116 cuervos años

1934: “Caras y Caretas” encomienda a uno de sus destacados cronistas, Emilio Dudeló, una serie de artículos sobre los orígenes de los 14 equipos de fútbol que ese año integraban el torneo de la Liga Argentina.

En aquel tiempo, la mayoría de los clubes tenía menos de 30 años de antigüedad y varios de sus fundadores fueron entrevistados. No fue una tarea de investigación (hay datos inexactos), sino de compilación de anécdotas que se transmitían por tradición oral. Con el tiempo, estos artículos se convertirían en documentos esenciales que ayudaron a preservar la rica historia del fútbol Argentino.

 

 

Todo un barrio porteño rinde culto a los jugadores del club San Lorenzo de Almagro 
La historia de los clubs de fútbol. – Los terribles “Forzosos de Almagro”. – Interesante origen de un club deportivo. – Después de comprar un sello, hay que encontrar cancha para jugar. – Aparece en escena un sacerdote. – ¿Por qué se llama San Lorenzo de Almagro?

Un sacerdote vinculado al origen del club 
De los labios del R. P. Lorenzo Massa, que ha partido para Magallanes en una misión de la Orden de Don Bosco a la que pertenece, fluyen las palabras reposadamente, completando, tal vez, el más interesante de los capítulos de la historia del gran Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Habla con placer, y va anotando recuerdos con transparente alegría:

“–¡Cómo no he de hacerlo con gusto, si al dar una mirada retrospectiva a mi vida de sacerdote, veo que San Lorenzo de Almagro está vinculado a mis primeros años de ministerio sagrado! A ese club dediqué mis primeras pláticas y conferencias en la capilla de San Antonio. No puedo olvidar que el San Lorenzo, puede decirse que se fundó en el Oratorio Festivo de San Antonio, en la calle Méjico entre Treinta y Tres y Quintino Bocayuva.

(…) Veamos primero lo que era San Antonio y sus alrededores por aquel entonces. Puede decirse que era el límite de la parte poblada de la ciudad, como si dijéramos la pampa. A una vecindad, poco afecta por cierto a una obra que ofrecía amparo los domingos a más de trescientos niños y a más de doscientas niñas, hay que agregar que, de tanto en tanto, la vida habitual y tranquila del Oratorio era turbada por la presencia de las famosas ‘gavillas de barrio’. Lo terrible era cuando aquellas ‘gavillas’ lograban penetrar en nuestra casa. Entonces todo quedaba descompaginado y no dejaban títere con cabeza. Afortunadamente un muchachote simpático, que no tendría más de 17 años, fue la salvación del barrio y del Oratorio. En efecto, aquel muchachote en compañía de otros amigotes y de un tal Federico Monti, como él decidido, emprendedor, y lleno de buenas condiciones, habían fundado un club de fútbol. Hete aquí que un buen día, en la mañana del 8 de abril de 1909, veo aparecer a Antonio Scaramusso, tal era su nombre, seguido de unos veinte muchachotes, en la puerta del Oratorio. Yo le había conocido como alumno del colegio San Francisco de Sales, cuatro o cinco años antes y le reconocí al punto. –Y, amigo Scaramusso, ¿qué es lo que te trae por aquí? Y enseñándome una pelota de fútbol que traía en las manos –ya puede suponerlo –me dijo:

–Venimos a ver si nos deja ‘chotear’ y jugar un partido… Con estos muchachos –y me presentó a sus veinte compañeros– hemos formado un club.

–No tienen ustedes cancha, ¿verdad? –Así es; y por eso venimos a pedirle la del Oratorio. Les dije que no tenía dificultad en cederles la cancha, pero con la condición de que debían oír misa todos los domingos. Casi todos ellos habían frecuentado el Oratorio de San Francisco de Sales, en tiempos del padre Gherra y del padre Detassis, y aceptaron de inmediato. Quise darles algunas normas, para el comportamiento en la Iglesia, y en el patio y cancha del Oratorio, pero Scaramusso me interrumpió diciéndome: –Eso va por mi cuenta… Si alguno de éstos se desmanda…, ya verá cómo lo zamarreo de lo lindo –y era indudable que como lo decía, lo haría, pues era un muchachote fornido y de organismo robusto.

