Un 24 de marzo, 40 años después

Hace mucho, pero mucho tiempo, que no se ve una manifestación tan multitudinaria como la de ayer. Había mucho para recordar. Y mucho más aún para decir de los tiempos que nos toca vivir. Y así fue. Hubo momentos en que la realidad puso bronca y el recuerdo, homenaje y tristeza, mientras el fervor de la comunión popular aportó sus cantos y alegría. Decenas de miles de almas volcadas a la calle en ofrenda y reclamo arrojando sus voces, pretendiendo ser escuchadas por los que ya no están y por aquellos que necesitan de una aguda amplificación para darse por enterados. En ese sentido, ayer sobraron decibeles… (MB)
Entre los 40 años y los cien días*

Con la sensación de ahogo casi corporal entre quienes iban abriéndose paso, la Plaza de Mayo apareció como una respuesta “fuera de serie”. De miles y miles convocándose una conmemoración pinzada entre los 40 años del golpe cívico-militar y los primeros 100 días a puro vértigo hacia la derecha coronada por la presencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Esta vez, el movimiento de derechos humanos convocó bajo la consigna: “40 años de lucha, memoria y militancia. Sin Derechos no hay Democracia”. Pasadas las cinco de la tarde, con columnas de agrupaciones sociales, sindicales, estudiantiles y de agrupaciones políticas que todavía no podían ingresar a la Plaza, los organismos leyeron un texto que dibujó un círculo entre este 2016 y ese marzo de 1976, sus efectos, económicos, políticos, culturales y sus actores. “El gobierno de Macri, como sostuvo Rodolfo Walsh en 1977 en su Carta Abierta a la Junta Militar, ha ‘restaurado la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación”, dijeron. “39 años después de esa Carta, los miles de despidos, la persecución a la militancia, los planes sociales desarmados, las leyes del Congreso en contra del pueblo y la represión, son algunos de los hechos de los primeros días que nos convocan a defender la democracia.” Los homenajes y movilizaciones se replicaron en las plazas de todo el país.

Ante el palco, las banderas se bajaron para escuchar el texto durante casi treinta minutos de diálogo con el escenario. Hubo silencio. Pero la Plaza también interrumpió para responder con sus cantos. ¡Vamos a Volver!, se oyó desde temprano. El hit tal vez de esta marcha, repetido en subtes, en las calles, mientras cada quien avanzaba sólo o con sus agrupaciones hacia avenida de Mayo. ¡Patria sí, colonia No!, cuando el documento de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Familiares e HIJOS hizo referencia a Estados Unidos, los buitres y la deuda.

Por primera vez en 20 años y como un signo de época, las centrales obreras abandonaron su lugar histórico en la retaguardia de la marcha para ubicarse en los lugares que ocupaban las agrupaciones políticas. Salieron así detrás de la cabecera de la marcha, ocupada por los organismos de derechos humanos con la bandera de los detenidos desaparecidos y del movimiento estudiantil. El cambio de esas posiciones también marcó uno de los ejes centrales del documento. “Por eso hoy están en esta Plaza las centrales obreras, porque los trabajadores son la Patria, porque no vamos a permitir que nos roben el derecho al trabajo, ni que le pongan techo a las paritarias, ni que estigmaticen a los trabajadores y trabajadoras. Después de más de 12 años de un proyecto de inclusión, hoy las políticas de Estado empiezan a ser de exclusión social, política, económica y cultural”. La Plaza respondió. “¡Macri vos sos la dictadura!”. Para entonces, las organizaciones obreras habían quedado encolumnadas detrás de una bandera frontal: “Los trabajadores son la Patria”, decía con dos logos en sus extremos. Uno de la CTA y otro de la CGT. Atrás, marchaba ATE Capital, UTE, Foetra, UOM, Bancarios. Hubo banderas de la Juventud Sindical de Facundo Moyano y de la Secretaría de Derechos Humanos de la CGT.

