Hombrecito

Hombrecito/ abre la puerta de hoja alta a la avenida/ cada mañana pisa la vereda.
Edgardo Lois

viene desde las sombras/ surca la abismal caverna de la manzana/ pasillo largo/ a cielo abierto/ desde su cueva/ dibujada, raspada en sustancia madre/ que nombra el grande árbol del barrio/ cada día Hombrecito/ asoma paso y mirada

Hombrecito/ en el oleaje callejero/ en su quehacer cotidiano/ de criatura y misterio

un mientras tanto en ciudad pandemia

ayer montaba una bicicleta/ de otra época el corcel/ Hombrecito parecía pibe/ regresaba/ de barrio a barrio

Hombrecito de metro y medio/ bien peinadas las canas/ libertad de avance/ en el viento que dice sobre la avenida/ ha salido Hombrecito/ de su casa/ la cueva en el árbol

altura de duende/ casa de gnomo/ pero no lleva gorro/ camisa manga larga en verano/ campera de cuero negra en el frío/ vaquero azul gastado/ siempre una bolsita plástica/ en una mano

en la bolsita/ poca cosa/ sale de la cueva/ busca la comida del día/ moneda flaca/ podría leerse/ al frente del gorro/ si usara

un habitante más en ciudad pandemia

un paquete de fideos/ medio kilo de alitas de pollo/ salchichas de oferta/ dos panes/ mate cocido por la tarde/ reunida su gastronomía/ compra en distintos viajes/ siderales, astronómicos/ une las estrellas/ que tocan a la constelación del barrio

bolsita que tiembla en el viento/ el peso la tensa hasta su mano/ cola de trapo viejo/ el paquete de fideos/ no hay barrilete en la mañana/ nada vuela/ Hombrecito va

espera frente a un kiosco/ un pibito y sus padres comen alfajores/ en mediodía/ otra persona en la fila/ Hombrecito no tiene apuro/ sabe/ todo llega a su debido momento/ la noche cuando la noche/ el sueño cuando el sueño/ la mañana cuando la mañana/ y la voz de la radio cuando la soledad aprieta/ así los días de esta vida

la voz de la radio/ llega de día y de noche/ también en la tarde/ Hombrecito es escucha atento/ enciende la radio su soledad/ cuando deja de escuchar/ las voces aquellas/ que ocupan su pensamiento chamuyo fule/ de malvados ratones fantasma/ hasta que la soledad gana un recreo de silencio/ y entonces la voz llega desde la radio

purísimo misterio su cueva en el árbol/ misterio religioso/ desde su altar de madera/ mesa simple con botella de vino barato/ naturaleza muerta/ un mundo completo de más allá/ una promesa de paraíso/ para el anónimo, el insignificante/ que culpas no carga/ en todo pasado la equivocación/ ¿quién no?/ Hombrecito que no se dio cuenta/ Hombrecito que no se aguantó/ que son tantos los faltantes/ los huecos, las ausencias/ que a veces el diablo/ usted bien sabe, buen dios

y entonces la vereda es un mundo confuso en ciudad pandemia

camina por la vereda del sol/ y de la sombra/ indistinto su andar/ bajo la lluvia/ semeja hongo venenoso/ con su mano derecha sostiene/ un grande paraguas negro/ llegado de un barrio de antes de ayer/ no llama la atención/ es común ver un hongo/ clavado a un árbol/ Hombrecito abre la puerta hacia la cueva/ llueve sobre la avenida/ murmura la voz/ gotas, ruedas y cemento

en el primero de sus días lentos/ Hombrecito partió decidido/ Boedo seguía siendo su barrio/ cuando su primer día como hombrecito rengo/ eligió no pensar/ o pensó en Garay y Mármol/ no pensó en Mármol y Treinta y Tres/ dejó para otro día/ la verdad revelada/ su pierna sería media pierna/ un poco de avance/ otro tanto de arrastre/ y solo sanará con la muerte, así lo supo/ así se dijo dos días después/ mientras se miraba a los ojos/ en el espejo del baño/ media pierna la derecha/ avance y arrastre/ esa lentitud que no se elogia

Hombrecito rengo que arrastra/ sobre las baldosas en tonos de gris/ el pasillo que lo lleva hasta la cueva/ en el corazón del árbol, la manzana/ la sustancia del barrio/ donde vive anónimo, insignificante/ camina por el pasillo largo/ en pleno paisaje de cemento urbano/ camina y se aleja/ del habla en velocidad que dice la avenida

Hombrecito lleva barbijo blanco/ en helada ciudad pandemia/ mejor boca cerrada/ poco para decir/ menos para comer

como si no tuviera vecinos/ nadie en el pasillo/ nunca el saludo en la calle/ los caminantes pasan a su lado/ como si fuera apenas la sombra/ de una vida que fue mucho antes de ayer/ los ojos no titilan sobre el barbijo/ no hay sed, no se humedecen/ van entre humo/ algo se quema/ quizá recuerda en el viento/ quizás algo retorna en la lluvia/ mira pibitos, perros y gatos/ la claridad de la inocencia/ tal vez regresa la infancia/ donde la felicidad del pibe/ era acariciar un perro/ escuchar el ronroneo del gato

hay cierta curvatura del horizonte/ en la parte alta de su espalda/ la lentitud le quitó empuje/ esa libertad de salir del árbol/ de volver con la compra/ en soledad bajo el sol o la lluvia/ acaba de nacer cierta indefensión/ Hombrecito anónimo, insignificante, indefenso

