La marcha
Hoy es el “día de la marcha” (no confundir con su hermana menor que, con afán peyorativo, el gorilaje tituló “la marchita”). Mario Bellocchio
Se inició el armado de la marcha, en principio, con la muchachada que entona junto a Hugo del Carril –como fondo– la fervorosa canción partidaria. Pero –siempre aparece un pero aparte de los pero-nistas–, al pelotudismo oficial se le escapó la tortuga y, amparados en el exceso vigente los miércoles dentro y fuera del Congreso quiso seguir aplicando el torniquete y le “salió el culo por la tirata”, esta vez se le paró de manos toda la contra. Hasta la izquierda vernácula siempre proclive a las diferencias de procedimiento adhirió al potente grito popular de ¡¡Basta!!.
Es que hasta ahora la cosa viene el “se cae, se cae” más llevado a una expresión de deseos que a la realidad del potente financiamiento del norte para colonizar el sur. Y el bolsillo del gran payaso del jopo rojo no tiene fondo aunque ahora deba repartirlo para financiar la agresión a Irán de su socio israelí –con quien se identifica nuestro payaso local– (esperemos no quedar pegados a un quilombete ajeno como con el Yiojano).
Digamos que a la astuta Cristina le bastó con candidatearse en la tercera sección de la Provincia de Buenos Aires, para que la patota mordiera el anzuelo y se viera en la obligación de reavivar la “causa vialidad” por la que “la Ex” fue condenada.
“A lo largo de tres años de juicio, Cristina no fue mencionada, no se presentó un solo chat, un correo electrónico que la vinculara con la construcción de las rutas en Santa Cruz. Los tramos fueron licitados, adjudicados y pagados en esa provincia, con fondos del Presupuesto Nacional votados por diputados y senadores. El control de las obras lo ejerció Vialidad Nacional, un ente autárquico, y la auditoría demostró que las obras estaban bien hechas y no se pagó nada que no se hubiera construido” (Raúl Kollman dixit, que algo de esto sabe).
Conclusión: para condenarla hubo que inventar probatoria. O sea: le armaron una causa para sacarla de la cancha, un patadón que le produjo “rotura de ligamentos cruzados” y el juez no cobró “ni fau”.
La torpeza actual es tan grande que pretendían la “foto con el traje a rayas” si te descuidás, y en “cárcel común”, según los fiscales. Claro que siempre aparece alguien que para la pelota y advierte a la barra que se viene la noche si no bajan un cambio. De manera que con la sola amenaza de la marcha en la que se paró toda la contra –menos la CGT– lograron, así de repente, otorgarle la domiciliaria sin siquiera tener que acudir a Comodoro Py para refrendarla y que recibiría la comunicación en San José 1111, para que no se “tomara la molestia” del traslado. Claro que dejaron mensaje para excusar su “severidad”: la detenida deberá confeccionar la nómina de visitas para ser aprobada y el uso del balcón tendrá un riguroso listado de restricciones, amén del intento aún no concretado del uso de pulsera de cautiverio, un verdadero disparate tratándose de quien se trata, criticado hasta por algunos oficialistas. En realidad se supo que la Bullrich avisó que “ni agregando a los bomberos” le alcanzaba para cubrir la que le esperaba con una movilización de tal magnitud y para ir abriendo el paraguas le hizo decretar al orate a cargo un nuevo código policial que le permitiera la requisa sin orden judicial a imagen y semejanza de las SS de Adolf.
Los muchachos de la marchita –y los que no la cantan pero la silban, adhiriendo– decidieron que la marcha se hace igual (hay mucha bronca juntada como para que los frenen con paliativos). No iremos hasta Comodoro Py sino hasta la Plaza de Mayo, simbólico lugar de las reconquistas populares.
Y carajearemos con nuestras libertades al detentador de la “libertad, carajo”.