Con Cristina todo y sin Cristina, nada

Fernando Borroni*. Es muy difícil poder sintetizar en pocos minutos todo lo que despierta en términos de análisis político, en términos de emociones, en términos de vivencia política la condena a Cristina Kirchner.

Lo que significa esta renuncia de la vicepresidenta a ser candidata a cualquier puesto en 2023.

Podríamos abordar el tema desde distintas aristas.

Podríamos, por ejemplo, una vez más hablar de la justicia, del partido judicial, pero la verdad es que ya agota, porque son cualquier cosa menos hombres y mujeres de la justicia. Son la vieja oligarquía golpista. Son los viejos genocidas disfrazados de jueces que se metieron en el Palacio de Justicia, lo cooptaron y cumplen las mismas funciones de aquellos tiempos.

Lo hemos dicho en más de una oportunidad: no vivimos en una democracia, apenas en una democracia fingida o de forma, vivimos bajo la dictadura del poder mediático-judicial. Por lo tanto, se acabó el tiempo de los diagnósticos, hay que combatir a esta dictadura, hay que resistir a esta dictadura y hay que terminar con esta dictadura. Con la dictadura no se acuerda, con la dictadura no se dialoga.

Podríamos también analizarlo desde lo que desde mi mismo punto de vista es cierta soledad que ayer uno percibió de Cristina Kirchner. Una soledad no del vínculo con su pueblo, sino la soledad que le construyó gran parte de la dirigencia política del campo nacional y popular y específicamente sectores del peronismo. Y quiero hablar con claridad porque estoy convencido de que es un punto de quiebre, entonces hay que tratar de encontrar las palabras para evidenciarlo. Son los mismos que en 2013, en 2015 y durante 2015 y 2019 fueron serviles bufones de Mauricio Macri y desde que comenzó el gobierno de Alberto la fueron dejando sola. Le quisieron abrir una interna con el mismo presidente, volvieron a construir estigmatizaciones, buscaron que Alberto Fernández rompa con ella. La dejaron sola, temiendo que vuelva a ser candidata. La dejaron sola el día que le dispararon a dos centímetros de su rostro. Apelo a su twitter: “me movilizaron los cobardes y traidores a los intereses del pueblo”, como es la conducción de la CGT, como es la conducción del Movimiento Evita. Y en alguna parte el peronismo, sin caer en generalizaciones, puso en discusión, una vez más, el liderazgo de Cristina Kirchner sobre el movimiento nacional y popular. Podemos decirlo hoy porque lo venimos diciendo desde 2013, porque venimos denunciando su complicidad con el establishment y el poder real con este mismo partido judicial, con estos mismos medios de comunicación, que se hagan cargo.

La dejaron sola porque no toleran que el peronismo sea conducido por una mujer y sea transformador. No toleran que el peronismo represente a los verdaderos intereses del pueblo. Y el kirchnerismo es el peronismo de estos tiempos. Todos los demás son conservadores que apenas buscan acomodar su trasero en el poder a cambio de…, ¡plata!

Que estos miserables de la política de adentro y de afuera sepan que sin Cristina en una lista no gana nadie. Si quieren anotarlo en una pizarra, péguenlo en la heladera: sin Cristina Kirchner en una lista no gana nadie. Y que el pueblo argentino les demuestre que con Cristina Kirchner todo y sin Cristina Kirchner, nada. Aparecerán algunos que dirán “si es así le hacemos el juego a la derecha”. Quiero preguntarles, de verdad, ante lo que ayer describió con total claridad la vicepresidenta: ¿quién está dispuesto dentro del movimiento nacional y popular a enfrentar al poder judicial, de verdad? Que levante la mano. ¿Quién está dispuesto a llevar adelante una reforma judicial? ¿Sergio Massa? ¿En serio? ¿Alberto Fernández que nos hizo perder tres años con diagnósticos y mesas de diálogo? ¿Algún gobernador? ¿Quién está dispuesto a llevar adelante una Ley de Medios que termine con este monopolio mafioso y criminal que maneja a la Argentina? ¿Quién está dispuesto a involucrarse en una puja distributiva? Díganlo, porque así repasamos su historia y veremos si sus palabras se condicen con lo que hicieron. Levante la mano quien lo puede hacer: sólo Cristina Kirchner. Por eso: con Cristina todo y sin Cristina, nada.

Pero también hay que mirar de cara al futuro y convencernos como pueblo de que aquí nada ha acabado y que aquí todo puede empezar si como pueblo estamos a la altura del liderazgo político que se tiene. Todo está por empezar si el pueblo se organiza, se moviliza y si la dirigencia política está a la altura de las circunstancias.

Todo está por empezar si aquellos que gritaron, año tras año, que “si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar”, dejan de cantar de gritar y de excitarse y empiezan a hacer política bajo esta consigna concreta y real.

Se acabaron también los tiempos de la conducción política intergaláctica que en una sede central discutan y reflexionen como iluminados que se iluminan con su propia lamparita y que el pueblo tenga que interpretar qué están pensando y hacia dónde van. Se acabaron esos tiempos.

Esos movimientos políticos deben conducir a un pueblo que no duda en defender a Cristina Kirchner, pero que necesita conducción política.

Si el pueblo argentino no sale a defender a la mujer que puso en riesgo su propia vida en pos de los derechos de su pueblo. Si no sale a defender a la mujer que no claudicó, que fue perseguida, estigmatizada, violentada, a quien se la intentó matar y ahora proscribir… Si el pueblo argentino no sale a defender a la única mujer que los representó de verdad en estos últimos sesenta años, entonces el pueblo se estará suicidando.

Y si el peronismo no se encolumna en la defensa de Cristina Kirchner, estará traicionando su propia historia. Y para muchos, marcando definitivamente el certificado de defunción de un movimiento que alguna vez fue transformador y supo ser la voz del trabajador y la trabajadora.

Quiero decirles una frase que no me pertenece pero que para mí lo sintetiza todo. Mientras Cristina Kirchner le devolvía la dignidad y la felicidad a este pueblo nos decía: “La Patria es el otro”. Hoy la Patria es Cristina y éste es el tiempo del pueblo.

 

(*) Editorial de Fernando Borroni en el programa “La mañana con Víctor Hugo”, en AM 750, del miércoles 7 de diciembre de 2022.

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