Cuando Boedo era la General Paz – La protohistoria de Boedo

Por Mario Bellocchio |

(Nota publicada en el Nº 4 de marzo de 2002)

Durante casi una década la calle que da nombre a nuestro barrio –por entonces sólo una ruta de arreos fragmentada por quintas y bañados– llegó a ser el límite de la Capital Federal
General Paz
Los límites actuales de Boedo puestos sobre un plano de 1885

La ciudad llega hasta aquí… Y el dedo recorre una línea casi totalmente imaginaria sobre el plano de Sourdeaux (circa 1850). En unos pocos años más el camino Boedo-Sáenz tendría continuidad a través de chacras y bañados, pero allí el Puente Alsina todavía es el Paso de Burgos, Almafuerte-Loria el Camino de la Arena y una ignota diagonal aún no ha sido bautizada como Chiclana y le pone un “parate” de difícil cruce a la traza de Boedo, que hasta allí se anima, por ahora.

Unos años más tarde (1859) el empresario Enrique Ochoa quiere comprobar si “la tercera es la vencida” y reincide en la construcción de un puente sobre el Riachuelo –los dos anteriores habían sido arrastrados por las aguas– tomando esta vez el recaudo de afinar el diseño confiándolo al arquitecto alemán Otto Arnim von Lobbe, quien dispone de urunday, lapacho y quebracho colorado para su construcción y el no menos “fuerte” apoyo de Carlos Pellegrini. Así nace el Puente Alsina(1), que da nombre a la zona de su entorno y cuya fama trasciende en milongas y tangos clásicos de los albores del siglo veinte.

La pulpería de Gades ofrece caña de durazno, tabaco y demás a sus parroquianos –arrieros la mayoría– en la “esquina de los corredores”, (Chiclana y Loria) bautizada así por las “cuadreras” que se disputaban desde los tiempos de Rosas. No falta nada que resulte necesario para las provisiones, ni el naipe gastado en rústicas manos, ni algún entrevero de esos que el trago alimenta. La zona va afirmando su traza al compás de la necesidad de senderos para jinetes, carretas y arreos en su ir y venir a la provincia atravesando el Riachuelo. La pulpería de Gades y otras tantas son mojones de civilización que brotan en ese Boedo primitivo con más líneas punteadas que trazos continuos en los mapas de la época.

En 1872 comienzan a operar los corrales denominados “Segundo matadero del Sud” (Caseros y Monteagudo). Allí llega la hacienda desde Puente Alsina o La Tablada circulando por la calle Arena (Almafuerte), para ser faenada y distribuida para el consumo en carros abovedados con techo de chapa. Este y otros mataderos menores del entorno generan un intenso movimiento, que Ricardo Llanes describe así: “La hacienda vacuna, como las tropas de yeguarizos y los rebaños de ovejas, procedentes de los establecimientos ganaderos de la provincia, seguían esas huellas que algunos señalarían como “Camino de los huesos”, por los caballos y novillos que solían caer aplastados por la sed, bajo los banderillazos del sol que resecaba la polvareda densa y calcinante. Muertos y abandonados allí, ofrecían el cuadro de sus esqueletos, que las lluvias y los vientos se encargaban de desparramar, hasta desaparecer bajo las pezuñas de las nuevas reses y las atropellantes caballadas”. Ese “Camino de los huesos” o “de las tropas” –como también se lo solía nombrar– resulta ser la primera Boedo limítrofe que, con la continuidad de Sáenz (así llamada a partir de 1893) llega hasta Puente Alsina.

Pero en mil ochocientos setenta y pico, ni Boedo es barrio, ni Buenos Aires capital, porque la “cuestión capital” aún no se ha dilucidado. Roca y Tejedor se disputan la presidencia. Roca triunfa en el colegio electoral y Tejedor no acepta la ominosa derrota y se levanta en armas. Durante las jornadas del 20 y el 21 de junio de 1880, Puente Alsina, Corrales (Parque Patricios) y Barracas son escenarios de sangrientos combates donde los nacionales derrotan a los porteños originando la federalización de Buenos Aires como Capital a partir del 21 de setiembre. Durante siete largos años, nuestra amada avenida Boedo –aún polvoriento camino entre quintas– se da el lujo de ser límite del municipio capitalino, hasta el 28 de setiembre de 1887, cuando se incorporan al ejido Belgrano y San José de Flores.