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El documento ya había enumerado los efectos del 24 de marzo de 1976 en los primeros párrafos. Los 30 mil desaparecidos, pero también la pobreza, el hambre y el miedo. Recordó entre los impulsores del golpe a la alianza de grupos económicos, la cúpula de la Iglesia, la Justicia y el gobierno de los Estados Unidos. Hubo un párrafo destinado a la Doctrina de la Seguridad Nacional. “¡¡¿¿Y vieron lo que dijo Macri hoy en el Parque de la Memoria?!! –preguntó Lita Boitano desde el escenario, rompiendo el protocolo de lectura y en alusión al acto que se había hecho por la mañana al que los organismos de derechos humanos decidieron no ir. “Macri dijo ‘Nunca Más a la violencia política e institucional”, explicó Lita a la Plaza. Y aclaró: “Es decir habla de la teoría de los dos demonios”. El documento pidió por la libertad de Milagro Sala, denunció su condición como “presa política”. Pidieron la derogación de la Ley Antiterrorista. Y volvieron a pedir la renuncia del ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires Darío Lopérfido.

En el escenario se sucedieron Estela de Carlotto y Manuel Gonçalves por Abuelas de Plaza de Mayo, Taty Almeida de Madres Línea Fundadora, Lita Boitano y Graciela Lois de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Amy Rice y Carlos Pisoni de HIJOS.

La Plaza también recordó: ¡¡Néstor no se murió!! Y entre el “Vamos a Volver” se oyó el “Acá están los pibes para la liberación” y el “si la tocan a Cristina qué quilombo se va amar”. Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, saludaba desde un camión en la que la acompañaban Aníbal Fernández, Guillermo Moreno, Carlos López, Tristán Bauer y otros ex funcionarios kirchneristas.

“Hay un humor social que es producto de la cultura del macrismo”, explicó David “Coco” Blaustein mientras pasaba bajo la bandera del CELS. “Esa cultura es la que preparó esto para que fuera lo que iba a ser: esta Plaza es una expresión fuera de serie que ellos mismos han generado. Macri y Obama han generado esto hoy más que nunca”, dijo mientras caminaba y observaba la multitud, enorme, inabarcable. “Acá hoy hay que tener en cuenta las dos Plazas, esta y las de las agrupaciones de izquierda que vienen atrás. Es la suma de las dos Plazas lo que hace hoy de esto un movimiento absolutamente inflexible”.

Nicolás Postermak emergía más temprano del Subte, Línea B, casi a las dos de la tarde. Iba a la cabecera de la marcha: cruce de Avenida de Mayo y 9 de Julio. Docente de música en la escuela de Artes de la Municipalidad de Lanús, 33 años de edad, en 2001 ni siquiera podía imaginar que iba a poder dedicarse a la música. Hoy está en estado de alerta porque están echando compañeros. “Estoy acá porque me siento identificado con las reivindicaciones de los organismos de derechos humanos y porque creo que hay que poner el cuerpo en este momento más que nunca”. Elena Naddeo lo escuchó y comentó su impacto por el acto en el Parque de la Memoria. Ex diputada de la Ciudad de Buenos Aires por FpV, integrante de la APDH, explicó que el organismo recibió llamadas del gobierno para pedirles que convencieran a los trabajadores del espacio a que recibieran a Obama. “Estamos acá por el homenaje a los 30 mil desaparecidos –dijo ella–, porque nunca más una dictadura ni autoritarismos y porque los organismos de derechos humanos dieron un ejemplo al no concurrir al Parque”.

Paula Castiglione, 36 años, referente de la murga la Resaca de Palermo, caminaba en compañía de Violeta, Romina, Lucila, Máximo, Jerónimo y Dulce, niñas y niños de 8 a 10 años, vestidos de brillo y carnaval. Un tambor cantaba un nuevo hit a tono con la época: “Hay un gorila suelto en la rosada / Y piensan que el pueblo no va a hacer nada”. “Vinimos acá –dijo Paula– para que nuestros hijos tengan memoria, pero también que sepan lo que es la derecha en ese país”.

