La tipográfica

Por Mario Bellocchio |

En San Cristóbal, sobre la avenida San Juan, frente al Centro Cultural Julián Centeya y a metros de la frontera con Boedo, se sitúa la más que centenaria Sociedad Tipográfica Bonaerense, entidad mutual de vieja prosapia cuya fecha fundacional se remonta al 25 de mayo de 1857.

En el edificio de San Juan 3244 tiene su sede desde comienzos del siglo XX, 1904 para ser más precisos.

Ahora la Legislatura porteña acaba de distinguir al local, en su sesión del jueves 7 de julio, como  sitio de Interés Cultural. La aprobación se realizó sobre un despacho de la Comisión de Cultura a partir de un expediente iniciado por el diputado Carlos Tomada (FpV).

 En la declaración fundacional de esta histórica institución figuraban principios tales como “propender al adelanto del arte tipográfico”, “prestar socorro a los miembros que se enfermasen o imposibilitasen para el trabajo” o “conseguir que los operarios sean siempre bien remunerados, en proporción de sus aptitudes y conocimientos, de modo que les garante (sic) su existencia”.

De esta organización surgió la “Unión Tipográfica” que en 1878 realizó la primera huelga de la historia nacional. Y la Federación Gráfica Bonaerense –que data de 1907– en la actualidad la entidad gremial que nuclea a los trabajadores gráficos.

Cuenta Felipe Pigna en su relato sobre las grandes huelgas que en 1878 se produjo la primera huelga declarada por un gremio argentino. Los tipógrafos estaban organizados desde 1857 en la Sociedad Tipográfica Bonaerense –sociedad que tenía un carácter más mutualista que sindical– cuyos integrantes decidieron fundar, a fines de 1877, la Unión Tipográfica Bonaerense que sería la que llevaría adelante, entre septiembre y octubre de 1878, esta primera medida de fuerza del movimiento obrero organizado.

El origen del conflicto fue la decisión de una imprenta de rebajar los salarios de su personal. La iniciativa fue seguida por otras empresas y los operarios reaccionaron convocando a una asamblea de más de mil trabajadores que se pronunciaron por la huelga. De aquella actitud, una personalidad de la época como Dalmacio Vélez Sarsfield, el autor del Código Civil, escribió para el diario El Nacional: “El socialismo usa las huelgas como instrumento de perturbación, pero el socialismo no es una necesidad en América. No se pueden admitir las huelgas porque eso significaría subvertir las reglas del trabajo”.

Mientras duró el conflicto los diarios menos importantes dejaron de publicarse y los más grandes, como La Prensa y El Nacional, intentaron contratar tipógrafos en el Uruguay, pero se encontraron con la firme solidaridad de los trabajadores agremiados de Montevideo que se negaron, pese a los elevados sueldos ofrecidos, a reemplazar a sus compañeros argentinos.

La huelga fue ganada por los obreros y las patronales se vieron forzadas a aceptar volver a los sueldos originales y reducir la jornada laboral a 10 horas en invierno y 12 en verano. (1)

Hoy la Sociedad Tipográfica Bonaerense es una mutual registrada ante el INAES. “Su sede es parte del Catálogo de Inmuebles Patrimoniales de la Ciudad de Buenos Aires y posee una biblioteca de gran valor histórico pues fue creada en 1863 y es la primera biblioteca obrera del país. Cuenta con aproximadamente 5.000 volúmenes, muchos de los cuales son de finales del siglo XIX y principios del XX, entre ellos enciclopedias de los más diversos temas no sólo en castellano, sino también en italiano y en francés; libros en inglés y alemán; colecciones sobre derecho, arquitectura y medicina; y una colección de la revista “Gutenberg” que de manera bimestral editó la Sociedad desde el año 1901. También se pueden encontrar otras publicaciones relacionadas con el oficio y con la historia gremial y política de los trabajadores gráficos”.(2)

 

  1. fuente: www.elhistoriador.com.ar

2. Dir. Gral. de Prensa y Difusión. Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires

 

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