En ese momento se me ocurrió que aquel puñado de buenos, muchachos, de los cuales afortunadamente viven casi todos aún, para que confirmen mis recuerdos, podían constituir la mejor defensa del Oratorio contra los pilluelos del barrio. Y así fue. Scaramusso con Monti y demás componentes del club, fueron más tarde una verdadera guardia para los menores, que todos los domingos se refugiaban en nuestra casa.

De cómo ‘Forzosos de Almagro’ se convirtió en San Lorenzo de Almagro. 
EL padre Massa sigue así sus recuerdos:

Al terminar el partido, se me presenta Scaramusso, y me dice con su habitual desparpajo, pero con una gran corrección de modales:

–Pensamos hacer ahora asamblea del club y si usted nos permite…

– ¿Asamblea del club? –les dije yo, fingiendo asombro. –¿Y dónde están los socios?

–Estamos todos aquí –replicó Federico Monti. –Y si usted nos permite un aula –agregó Scaramusso –se lo hemos de agradecer.

Ofrecí a los simpáticos muchachos un aula, que aún se conserva exteriormente tal cual era hace ya más de veinticinco años – eso demuestra la pobreza del Oratorio Festivo de San Antonio, –y no sólo les dijo que podían realizar esa asamblea, sino las que desearan, pero picado por la curiosidad al ver cómo tan fácilmente citaba a asamblea, le pregunté a Scaramusso dónde se reunían habitualmente.

–No tenemos lugar fijo –me contestó, –pero generalmente lo hacemos en la puerta de casa, allí nos sentamos y deliberamos. Les acompañé a la clase y ya me iba a retirar, cuando Scaramusso me invitó a que presenciara la asamblea.

Se abre la sesión. El presidente, que lo era Scaramusso, indica al secretario que lea el acta anterior. El secretario extrae del pantalón un papel, con tres o cuatro sellos de tinta violácea en el que se leía el nombre del club y comenzó su lectura:

Buenos Aires, 1º de abril de 1908. En la puerta de la casa del presidente, reunidos en asamblea los integrantes del Club de Football ‘Forzosos de Almagro…’

–¿Cómo? –interrumpí: –¿Qué quiere decir eso de ‘Forzosos’?

–Quiere decir –me dijo Scaramusso en tono altivo y como defendiendo en el título del club todo el símbolo de bravura de los muchachos, –que estamos todos dispuestos a ganar siempre, que queremos dar a los clubs del barrio muestra de pujanza y que no admitimos rivales en el fútbol. Contuve la risa, pues era de ver el ardor con que aquellos muchachos defendían el nombre de su club, y traté de convencerlos de que cambiasen el nombre. Alguien propuso ponerle mi nombre, a lo que me resistí, como era natural; se inició luego una gran discusión, y se propusieron diversos títulos, desde luego más lógicos que aquel de ‘Forzosos’, que nada significaba, ni siquiera gramaticalmente.

Surgieron ‘El Invencible’, ‘El Centinela de Quito’, por la calle en que había nacido, ‘Cestos y Canastas’, ‘El Triunfador de Almagro’, ‘El Almagreño’, ‘Almagro’, ‘Río de la Plata’…

Scaramusso interrumpió la discusión y propuso un nombre: ‘San Lorenzo de Almagro’. Al principio tuvo algunas resistencias, pues los más impetuosos, querían que el nombre llevara implícitamente un sello de predominio y de fuerza; pero les expliqué todo el significado de aquel nombre tan bien encontrado por Scaramusso, y no surgió más inconveniente que el de la reforma del sello. Alguien murmuró… Que pague la compostura el padre Massa; y yo, acepté gustoso tan modestísimo sacrificio. El nombre del club quedó ese día cambiado, y en la siguiente asamblea ya los muchachos del ‘Club San Lorenzo de Almagro’ leyeron una carta mía, que acabó por convencer a los más reacios.