Una performance acompaña a las Madres de la Trata. Luisa Esther Olivera, una de ellas, contó que era la primera vez que sumaban su organización a la marcha del 24. “Es la primera vez que estamos acá y lo hacemos porque nuestras hijas también están desaparecidas, son desaparecidas en democracia. No tenemos noticias de ellas. El gobierno no hace nada. Mi hija Mariela desapareció de mi casa, se la llevaron de la puerta, tenía 14 años”. Y así como las Madres de la Plaza alguna vez se pusieron los nombres de sus hijos en los pañuelos, ellas usan pancartas. Mariela es Mariela Tasat, desaparecida el 7 de septiembre de 2002.

“Cien Volando” es el nombre de un grupo de mujeres activistas, vestidas de negro, tul y paraguas negros. Nacieron como emergente de la derrota en las últimas elecciones. Los vestidos evocaban a las Madres de Plaza de Mayo. Cien volando, a la idea de evitar aferrarse a un pájaro y dejar de volar.

Los trabajadores de Tiempo Argentino, que no cobran salarios hace tres meses, hicieron una producción especial para el 24 de marzo. Desde el escenario pidieron que todos los que contribuyeron con esta causa, levanten los diarios. En la columna de Patria Grande había dos enormes muñecos: uno de Obama y otro de Macri. Macri go home, decía un cartel.

Las banderas de las agrupaciones políticas avanzaron por atrás de las centrales obreras. Una fracción de la Tupac Amaru logró tomar una delantera temprano y colarse en la Plaza. Las otras quedaron alineadas con las banderas del sector que más creció en términos de presencia en estas marchas en los últimos años. Estuvo Kolina. Nuevo Encuentro, que ocupó tres cuadras y La Cámpora, entre cuatro y cinco. También estuvieron en la calle el Movimiento Evita y Descamisados.

Cuando se acercaban las cinco de la tarde, el escenario pedía espacio para la entrada de la bandera de HIJOS. ¡Ya están en la Pirámide, pero no pueden llegar!, decían. Cuando finalmente entraron, la Plaza aplaudió y aplaudió, hasta picarse las manos. Horacio Pietragalla, ex diputado del FpV, integrante de Abuelas y ahora secretario de derechos humanos de Santa Cruz, leyó una carta de Milagro Sala. “Vemos que poco a poco algo de lo peor de la dictadura se repite: privación ilegal de la libertad, causas armadas para justificar detenciones, torturas y censuras”. Nombró a Carlos Blaquier del ingenio Ledesma como responsable de desapariciones y aún impune, a su contribución con el gobierno de Gerardo Morales. Y al terminar, pidió la libertad de la dirigente social.

En la calle, Claudia Percuco logró agarrarse de un poco de bandera, en el lugar en el que pudo porque no encontró al amigo desaparecido de uno de sus amigos. “Porque Nunca Más estoy acá –dijo–, porque nunca más existan estigmatizaciones, por eso también traigo a mi hija hace tres o cuatro años”. Valentina, de 21, años es una estudiante de Exactas que llegó por primera vez a la Plaza. Marina Franco es historiadora. Esperaba a colegas que decidieron reunirse en un sector de Avenida de Mayo. “A diferencia de otras veces lo que ahora ves acá es una mayoría de gente joven, gente que probablemente no vivió la dictadura o era muy chico, lo cual quiere decir que hay una memoria sobre el terrorismo de Estado que se construye socialmente y se transmite generacionalmente”.

 

(*) Alejandra Dandan, “Entre los 40 años y los cien días”, (El país › Multitudinaria manifestación para conmemorar el golpe de estado del 24 de marzo de 1976), Página 12, 25/3/2016

 

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