Una final, hace medio siglo

San Lorenzo. El bicampeón del 72 y sus memorables actuaciones. Por Mario Bellocchio

En un atardecer caluroso de domingo, un 17 de diciembre de hace cincuenta años, las tribunas del Amalfitani –el viejo estadio aún no reformado para el Mundial– parecían derretirse con la doble influencia del clima y el fervor de la gente. Alberto Deán recuerda: El calor fue insoportable. Una muchedumbre –se vendieron 53 mil entradas– cubrió el cemento. La cancha era distinta. Las hinchadas estaban juntas. Medio estadio para San Lorenzo y el otro medio para River. Y las plateas, divididas (1). Pegado al alambrado junto con mi padre, apretados como sar­dinas de tan colmada que es­taba la popular… (2)dice, recordando, Adolfo Res, hoy célebre referente de la vuelta a Boedo. No era necesaria otra descripción para saber que allí se disputaba una final.

San Lorenzo y River llegaban desde trayectos diferentes. El Ciclón, que trataba de mojonar la historia con un doble campeonato en el año, venía de coronarse brillantemente en el Metropolitano cuatro fechas antes de finalizar el torneo. Una particularidad de las tantas que estableció aquel inolvidable equipo fue que el título llegó cuando estaba jugando un amistoso con Guaraní Antonio Franco…, a 1200 kilómetros del Gasómetro. El empate de Racing le concedía una ventaja inalcanzable en las cuatro fechas que faltaban. Algunos hitos de ese torneo resultarían memorables: 4 a 0 a River en el Monumental y 3 a 0 a Boca en la Bombonera son botones que bastan para la muestra de un torneo que no había comenzado demasiado bien y que soportaría las bajas del “Lobo” Fischer y el “Tano” García Ameijenda.

Recién en la sexta fecha se incorporaba el estratega –el “Toto” Lorenzo– un titiritero inefable con larga actuación en Boedo. En 1972 regresó por tercera vez, para armar un equipo casi imbatible que se metió en la historia del fútbol argentino al consagrarse por primera vez en nuestro fútbol campeón de los dos torneos disputados en una temporada, e incluso fue el técnico con mayor porcentaje de puntos en juego obtenidos de toda la historia del fútbol argentino en la era profesional: 89,63%, que logró el San Lorenzo Campeón Nacional de 1972 (3).

Todo esto ya era sólo un incentivo para el récord cuando el Ciclón se presentó aquel 17 de diciembre en el Amalfitani a disputar la final del torneo dividido en dos zonas. San Lorenzo se había clasificado ganando 10 de los 13 partidos y empatando los restantes, con 29 goles a favor y sólo 6 en contra.

Antes del comienzo el “Toto” armó una comedia de enredos efectistas. Durante la semana Veglio, lesionado, pareció descartado. Pero se le mandaban mensajes a River por intermedio de la prensa, señalando que el ”Toti” iba a jugar. Y la guerra de nervios y misterios creció en los momentos previos Veglio llegó junto al plantel y partió rumbo al vestuario. Los rumores se transformaron en partes de combate. Veglio se cambió y se dejó ver, por todos los cronistas radiales. “Juega, juega”. Y la planilla que no aparecía. Juan Eulogio Urriolabeitia, entrenador de River, dudaba. Y tampoco daba la formación titular. Todo fue tensión, incertidumbre. En los calientes escalones de cemento las populares se estremecían. Hasta que llegó la hora de ir a la cancha. Y Veglio ni apareció, claro. Pero la estratagema de Lorenzo desacomodó a River.

En esos 120 minutos San Lorenzo cerró un año deslumbrante. Con oficio, juego, equilibrio y funcionamiento, neutralizó al River de J. J. López, Morete y Alonso. Y le puso el moño a una temporada brillante (4).