El significado del nuevo nombre según una carta del padre Massa 
La carta decía así: Doy mi conformidad, si ella fuera necesaria, para que el nuevo nombre de este Club sea desde hoy ‘San Lorenzo de Almagro’ y les voy a decir el porqué: ustedes quieren ciertamente ingresar lo más pronto que sea posible a la Asociación Argentina de Football. Para ello necesitan ustedes disciplina, constancia y valor. Y en este nombre ‘San Lorenzo’ tienen ustedes el símbolo de estas virtudes y condiciones que deben caracterizarlos y acompañarlos en todos sus actos. El nombre de San Lorenzo nos recuerda un mártir de la Iglesia Católica y nos recuerda también la primera batalla librada por San Martín. Imitando el valor y la constancia de San Lorenzo Mártir, podrá este nuevo club conseguir y afianzar en posiciones que lo destaquen entre sus similares, hasta llegar a la meta, o sea a figurar en el círculo privilegiado de la Asociación Argentina de Football, y teniendo presente el primer triunfo de San Martín, fruto de la disciplina, se levantará sin duda sobre una base inconmovible, pues es la disciplina el nervio de toda institución. Y me agrada además ese nombre con su doble significado porque me parece que en esta época de cobardías en la manifestación de los propios ideales y de las propias creencias, pone en la bandera del nuevo club la nota robusta que proclama los dos ideales más nobles que pueda abrigar el hombre: Religión y Patria. – Fue mi carta leída con religiosa atención de todos los allí reunidos y una ovación cerrada confirmó el bautizo, del hoy tan brillante club deportivo de Almagro”.

(N. de la R.): Fragmento del artículo sobre San Lorenzo de Almagro aparecido en el Nº 1888 de la revista “Caras y Caretas” publicado el día 8 de diciembre de 1934. La entrevista al R.P. Massa está integrada por “textuales fragmentarios” del sacerdote en los que aparecen huecos informativos luego precisados en indagaciones posteriores y algún que otro “vuelo literario enriquecedor” del cronista.

Una entrevista para la historia “Ricardo Bellotti el socio N° 1”
El oratorio de San Antonio en la calle México, lugar donde se realizó la asamblea fundacional en 1908

En 1935 se transformó en el socio número uno. Desde 1919 formó parte de las distintas Comisiones Directivas ocupando el cargo de vocal e intendente, además presidió distintas subcomisiones en los deportes federados.

En todas estas funciones mostró una idoneidad admirable ya que trabajó por el club con mucha decisión y amor por la divisa. En febrero de 1935 Ricardo Bellotti declaraba:

“Es lindo dirigir los clubes cuando son pobres, cuando nadie quiere tener la responsabilidad de ser dirigente. Yo no me explico cómo hay tanta gente deseosa de entrar a la comisión en los clubes grandes, donde todos los socios se saben con derecho a mandar y lo que es peor a criticar, en épocas que teníamos que ir a Martínez a jugar no pasaba eso.

Recuerdo que nos reuníamos en el almacén de Fragoso, en la esquina de Quintino Bocayuva y Belgrano. Forzosos de Almagro ganó varios campeonatos de ligas independientes. Al poco tiempo se le cambió el nombre, reconociendo que aquel no era muy apropiado ni muy castizo. Fue el Padre Massa quién insinuó el nombre de San Lorenzo de Almagro que fue aceptado en una asamblea que se realizó en la capilla. Cuando ya nos vimos con fuerza suficiente como para jugar en serio ingresamos a la Asociación que nos dio sitio en segunda, alquilando entonces el Club Olimpia. Luego del ascenso a primera la cancha de Olimpia no cumplía las exigencias para la divisional superior, para ello se alquiló en 1915 Ferro Carril Oeste para pasar a jugar en Avenida La Plata en 1916 donde el Club San Lorenzo de Almagro pagaba un alquiler mensual de veinte pesos.

