El mes de julio

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EDITORIAL. El mes de julio

En julio ocurrieron varios hechos significativos de nuestra historia política, aunque sin duda el más relevante es la Declaración de la Independencia, en 1816. A la luz de los acontecimientos sucedidos durante el siglo siguiente y en el que hoy nos toca vivir, la independencia fue –y sigue siendo– sólo una declaración. La sujeción económica y social a diversas naciones imperiales aún se continúa en nuestra dependencia de los poderes económicos sin distinción de nacionalidad, a sus prescripciones, a la imposición de sus modelos y a la tiranía de los medios masivos de comunicación, orgánicos y funcionales a esos poderes. Y si bien muchos reconocemos nuestra falta de independencia como país, demasiado a menudo consumimos devotamente las noticias previamente seleccionadas y repetidas incansablemente por los medios, sin leer ni pensar entre líneas. En este nuevo aniversario de aquel 9 de julio reflexionemos sobre las ideas que pretenden imponernos, es decir, tomemos conciencia de que los sapos no son sabrosos. Por lo tanto, no tenemos por qué seguir tragándolos.

Julio, además, es un mes de celebraciones para Boedo. El 25, un nuevo aniversario del natalicio de Mariano Boedo, el prócer que aportó su nombre a la avenida que se constituyó en eje y cuna de nuestro barrio y, más recientemente, a la plaza barrial. Con tal motivo, en 2003, la Legislatura promulgó una Ley en cuyo artículo 1º se designa al 25 de julio como “Día del Barrio de Boedo”. El expediente, iniciado por el Diputado Fernando Finvarb, propiciaba la institución de esa fecha y… “considerando que esta propuesta se origina en una iniciativa de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo y en otras instituciones de la zona y que la fecha elegida coincide con el día del nacimiento de Mariano Boedo (1782-1819), jurisconsulto, diputado por Salta al Congreso de Tucumán y elegido vicepresidente del mismo en julio de 1816, y firmante, en tal carácter, del acta de la Independencia. Que por disposición del presidente de la Corporación Municipal, Torcuato de Alvear, el 6 de marzo de 1882 se designa con el nombre de Boedo a una de las arterias que, desde 1867 y siendo presidente Don Bartolomé Mitre, se había establecido como límite de la ciudad” […]. La ley se extiende en otras con sideraciones más contemporáneas y, finalmente, confirma el “día del barrio”.

150 años después del primer vagido de Mariano, “en Buenos Aires, a 30 días del mes de julio de 1932, los que suscriben, artistas y amigos de las artes, reunidos en el local de la calle Boedo 868, resuelven constituir en este acto una asociación de artistas y amigos…”. Aquí las palmadas en nalga fueron sustituidas por las que se prodigaron en abrazos entusiastas los fundadores de la “Peña Pacha Camac”, un centro cultural de características inusuales que desbordó con creces la tertuliar actividad de una peña, para transformarse en un polo de cultivo e irradiación del arte y la literatura populares. Durante veinticinco años las actividades de la institución dejaron una profunda huella sin desviarse del camino planteado en 1932, cuando los pioneros de la terraza del Biarritz unieron sus manos con las del fogonero del proyecto, José González Castillo, acordando “…propiciar todo movimiento que tienda al progreso de las artes en el barrio y a la independencia moral y económica del artista”.

Honor a la memoria de Palau, Belardinelli, Bertugno, Riganelli, Roselli, Stephan Erzia y tantos otros que no llegaron a la primera plana pero que igualmente nutrieron a varias generaciones con la generosa entrega de su conocimiento.

El 25 de julio, se celebra el “Día del barrio de Boedo”, no su cumpleaños barrial, en conmemoración de los ¡¡243!! años del nacimiento de Mariano Boedo (25/7/1782).

Hace cincuenta y siete años (1968), para ser precisos, a las autoridades de la ciudad se les ocurrió que había que formalizar una circunstancia vigente de hecho: la divisoria barrial. Y nada mejor que la fecha fundacional del 11 de junio (1) para labrar las actas. Así que, previa fundamentación, rubricaron los límites que cuatro años más tarde –1972– tendrían algún retoque y sanción definitiva.
¡Y había que fundamentar para acordar alambradas! Porque el despliegue de las patrias chicas barriales no era escaso. Hurgar y decidir sobre las chapas fundacionales, culturales y hasta deportivas que justificaran un límite barrial fue la ecléctica tarea que debieron asumir los legisladores. El discurso previo al articulado revela las dimensiones de las amistosas, y a veces no tanto, controversias “aduaneras”.

Buenos Aires, 11 de junio de 1968.
CONSIDERANDO:
Que la Ciudad de Buenos Aires, fundada por Don Juan de Garay el 11 de junio de 1580, ha ido creciendo sin tregua y sin pausa […]
Que, dentro de su dilatada extensión, se han constituido núcleos ciudadanos […]
Que estos barrios ostentan nombres que los distinguen y precisan su ubicación en el vasto ámbito capitalino, que ningún porteño desconoce, a pesar de tratarse de denominaciones fundadas en el uso, la costumbre o la identificación con la parroquia, o con algún edificio notable, o ser recuerdo de la “villa” inicial incorporada en el decurso del tiempo a la ciudad creciente;
Que, no obstante, los barrios porteños carecen de límites exactos, por cuanto se han formado en torno a núcleos primitivos cuyos epicentros, si bien tienen casi siempre características definidas, con su vida propia y sus actividades sociales, culturales, comerciales o industriales peculiares, al expandirse se confunden con los barrios vecinos estableciéndose zonas marginales indecisas.
Que se estima oportuno determinar los límites de los distintos barrios que componen la ciudad a fin de precisar la esfera de acción de las entidades constituidas en ellos, promover el desarrollo de la acción comunitaria en beneficio del progreso y afirmar la perdurabilidad de los nombres caros al espíritu y las tradiciones de la población;
Por todo ello; en uso de las facultades acordadas por la ley 16.897 (B. M. 12.857);
El Intendente Municipal, SANCIONA Y PROMULGA CON FUERZA DE ORDENANZA:
Artículo 1º – Establécese que los barrios que integran la Ciudad de Buenos Aires están comprendidos entre las avenidas y calles que se detallan a continuación:

[…] BOEDO: Av. Loria, Av. Caseros, Av. La Plata, Av. Independencia.