El equipo que disputó esa final

El partido transcurrió con la abrumadora superioridad del Ciclón que, sin embargo, no podía concretarla en el marcador. Y el fútbol no es boxeo, no se gana por puntos. Cuando ya el árbitro se llevaba el silbato a los labios para pitar el final del tiempo reglamentario y pasar al suplemento, “Pinino” Más cometió una torpeza dentro del área en perjuicio de Luciano Figueroa, y…, ¡penal!: ¡Era el Título!

¿Qué otra cosa podía ser pateado por Chazarreta, el mejor jugador del partido? Tomó carrera, la calzó demasiado abajo…, y se fue demasiado arriba. ¡Muy abajo le pegó. Muy arriba la mandó! Por un breve instante toda la ilusión se derrumbaba. No sólo el error, sino el golpe sicológico sobre el mismo final.

“Escúcheme, usted fue el mejor jugador del partido, si quiere lo saco”– cuentan que le dijo el Toto a Chaza en el breve entretiempo antes del suplementario. Oferta que fue desechada de plano por el jugador. Muchos años después, durante una entrevista realizada por la audición radial “San Lorenzo Ayer, Hoy y Siempre”, Chazarreta contó: “El Toto me tocó el amor propio y cuando en la primera pelota en el suplementario la hinchada me ovacionó, no dudé que ganábamos la final” (5).

 

A los 9 minutos y medio del primer minitiempo de quince, Victorio Nicolás Cocco –aquel que “pateaba” con la cabeza– le sirvió un pase medido al “Ratón” Ayala. Y aunque “en Europa no se consiga” nada igual, se las ingenió para eludir a Daulte y a Dominichi y, con la puntita del botín, ponérsela a Luciano Figueroa. Y el “Lele Figuerola”, como solíamos decirle, no falló: Perico Pérez resultó crucificado…, uno a cero. Faltaban 20 minutos, pero fueron un monólogo azulgrana sólo en espera del último silbato de Roberto Goycochea en la tarde calurosa, el que consagraba a San Lorenzo bicampeón de la temporada, con la conquista del Campeonato Nacional 1972.

“Ya todos saben que Boedo está de joda, y River llora, y River llora”. “Hágalo circular, hágalo circular, este es otro año que tiene River para llo­rar”. Buen momento para reverdecer otro lauro, el del ingenio de la hinchada con ácido humor sobre su rival utilizando la música popular del momento. Palito Ortega y Pipo Mancera, agradecidos.

El mundo azulgrana regresaba al Gasómetro –con la “doble euforia”– a ver la vuelta olímpica del plantel en casa, la ronda inolvidable de Ayala, Cocco, Cha­parro, Chazarreta, D’Alessandro, Espósito, Figueroa, Fon­tana, Glaría, Heredia, Irigoyen, Irusta, Maletti, Ortiz, Piris, Pitarch, Rezza, Rosl, Sa­linas, Sanfilippo, Telch, Veglio, Villar, Verderi y el inefable “Toto” Lorenzo, en el centro de la escena, por supuesto, en un atardecer caluroso de domingo, un 17 de diciembre de hace cincuenta años.

(1) Alberto Deán, “100 años de pasión”, Dos editores, Buenos Aires 2007.
(4) Ib.

(2) Adolfo Res, “El glorioso San Lorenzo”, Edición del autor, Buenos Aires 2008.

(3)y(5) Ib.

  • River fue con Perico Pérez; Japonés Pérez, Dominichi, Daulte y Giustozzi; JJ. López, Vázquez y Beto Alonso; Mastrángelo, Morete y Más.
  • San Lorenzo jugó con Irusta; Sapo Villar, Rezza, Heredia y Rosl; Telch, Espósito y Victorio Nicolás Cocco; Lele Figueroa, Rubén “Ratón” Ayala y Chazarreta.
  • Ingresaron luego Carlos López y Tola Scotta en la banda y Oscar Ortiz y Sanfilippo en San Lorenzo.
  • Arbitró Roberto Goicochea. Hubo 53.000 personas en las tribunas.

 

 

 

 

 

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