Teníamos una casillita con ducha de agua fría que todavía hoy conservamos como una reliquia debajo de la tribunita techada que aún presta sus servicios y que construimos en 1923. Recién en esa fecha, hace poco más de diez años, San Lorenzo empezó a levantarse. Y si no juzgue por este dato: la Secretaría del club San Lorenzo de Almagro ¿Sabe lo que era? Un salita que alquilábamos en la esquina de Quito y Mármol y por la que estuvimos pagando hasta 1921 $ 25 mensuales. Cuando nos instalamos en Avenida La Plata ese gasto fue suprimido por economía resolviéndose que la comisión se reuniera en la casilla del field.

Después con unos pesitos de las recaudaciones pudimos construir una tribunita de siete gradas. ¡Me acuerdo de la admiración que despertó en nosotros esa obra!

Nos parábamos a contemplada y decíamos ‘con esto tenemos para rato’. Pero el disloque, lo extraordinario aconteció cuando San Lorenzo se midió con Racing en la cancha de River alrededor de 1921. Nuestro potrero no tenía capacidad para un partido de esa importancia y resolvimos jugarlo en la Dársena ¡Se recaudaron $ 3.500 pesos! ¡Suma exorbitante, fenomenal, ni soñada siquiera! Pareció tanto aquello que en la misma semana se nos pidió a Racing y San Lorenzo que jugáramos otro partido a beneficio del Círculo de la Prensa porque estaba comprobado que arrastrábamos a un mundo de gente…

En cuanto al pago que se le daba a los jugadores, yo mismo era el encargado de entregarles el dinero después del partido ¡Dos pesos a cada uno! Así empezó el profesionalismo. Después de dos se fueron a cuatro, de cuatro a diez, de diez a veinte. Pero Luis Monti el mismo que ahora gana miles de liras, era uno de los que recibía dos pesitos por partido ¡Con decirle que cuando pretendieron que de dos se les aumentara a cinco hubo un conato de huelga! Se tranzó esta vez en cuatro pesos, pero más tarde pidieron diez, la huelga se hizo de veras y fue cuando el club perdió a Caldano, Sánchez, Valente y otros.

Para mi Larrandart es el crack de los dirigentes. Tanto ha hecho por San Lorenzo así en el aspecto deportivo como en el de la administración, que se hace difícil elogiarlo. Además lo conocen todos muy bien. La otra figura es Don Pedro Bidegain, aunque adversarios en la política interna del club dieron todo por él cuando se trató de dirigirlo. Larrandart es el progreso mismo de San Lorenzo y Bidegain ha sabido ser el complemento de aquel como lo demuestra la obra por él realizada.

Otros hombres destacados dentro de la Institución aunque ligeramente debajo de aquellos han sido Scaramusso que desempeñó la presidencia hasta 1919 desde que se fue Gorena en 1914, luego ascendió Larrandart en una asamblea en que concurrieron 35 socios cuando San Lorenzo tenía un total de 300. Se fue rápidamente a 1.500 teniendo en la actualidad alrededor de 16.000 asociados. Tenemos en la historia además de los citados a Antonio Mulet que hizo mucho por el club cuando se le necesitaba, a Bavastro, Molina, Antonio Pini que ayudaron a San Lorenzo en todos los aspectos y a José Fragoso el almacenero cuyo negocio nos sirvió en un principio de Secretaría y que más tarde dio sus pesitos al club. Alrededor del veinte San Lorenzo empezó a crecer.

¿Sabe cuál fue el síntoma que nos dio la sensación del progreso? La primera recaudación de cien pesos que hicimos en el potrero de Avenida La Plata”.

Revista “El Gráfico” 2 de febrero de 1935

 

 

 

Share via
Copy link
Powered by Social Snap