no tiene dios ni diablo fuera/ solo los que dentro de sus almas lleva/ los que porta en vida/ dios y diablo que solo sanan con la muerte/ lo sabe/ a quién pedir un milagro?/ dice frente al espejo/ en noche de sábado/ desde la medianoche/ descuelgan las preguntas los fantasmas/ es que el tiempo no se detiene/ basta ya de parir tanto fantasma malo/ un tiempo dios y diablo/ tan humano/ tan salvaje la criatura/ que siempre/ al menos/ es dos/ tan salvaje el tiempo/ que siempre divide/ en vida y muerte/ dos las palabras

cuáles las palabras de Hombrecito?/ tendrá noticia de ellas?/ las palabras de decir?/ qué de sus oraciones y pensamientos?/ hay una identidad en la insignificancia?/ una condena en el silencio?/ un tajo profundo que supura el humo de aquello que se quema?/ cuáles las pérdidas?

Hombrecito ya no usa bicicleta/ caballito de infancia/ su media pierna decide el olvido/ propone el juego del desprecio/ para que duela menos al indefenso/ es roja la bicicleta que ya no importa/ su media pierna, a veces dice/ avance y dios/ arrastre y diablo/ o en orden contrario dice/ arrastre y diablo/ avance y dios/ o al revés dice/ avance y diablo/ arrastre y dios/ y otra vez en orden contrario dice/ arrastre y dios/ avance y diablo/ que mejor andan las maneras/ cuando a contranatura se nombra

la memoria arde/ ceniza en hogar maligno/ caras bocetadas en la madera roja/ toda historia de amor termina mal/ todo se gasta mientras crece/ el fuego consume en el tiempo/ hoy el diablo y mañana dios/ aquello que se quema vuela hacia el cielo/ pero lo arrastra el viento/ de estrellar relatos contra el paredón de la nada/ no fue, nunca fue/ sí el humo que ahoga/ que provee la lágrima ardiente/ Hombrecito sabe, va

en un río de día nublado transcurre ciudad pandemia

hasta dónde ve Hombrecito?/ la esquina, la ochava de ayer/ el boliche en la esquina/ una mesa de madera afirma sus patas en el tiempo/ el barrio, la ciudad/ su música de decir aquí estuve/ aquí fui aquella tarde/ tantas vueltas de calesita/ alcanzar la sortija/ para un viaje más en amor efímero/ todo tango vive y calla/ todo blues vive y calla/ en paisaje de cemento urbano/ hasta dónde ve Hombrecito?/ hasta dónde la mirada, la consciencia/ ahora que avanza y arrastra en cada día/ porque lenta es su manera de andar

cuál el mecanismo de la memoria/ el placer elegido/ al menos uno/ los recuerdos/ cuáles las historias que vuelven/ desde las sombras del mono/ desde el hombro del vagabundo/ anónimo, insignificante, indefenso/ frente a la marquesina de la grande historia

vino barato sobre el altar de su mesa/ vino morao para el trabajador del socavón/ el que raspó la cueva en el árbol/ barrio adentro/ barrio afuera/ vaso manchado de tiempo/ que todo pinta y atraviesa/ Hombrecito como en un rezo/ nombra a sus muertos/ que a coro repiten

/ salud!/ reza en sábado con mayor decisión/ sábado por festivo y esperanzador/ tragos cortos/ para más lejos ver

ciudad pandemia/ rodeó su cueva/ el barbijo más barato era blanco/ hasta ahora resiste/ su mundo a base de poca moneda/ Hombrecito ya no pregunta/ a veces aparece/ un miedo, una incertidumbre/ qué sin ellas la vida?/ incertidumbre derramada/ el derrame posible/ como derrama el tiempo los días/ garúa sobre la tierra del hormiguero

porque la vida/ siempre es de encrucijada/ cara y ceca con borde circular/ todo vuelve como en la ruedita de la rata/ encrucija, espeja/ en una esquina sin ochava/ tener dicha o no tener/ así en la timba de los días/ transcurre Hombrecito/ que va

cuanto mayor es el lustre/ mayor es el costo de la trampera/ más caro el uso

en ciudad pandemia se hunde el cuchillo por propia mano

Hombrecito es imagen futura de muchos/ cuando los años llegan con caballo cansado/ camina solitario/ silencioso él junto a su barrio

/ quizá la única línea/ en su guión de humano/ sea dar el buen día al chino del mercadito/ a la distancia recomendada/ detrás de un vidrio y dos barbijos

ay, ciudad pandemia de tanto avalar distancias

cuando Hombrecito/ sienta la muerte/ de su dios y su diablo/ será al fin sano/ limpio de vida/ caminará hacia el polvo/ anónimo, insignificante

caminará el barrio/ vereda al sol/ vereda desde la sombra/ caminará feliz/ en un otoño/ en una primavera cualquiera/ cercanas estaciones/ en humano porvenir

lentos los días/ como su andar/ andará igual en la muerte/ para mejor ver/ Hombrecito irá/ a partir de la última noche

apaga la vida/ como se cierra una canilla/ nada dirá Hombrecito cuando la muerte/ se irá desde el barrio/ partirá a su manera/ anónimo, insignificante/ partirá silencioso, solitario/ en el fondo del pasillo/ donde su cueva de duende/ raspada, soñada/ en la sangre del árbol urbano/ momentos después/ del último avance y arrastre/ Hombrecito ya no será de este lado

(un plano general de ciudad pandemia avisa el final

sobre el plano vuelan las líneas de este guión con apariencia de poema)

 

 

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