[…] Art. 2º – La presente ordenanza será refrendada por los Secretarios de Obras Públicas y Urbanismo y de Cultura y Acción Social.
Art. 3º – Dése […]
IRICIBAR. – Roberto J. Vernengo – Máximo A. Vázquez Llona. (2).

¿Pero cómo: entonces el Grupo Boedo, los poemas de Manzi y de Centeya, de qué barrio hablaban? El concepto de pertenencia que “barrio” pone en juego, responde más a un análisis mitológico/afectivo que geográfico. La divisoria del 68/72 se ocupó más de este último que del primero.
¿Y cómo era ese Boedo sín límites demarcados anterior a junio del 68?
El Viejo Gasómetro vibraba con los Matadores cuya pertenencia a Boedo se gritaba como nunca antes.
Se cumplían veinte años del estreno de “Sur” de Manzi y Troilo.

En el mapa, los límites actuales surcados por dos ejes –Boedo-Sáenz y Garay-Vernet– que partían en cuatro la superficie, asignaban a las secciones de Registro Civil de San Cristóbal Sud (sic) el fragmento de Saénz-Boedo, Garay, Sánchez de Loria y Caseros; a la de San Cristóbal Norte: Boedo, Independencia, Sánchez de Loria y Garay; a San Carlos Sud (sic): Garay-Vernet, Av. La Plata, Independencia y Boedo; y, finalmente, a Nueva Pompeya: Boedo-Sáenz, Caseros, Av. La Plata y Vernet-Garay.
Ese “reparto” de lo que consideramos nuestro terruño comenzó a tener polos reconocibles en ambiguos términos tales como “alrededores de” o “la zona de Boedo”; y hasta algún osado se animó con la palabreja: “barrio”, saliendo de la velada alusión en la que no quedaba claro si se refería a una avenida o a la zona. Todavía hay quienes discuten si Manzi escribió “San Juan y Boedo antigua” –por la avenida– o “antiguo” –por un barrio aún en ciernes–. La polémica fue dilucidada por Acho, el hijo de Homero, recién en diciembre de 2000, cuando compiló en “Sur, barrio de tango” (3) toda la obra de su padre y trascribió “San Juan y Boedo antigua…” (4) como puño y letra de un Homero de calificativos poéticos atentos que no descartaban la precisión por atender al perfume.

Cierto es que la proyección hacia la primera plana la brindó, indudablemente, la irrupción del Grupo Boedo –o de Boedo como dirían los fanáticos del zonalismo– y su controversia con los de Florida. Siendo ésta una calle, hay razones para suponer que la otra alusión –Boedo– era para la avenida.
El otro polo, que planteaba un límite insoslayable para futuros delimitadores fue el Gasómetro de Av. La Plata. Cuando en la madrugada del siglo XX el tono altisonante del Carbuña Monti (5) imponía: “San Lorenzo, sí, pero que se aclare: de Almagro”, definía una identidad barrial efímera –pero “identidad barrial” al fin– del lugar de origen que sólo quedó en las actas fundacionales y en el nombre oficial de la institución pero terminaría dando un argumento más a los legisladores que establecieron límites en 1968/72 para establecer a la avenida Independencia como límite entre Boedo y Almagro.

Ya en las primitivas reuniones del “Dante” tenía vigencia el mote de Gauchos de Boedo, afincando la pertenencia zonal, para culminar la rúbrica con el visceral “¡Sí, sí, señores, yo soy de Boedo! ¡Soy de Boedo de corazón!”
Y los Artistas del Pueblo, la Universidad Popular de Boedo, la Peña Pacha-Camac, el Corso de Boedo; una enumeración que pecaría de taxativa si no advirtiéramos que se alude a las de mayor conocimiento público prescindiendo, por razones de espacio, de un listado más completo.

Boedo: un barrio de estirpe, con identidad desde las primitivas épocas de indocumentado, que como tal no atesora precisiones tales como quiere adjudicarle la comuna, ya es un adulto que está cumpliendo sólo 53 años –si consideramos la sanción definitiva de 1972– desde que le entregaron los papeles.

 

 (1). El sábado 11 de junio de 1580 tuvo lugar la solemne fundación jurídica de la ciudad, a la que Juan de Garay le dio el nombre de Ciudad de la Trinidad en el Puerto de Santa María de los Buenos Aires.

(2). Ordenanza Nº 23.698 del 25/6/1968, Boletín municipal de la Ciudad de Buenos Aires Nº 13.336, pág. 7428
(3). Manzi, Homero; “Sur, barrio de tango (letras para los hombres)”; selección, presentación y notas Acho Manzi; Corregidor; Buenos Aires 2000.
(4). Pág. 388 op. cit.

(5). En 1908, acordada la transformación de “Los Forzosos” a “San Lorenzo” –en homenaje al cura Lorenzo Massa– para las actas fundacionales del “Ciclón”, los testimonios orales recuerdan que fue el capitán del equipo, el “Carbuña” Monti, quien peleó el complemento “de Almagro” para que quedara asentada la identidad barrial.

 

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