De cuando dirigí La Tuerca

Partió Guido Gorgati a los 103 años. Mario Bellocchio

Mi vida en la televisión tiene, como el calendario gregoriano, un antes y un después, sólo que en este caso es un AM y un PM al transformar en siglas el “antes del Mundial” y “después del Mundial” en obvia referencia al Mundial de Fútbol de 1978 que se desarrolló en nuestro país en plena dictadura y en el que participé como camarógrafo en los estadios de River Plate y Vélez Sarsfield.

El AM transcurrió en cámaras entre 1960 y 1978 sólo que los últimos años del período tuvieron la novedad de las prácticas del manejo del switcher –la botonera de comando de cámaras y el hardware (se diría en computación a los demás elementos electrónicos) operada desde los controles de estudio– un asunto bravo porque los ensayos eran haciendo noticieros en vivo, lugar en el que tenías que tener más brazos que la diosa Shiva para operar todos los “remotos” y el intercomunicador en tiempo y forma y del que salías “curtido” o muerto de un infarto. Era algo así como, en lo contemporáneo, hacer prácticas de back central marcándolo al “perrito” Barrios, una suerte de sadismo operativo dedicado a los principiantes.

El asunto es que a comienzos del 78 partí de la canaleta a préstamo hacia ATC para familiarizarme con las fabulosas Bosch Fernseh, las cámaras color que transmitieron el Mundial, y no regresé a casa hasta que Passarella levantó la Copa.

Al regreso con gloria –el comienzo de la era PM– ya era un proyecto de “dire”, curtido por las cámaras y los switcheres, cuyos dedos mochos aporreaban teclas mecánicas masoquistas sedientas de violencia para asegurar haber sido “ponchadas” –argentinismo creado en el primitivo Canal 7 proveniente de (to) punch (en inglés) (ponch, “dar un golpe”)– aporreo que hubo que moderar ante la digitalización de los equipos de suave pulsión táctil, moderación que cualquier mecanógrafo acostumbrado a la Lexicon 80 debió asumir con el arribo de los teclados de la compu y el mouse.

El “tano” Mussacchio, a cargo de la distribución de tareas de los “dires”, comenzó a usar el banco de suplentes en los programas donde la movida actoral era más elemental que en los teleteatros, como resultaban en aquellos primeros escarceos los programas de humor.

Allá por los 80’s cayó, para emitir una segunda temporada luego de la de Canal 13, “La Tuerca” uno de cuyos creadores y guionistas era el Toto Masselli, viejo amigo que en 1964 me había organizado una inolvidable despedida de soltero. Cuando se enteró de mis noveles actividades de “dire”, me pidió al comando superior y estuve casi un año haciendo el programa.

De mi vida profesional PM, vendrían luego Marrone, Moria, Adolfo Stray, las últimas temporadas de Titanes en el ring, Botica de Tango, el Tango del millón, Piluso y, entre otras intervenciones,  una sucesión de teleteatros y tiras diarias que culminaría, ya fuera de mi casa natal de Teleonce trabajando para Aries (Ayala-Olivera) en la dirección de estudios de “Nueve Lunas”, la recordada miniserie de 84 capítulos emitida por Canal 13 en 1994/95 con Cecilia Roth y Oscar Martínez.

Sin embargo, a pesar de la variedad de programas dirigidos, recuerdo con enorme cariño aquel paso por “La Tuerca”, mis primeras lides con la profesión donde participaban actores y, particularmente, la calidez de un viejo actor, entonces sesentón, que afectuosamente me alentaba en la tarea con un dicho que instaló como representación de las dificultades técnicas de grabación: cuando yo bajaba al piso para informar sobre una repetición por falla técnica de la grabación en video tape, por ejemplo, él se mandaba su bocadillo de “¡¡Por las barbas de Bellocchio!!”, como risueño comentario que tenía la virtud de aflojar la tensión del problema. Guido Gorgatti (Gorgati era un simplificante seudónimo artístico) era el afable comediante que acaba de fallecer, el jueves 11 de mayo, a los 103 años.

Entre sus recordadas actuaciones me une un particular afecto con aquel atildado español que guiaba la temática de conversación de los jubilados del banco de plaza de “La Tuerca” con el ingenioso recurso de lector de diario que en realidad llevaba en su interior las pautas argumentales. En aquel banco se sentaban Tincho Zabala, Gogó Andreu, el Pato Carret, Tino Pascali y el inefable Vicente Rubino y su recordado personaje centroeuropeo que usaba en su vocabulario “indefrundenisheguen”, indefinido término que aplicaba a cuanta cosa no pudiera decirse directamente por resultar demasiado audaz para la pacatería milica.

Días pasados la Asociación Argentina de Actores emitió la información del deceso de Guido: “Con gran tristeza despedimos a nuestro afiliado más longevo, el actor Guido Gorgatti, quien falleció a los 103 años. Su trayectoria incluye trabajos en teatro, cine, TV, publicidad y radio, destacándose como comediante y humorista. Nuestras condolencias a sus seres queridos”.

Guido, el entrañable italiano que en estas lides hacía de español, partió hacia su última gira en la que seguramente se encontrará en la Plaza Paraíso con Tincho, con Gogó, con el Pato, con Tino y con Vicente para reeditar, para siempre, a los jubilados de “La tuerca” con libro del Toto Masselli.

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