Ciriaco Cuitiño es oficial de Rosas y jefe de la Mazorca. Como tal –señala la historia popular, nunca suficientemente desmentida– le solicita al Restaurador la donación de algunos terrenos en premio a su tarea federal. Ignoramos si hay algo de sorna en la concesión; lo cierto es que se le otorga un paraje irredimible que más vale como estanque. Cuitiño –que no es hombre de amilanarse– toma una especie de islote como base para su casa(2) y con la ayuda de sus hijos y de inmigrantes que levantan hornos de ladrillo en el predio, consigue ir secando el terreno y hacerlo cultivable. Son los comienzos de un parcelamiento que con el tiempo se intensificaría. Lo que es hoy el barrio de Boedo se convierte en lugar de quintas de verduras y frutales, muchas de ellas vigentes hasta las primeras décadas del siglo veinte. Algunas cobran notoriedad por sus dimensiones, como la de Carlos Guedes –conocido terrateniente–, cuyos dominios abarcan, orillando 1900, de Riglos a Quintino y de Pavón a Cochabamba, con su casa principal –La Constancia– perdurando hasta 1932. Otras, porque dan su predio a lugares que resultarían entrañables: la Quinta de Onetto, tierras del Camino de Gowland (hoy Av. La Plata) donde se asentaría el Gasómetro.

Aquellos hornos de ladrillos que ayudaron a secar los esteros al empeñoso Cuitiño han echado cría. Se mosaiquean con las quintas y los tambos en el patio del Boedo naciente que se va poblando, y no sólo de quinteros. Los vascos han llegado para quedarse, con sus vacas, sus ordeñes y sus juegos de pelota. Tanto, que llegarían a reunirse en la Fonda de los Vascos de Independencia y Boedo o en la formidable Plaza Euskara, un verdadero estadio de una manzana, con el infaltable frontón y comodidades de tribuna(3). Más acá de la blanca leche tambera, el negro barro hornero. Los moldes y el prolijo apilado. Sobre el hueco, la leña que el paisano enciende y aviva. Unos minutos más y el aire estará preñado de un humo denso y el acre olor de la cocción. Atardece. A lo lejos cristalea el Bañado de Flores sobre el horizonte plano, apenas interrumpido por alguna lomada. Una bandada de patos hacen una ruidosa pasada hacia el poniente rojizo. El humo de la horneada –que ya trabaja sólo con el rescoldo– forma un techo que parece al alcance de la mano en los bajíos. Hacia el centro de la ciudad, el Boedo creciente muestra en su aislado caserío la lumbre de las velas de sebo, las lámparas de querosén o de carburo, pero en la calle hoy será una noche oscura. La luz plata de la luna no alumbrará hasta la semana que viene, así que habrá que esperar que la Municipalidad apruebe el pedido de faroles a querosén para Boedo(4).

Ya sólo queda el vívido rojo de las últimas brasas. Mañana por la mañana se habrán enfriado los ladrillos y estarán listos para seguir levantando Boedo con su propia tierra horneada.•

NOTAS

(1) En 1910 el puente fue reemplazado por uno de hierro que permaneció hasta 1939, año en que se inauguró el “colonial” Puente Uriburu. (Hoy nuevamente Alsina)

(2) La llamada “casona de Cuitiño” estuvo en pie hasta la década del 30, en Independencia 3549, vecina a la sucursal del Banco de la Nación.

(3) Desde 1882, durante más de veinte años la Plaza Euskara ocupó la manzana delimitada por Rioja, Caridad (Urquiza), Independencia y Estados Unidos. En 1904 fue parcelada y vendida.

(4) La Nación del 17 de febrero de 1886 publica una solicitud de los vecinos a la Municipalidad para la instalación de alumbrado público a querosén sobre la calle Boedo.

BIBLIOGRAFIA

* Botana, Natalio R. – La Federalización de Buenos Aires, Editorial Sudamericana, Bs. As., 1980.

* Del Pino, Diego – Ayer y hoy de Boedo, Ediciones del Docente, Bs. As. 1986.

* Autores varios – Historia visual de la Argentina, Clarín, Bs. As.,1999.

* Lomba, Aníbal y Rodríguez, Alicia N. – Manual histórico  geográfico del barrio de Boedo, Junta de Estudios  Históricos del Barrio de Boedo, Bs. As.,1998.

* Martín, Luis J. – Los mataderos y el barrio, Ateneo de  Estudios Históricos Pque. de los Patricios, Bs. As., 1971.

* Agradecemos la reproducción del Mapa de la Ciudad de Bs. As. de la Guía Kraft de 1885 facilitada por el Director del Museo Histórico  de la Ciudad de Bs. As. Cornelio Saavedra, Lic. Alberto Piñeiro.

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