Carta a un odiador

De Alejandro Ippolito
Para los pacientes de “indignación selectiva”, los mismos presuntos delitos causantes de odio pueden recorrer un corto camino hacia la virtud o la indiferencia de acuerdo a quien o a quienes se los aplique (MB)

No vaya a creer que a mí me preocupa si odia o no odia a Cristina, la forma en la que usted administra sus odios es asunto suyo, a lo sumo podré no estar de acuerdo y advertirle que está odiando fuera del tarro. Nada más.

El tema que me inquieta es por qué algunas cuestiones despiertan su furia mientras que a hechos aún más graves los ignora con simpatía, por no decir que los aprueba.

Usted se ha constituido en un paladín de la justicia, magnánimo e impiadoso, feroz con los corruptos, pero no con todos, sino con aquellos que prefiere dentro del territorio de su desprecio.

A otros: ladrones, estafadores, entregadores de la patria, históricos lavadores de dinero, evasores de impuestos, socios de la dictadura y campeones olímpicos de bicicleta financiera; no solo no los condena en absoluto sino que les entrega el comando del país con total algarabía.

Eso es lo que no entiendo. En una de esas usted, que es un experto en decodificar mensajes, me puede orientar, por qué presenciamos una sucesión de hechos delictivos por parte del gobierno, abuso de poder, licitaciones a dedo a los amigotes y parientes, cuentas en el extranjero y empresas fantasma para defraudar al fisco nacional, nepotismo de gran escala e intereses incompatibles entre los funcionarios y las empresas en las que tienen intereses evidentes. Hay censura escandalosa y persecución política, presos sin causa por haber cometido el delito de ser militantes sociales, con más gestión y logros que cualquier gobernador.

Doy por descontado que usted tiene la respuesta atravesada en la garganta, allí donde se le atora la furia incontenible por los pibes de La Cámpora, por los planes sociales, por la cadena nacional y el eslogan conveniente de ‘se robaron todo’ con el que explica siempre ese caudal de asco que lo recorre.

Si hasta dejó de ir al kiosco porque se escribe con ‘k’.

Y yo lo comprendo porque usted no es el autor de ese enojo que lo paraliza frente a la verdad y lo confunde. Usted es un simple resultado, un producto de la artesanía bestial de los medios y los mercados.

Por eso lo único que le sugiero es que se indigne parejo, sin doble moral ni distintas varas, eso que a algunos nos gusta llamar ‘hipocresía’. En una bolsa de consorcio o en una cuenta offshore, el dinero es dinero y el robo es robo, en un convento o en una obra pública para beneficiar a los parientes, la corrupción es la misma.

Ya ve, su indignación selectiva lo ha llevado a aplaudir la cárcel sin sentido, los despidos masivos, la represión, la censura, la reducción del salario, el blanqueo para los evasores y la burla a los jubilados, el endeudamiento sideral, la resignación de la soberanía, la falta de medicamentos y la mayor inflación de los últimos 25 años.

Eso es lo que no entiendo, más allá de las ideologías partidarias o de clase, en una de esas usted me lo puede explicar o mejor aún, se lo puede explicar a usted mismo, para entender las misteriosas formas en que las miserias se convierten en virtud según los cristales que se utilicen.”

 

Alejandro Ippolito

Comments are closed.

Share via
Copy link
Powered by Social Snap