Sobre el Covid

Ya nadie habla de confinamiento pero sería bueno que no se desecharan loables precauciones por ambiciones de campaña. Mario Bellocchio

Cuando en las escuelas y otras entidades oficiales se retornó a la presencialidad y, más aún, se dejó de lado la obligatoriedad de uso del barbijo –con una actitud con más tufillo de campaña que de responsabilidad sanitaria–, se instaló la falsa creencia de la superación de la pandemia, con las nuevas variantes del virus en plena circulación.

El clima ayudó a mantener la ventilación adecuada y las reuniones a la intemperie aportaron lo suyo. Pero eso se acabó con el regreso de las bajas temperaturas y el mantenimiento de las reuniones en espacios cerrados –pero ya sin circulación de aire por el frío– como si se tratase de las ventiladas reuniones veraniegas.

Ahí aparecieron las variantes ya conocidas en el invierno del hemisferio norte como la Omicron BA.2 –el último reporte del consorcio Proyecto PAIS de vigilancia genómica de SarsCov2 indica que al 10 de mayo fue detectada en el 87% de los casos–, cuyo impacto es impredecible. Así como esta variante no causó casi problemas en algunos países, en otros generó olas mayores a la variante BA.1. «Por el momento parece que vamos a tener una ola parecida a la de Europa», señala la infectóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología Leda Guzzi.

«La cuarta ola es inevitable aquí y en otros países que nos precedieron, independientemente del nivel de vacunación de la población», afirma la infectóloga Guzzi, quien explica que «esto tiene que ver con que las vacunas modifican claramente el riesgo de hospitalización y muerte, pero no la transmisión». Con el virus aún circulando, «era difícil pensar que Argentina y el Cono Sur pudieran escapar a esta dinámica viral».

Igualmente, aquellos primeros estrictos encierros –producto del desconocimiento de la ciencia sobre su propagación y ante la inexistencia de vacunas de aquel tiempo–, sí puede considerarse una etapa realmente superada que no debería confundirse con la extinción de la plaga.

El panorama actual

Contando con más de cien millones de vacunas aplicadas y casi 38 millones de personas con el esquema inicial de dos dosis completo, nuestra realidad cotidiana es tangencialmente distinta de la de aquellos primeros riesgos, situación que lleva a descartar cualquier posibilidad de cuarentena estricta.

«La estrategia de la mayoría de los países del mundo –entre ellos la Argentina– es vacunar para que no haya hospitalizaciones y muertes, además de sostener los cuidados, pero no volver a los confinamientos», sostuvo Carla Vizzotti (Ministra de Salud de la Nación) dentro del marco del último Consejo Federal de Salud, y subrayó que el brote de contagios «nos encuentra en una situación totalmente distinta, ya que tenemos un panorama que nos permite seguir adelante en una nueva etapa de esta pandemia».

 Reforzar aquellas recomendaciones que se cumplían hasta no hace mucho tiempo es la clave. Para Guzzi, entre las medidas principales para mitigar el impacto de la nueva ola, «lo primero es la vacunación, completar los calendarios y recibir los refuerzos. En segundo lugar, el uso de barbijos de buena calidad en interiores. Y por último la ventilación constante y cruzada en los interiores». La infectóloga, además, subraya algunos conceptos:

«Las vacunas comienzan a generar anticuerpos entre los 10 y los 15 días posteriores a la aplicación, por lo que sería ideal que la ola ya nos encontrara con las dosis en nuestros brazos, lo antes posible, según la frecuencia indicada». «Tendríamos que estar retomando el uso del barbijo en interiores. Hubo un ida y vuelta y no ha habido planificación a largo plazo en el uso del barbijo, y para mí es un gran error. Hay que insistir en retomar los cuidados, reforzar la ventilación y aplicar las dosis de refuerzo a quienes corresponda».

En definitiva, así como la población aprendió a lavarse las manos y a lavar los alimentos durante la pandemia de cólera, y con el VIH a usar preservativos, y adoptó a largo plazo esos hábitos de prevención, hoy es posible aprender que el barbijo y la ventilación permiten prevenir una gran cantidad de infecciones, y que cuando hay aumento de la circulación viral es necesario retomar esos cuidados.
«A corto y mediano plazo es probable que los casos aumenten y generen tensión en el sistema de salud –concluye Guzzi–, pero no creo que la ola se vaya a acompañar de un número importante de internados y fallecidos, gracias al excelente nivel de vacunación».

 

Subregistro

Si bien siempre hubo un subregistro de casos, inevitable sobre todo en contagios leves o asintomáticos, con el cambio de criterio en los testeos el número es más incierto. Leda Guzzi sostiene que hay subregistro, «ya que se modificó la política de testeo, en Argentina y en la mayoría de los países del mundo, que se orientó a las personas que tienen mayor riesgo de enfermar gravemente» y reconoce que hay menos motivación para testearse, producto del cansancio en torno a la pandemia, «pero esto no hace que el problema desaparezca».
Hoy se testea ante síntomas leves a personas mayores de 50 con factores de riesgo y ante casos graves a todas las personas de todas las edades. «Se hace un séptimo de los testeos que se hacían hace dos o tres meses», «han cambiado los criterios de reporte: se testea, pero no termina en los reportes oficiales». «En el contexto de una nueva ola, sería bueno revisar la estrategia de testeo y ampliarla ya que el diagnóstico tiene importancia colectiva, pero también individual», sugiere Guzzi. 17 de mayo de 2022

 

Fuente de datos y entrevista:

Revista Acción, Nº 1338, 2ª quincena, mayo 2022

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