Una homilía analítica

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Impávido, Milei soportó las observaciones de Mons. Cuerva. Por Mario Bellocchio

Impávido, sin pestañear siquiera, sin su banda presidencial –como amerita la ceremonia, ni siquiera una escarapela en su solapa–, a pesar de las evidentes alusiones a su comportamiento en el cargo, el presidente Milei soportó a pie firme junto a su comitiva, las agudas observaciones que emitiera el arzobispo de Buenos Aires en su homilía pronunciada durante el Te Deum patrio del 25 de mayo de 2025.

Dijo Mons. Jorge García Cuerva

“Una vez más, bienvenidos todos a esta Iglesia Catedral de Buenos Aires que quiere siempre ser la casa de todos…

El mensaje que compartiré quiere ser un aporte a la luz de la palabra de Dios para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la patria, más allá de saber que luego algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación…

El jefe de la sinagoga Jairo le ruega a Jesús con insistencia por la salud de su hija y Jesús lo escucha se conmueve y se moviliza, no se queda impávido frente a tanto dolor, el dolor de un padre que ve que su hija se está muriendo. Él quiere que su hija se cure y viva.

Nosotros también venimos a pedirle a Dios que nuestra Argentina se cure y viva. Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto. Y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una patria de hermanos.

En el camino a la casa de Jairo aparece una mujer que padecía hemorragias hace años. El  Evangelio dice que había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado. Cuántas promesas incumplidas, cuántas veces se habrá sentido engañada y estafada, habrá experimentado bronca, apatía, desazón. Nosotros también, años de promesas incumplidas y estafas electorales que nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar porque pensamos: “otra vez lo mismo”, “nada va a cambiar”. Sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces.

Esa mujer padecía hemorragias, se estaba desangrando. Nuestro país también se desangra. Tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión, tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo, tantas personas que están en situación de calle, las familias que sufrieron las inundaciones, las personas con discapacidad tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en la droga o en las garras del juego y los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación, herida ésta que sigue abierta y sangra hace años pero que como sociedad tenemos que curarla pronto. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy ¿Cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por  jubilaciones dignas?

Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo y los que han vivido de privilegios que los alejaron de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado, alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor ni sus frustraciones pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante y ante tanto dolor a veces como aquellas personas de la casa del jefe de la sinagoga bajamos los brazos y decimos como ellos, ya murió ya no hay nada que hacer, transformándonos en agoreros de malas noticias, en profetas de calamidades, incluso escuchando todo el tiempo a los que nos envenenan el alma remarcando siempre lo que está mal, lo que falta. El Evangelio detalla que Jesús no tiene en cuenta esas palabras sino, al contrario, anima en la esperanza. No temas dice, basta que creas, nos invita a seguir adelante, a  no desesperarnos, a confiar en él, en nuestras capacidades como pueblo y en nuestras raíces haciendo memoria agradecida por tantos que hicieron grande a la Argentina. Pero a pesar de que Jesús da la buena noticia de que la niña no está muerta sino que duerme, a pesar de que hoy también a nosotros nos dice que Argentina no está muerta sino que a veces estamos

adormecidos por la indiferencia y el individualismo hay quienes se burlan de Jesús son los hackers de aquella época los que difaman desprecian o critican destructivamente a una  persona a una entidad o a una obra, los que odian y justifican su desprecio, el terrorismo de las redes como decía el Papa Francisco. Hemos pasado todos los límites, la descalificación la agresión constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente. El Santo Padre León XIV decía a los representantes de los medios de comunicación hace unos días: “La paz comienza por cada uno de nosotros por el modo en que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás”. “Y en este sentido el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental, debemos decir no a la guerra de las palabras y de las imágenes”. Fin de la cita.

Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar  urgentemente el odio. Démonos otra oportunidad, no podemos construir una nación desde la guerra entre nosotros. Todo acto de violencia es condenable y quiebra el tejido social. Continúa el Evangelio diciendo que Jesús tomó de la mano a la niña postrada. Quizás es lo que nos falta como pueblo argentino tomarnos de la mano y tirar para adelante reconociendo que el que tengo a mi lado es un hermano no un enemigo o un ser despreciable a vencer. Tal vez y como decía el escritor Eli Bisel, premio Nobel de la Paz y sobreviviente de los campos nazis de exterminio, es imprescindible realizar una transfusión de la memoria porque la memoria no sólo nos permitirá que no se cometan los mismos errores del pasado sino que nos dará acceso a aquellos logros que ayudaran a nuestro pueblo a superar las encrucijadas históricas que fue encontrando. Por eso vuelvo a invitarlos a prestar atención a la escena del frontispicio de esta Catedral, esculpida en 1862, elegida con la intención de perpetuar a través del arte la reconciliación nacional, allí está representado el episodio bíblico del Antiguo Testamento del encuentro del patriarca Jacob con su hijo José. Buenos Aires venía a reconciliarse con la Confederación Argentina en fraterno pacto de unión rubricado en San José de Flores, en 1859, luego de enfrentarse por años y desangrarse en luchas fratricidas, los argentinos dijeron basta y se abrazaron. Hoy quisiera que volviéramos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos, el abrazo que negamos al que piensa distinto o al que tiene otras costumbres o modos de vivir, el abrazo que no compartimos con los que sufren, incluso y vuelvo a recordar los abrazos que no nos pudimos dar durante la pandemia, usemos las manos para acariciar el dolor y las heridas de tantos hermanos que la están pasando mal. Manos a la obra entonces, pero unidos, como pueblo, más allá de las legítimas diferencias.

Y luego dijo Jesús “Niña yo te lo ordeno levántate”. Argentina, levantate, ponete de pie, vos podés. Basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia, basta de vivir paralizados en el odio y el pasado, basta de estar con la esperanza por el suelo, es hora de ponerse de pie unidos, no a los empujones en un sálvese quien pueda, no a costa de los demás o dejando a muchos al costado del camino de la vida. Es con todos mirándonos a la cara, porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros concretos, historias reales que nos tienen que  conmover como hoy Jesús se conmovió ante tanto dolor.

Después dijo Jesús que le dieran de comer muchos hermanos que tienen hambre de pan, incluso revolviendo basura buscando qué comer, pero todos también tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios, porque nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación, el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad, estamos empachados de panes sin sabor fruto de la intolerancia y el pan agrietado por el odio y la descalificación. Tenemos hambre de solidaridad capaz de abrir nuestros encierros y nuestras soledades tenemos hambre de fraternidad para que la indiferencia el descrédito y la descalificación no llenen nuestras mesas y no tomen el primer puesto en nuestro hogar, tenemos hambre de esperanza capaz de despertar la ternura y sensibilizar el corazón abriendo caminos de transformación y conversión.

El recordado y querido Papa Francisco decía hace varios años: “el diálogo y todo lo que éste implica nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos desde el más pequeño al más grande tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada, esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas, al contrario, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social como aquella niña curada por Jesús, comencemos y comprometámonos a caminar juntos, a caminar dialogando, a caminar hermanados, a caminar con esperanza. Las nuevas generaciones y nuestros hijos se merecen que les dejemos un país curado, un país reconciliado, un país de pie y con horizontes. No los defraudemos.”

Nos ponemos de pie.

Una mañana como ésta la Primera Junta de Gobierno se acercaba a esta misma Catedral de Buenos Aires y encargaba el canto de un Te Deum en acción de gracias. Hoy siguiendo aquel gesto también recurrimos a esa misma oración para dar gracias a Dios fuente de toda razón y justicia.

 

Milei dejó con la mano extendida a Jorge Macri.                                                                                                                                                 

Le negó el saludo al Jefe de Gobierno porteño al ingresar a la Catedral en el Te Deum del 25 de mayo y se justificó en su cuenta de “X” (ex Twitter): @JMilei / 25 may./ ROMA NO PAGA TRAIDORES. Si se es bueno con los malos (ésto es con quienes traicionan, mienten, calumnian, injurian y ensucian por una mera ventajita) se termina siendo muy malo con los buenos. Fin. PD: saludos para chantalán Gutiérrez Rubí y otras basuras varias.

 

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