia libre”, lo cual no es lo mismo que simplemente tener “libertad de conciencia”. Anguita enfatiza que para ser verdaderamente libres, las personas deben estar bien informadas, educadas, y tener cubiertas sus necesidades más básicas como alimentación, techo y vestimenta. Solo cuando estas necesidades fundamentales están satisfechas, una persona puede comenzar a pensar y actuar como un ser verdaderamente libre.

Anguita argumenta que si una persona tiene que luchar constantemente por empleo y sustento, su capacidad para actuar libremente está seriamente comprometida. Según el histórico político de Izquierda Unida, no se puede considerar a una persona verdaderamente libre si sus decisiones y acciones están motivadas por la necesidad de supervivencia y no por una elección genuina.

Hablar de libertad es algo muy grande porque libertad es asumir que se tiene la “conciencia libre” que no es lo mismo que “libertad de conciencia”.

La conciencia libre significa que yo puedo decidir si tengo todos los elementos para formular mi decisión, estoy bien informado, estoy bien formado, me alimento todos los días, tengo un techo donde guarecer, tengo una ropa que ponerme y una vez que tengo mis necesidades más elementales satisfechas yo puedo empezar a pensar para ser un hombre libre. Porque si yo tengo que buscar el trabajo trampeando como sea, poniéndome en la cola del paro, vendiéndome por cuatro perras porque tengo que comer, los míos y yo,  yo no soy un hombre libre. Aunque mañana me permitan que vaya a votar en las urnas, yo voy movido por mi hambre, por mi necesidad de tener que venderme en cada momento para el trabajo.

Uno de los “éxitos”, entre comillas, del sistema [norte] americano es conseguir que el  pobre, que el miserable, se sienta culpable de su situación: ¡tú eres culpable de tu situación no has sido capaz de triunfar! Esa es la filosofía de la sociedad [norte] americana y si no has triunfado es porque tú eres el responsable, esta sociedad da oportunidades a todo el mundo, si tú no has podido hacerlo así, tú eres el culpable.

Y entonces el oprimido, el pobrecito, el esclavo, se echa en la responsabilidad de su situación. Es perfecto el dominio del poder, un dominio del poder que ya no se basa en la fuerza, en la coacción, en la utilización de la guardia civil o del ejército, se basa en un dominio mucho más terrible, más duro, el dominio de la mente, ese opio que cae desde los aparatos de televisión, ese opio que cae desde la sentencia de los tribunales, desde los discursos políticos, que va empapando la mentalidad de la gente y va diciendo calla, calla, calla, porque si no callas, puedes ser peor.

Y ese cáncer va avanzando degradando corrompiendo y aniquilando las fuerzas para combatir. Y ése es un camino sin duda dulce, es la muerte lenta, como se consume un brasero y se muere uno con la sonrisa en los labios…, ¡pero muere!

Y el otro camino es lo que ha dicho Manolo: ¡rebeldía! pero La Rebeldía no es un gesto altisonante, no es un grito, no es un insulto, no es una pedrada, no es una mala contestación, es mucho más profunda. La Rebeldía es un grito de la inteligencia y de la voluntad que dice: –y lo voy a decir en ‘román paladino’**– ¡No me da la gana de decirle que sí a esta actual situación! ¿Por qué? ¡Porque no quiero y me niego a decirle que sí porque entiendo que puede haber otra situación y por tanto yo no asumo esta podredumbre y no participo de ella y lucho contra ella! Y esta actitud es una actitud intelectual, y cuando digo intelectual no quiero hablar de universitario, sino de la mente de cualquier ser humano, es un posicionamiento que nace de la mente y del corazón, del fuego del querer cambiar. ¡Ésta es la Rebeldía fundamental! los otros son voces, son chillidos, son insultos, son graznidos, ¡Dale caña, Circo Romano! ¡No, no! La Rebeldía no es ni más ni menos que el  posicionamiento con otros valores y la decisión de hacerle frente.

Una de las cosas que figura en el Evangelio cuando le preguntan a Jesús de Galilea tú que has venido aquí a traer la paz dice: ‘¿Yo?, ¡No! ¡He venido a traer la guerra’..! y ¿qué quería decir? He venido a concienciar, a perturbar. Nosotros no queremos gente tranquila, drogada. Queremos gente que inquieta. Venimos a perturbar, a agitar cerebros, a mover conciencias. Existimos en la medida que movilicemos el pensamiento.

“¡Levántate y piensa!” es lo más Revolucionario que he visto en mi vida porque La Rebeldía empieza aquí en la cabeza que dice: ¡no me da la gana, no quiero asumir estos valores!

 

(*) Julio Anguita González (Fuengirola, Málaga, 21 de noviembre de 1941-Córdoba, 16 de mayo de 2020)? fue un maestro y político español. A lo largo de su carrera política ostentó distintos puestos: fue alcalde de Córdoba entre 1979 y 1986 (época en la que los medios de comunicación le dieron el apodo de «el Califa Rojo»? o «el Califa»), secretario general del Partido Comunista de España (PCE) y coordinador general de Izquierda Unida (IU).

(**) Cuando usamos la expresión «en román paladino», nos referimos a que algo está dicho de forma clara, simple, concisa, sin adornos o complicaciones.

 

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