Los 100 años de un club de barrio

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El GON, una institución barrial cuyos orígenes cumplen un siglo. Mario Bellocchio

El GON, una institución barrial cuyos orígenes cumplen un siglo, recibe el homenaje comunal de una plaqueta conmemorativa, como sobreviviente a la desaparición forzada de las modestas agrupaciones nacidas en tiempos en que su amparo era una necesidad social del entorno vecinal.

La Comisión de Fiestas de este Club, tiene el agrado de invitar a Vd. y familia a la Fiesta Campestre que se realizará el Domingo 9 de Febrero próximo en el MONTE CRIOLLO (Puente Zapiola) situado en Merlo, F. C. O., y vería complacida su asistencia. Saluda a Vd. atentamente: Dr. Ramón A. López (Presidente).

La invitación —formal— pasa a seducir cuando se enumeran las actividades: parrillada desde muy temprano y a las 12 ½ (sic) gran asado con ensalada, minestrún a la genovesa, quesos, frutas, vino, cerveza y Bilz a discreción. 

Menú obligatoriamente abundante para los recientes participantes de las carreras de enhebrar la aguja, del huevo en la cuchara, de embolsados, de tres pies, para atrás y haciendo el moñito. Y las famosas cinchadas de solteros contra casados o de flacos contra gordos. La invitación es de la Sociedad de Fomento Don Juan de Garay, febrero de 1930.

Eran tiempos protagónicos para Boedo. Las grandes quintas ya habían sido loteadas, fragmentadas con el trazado urbano y la actividad social bullía vecinalmente a la par que las sociedades de fomento se afincaban amparando las necesidades populares.

Baile de Carnaval en el Juan de Garay

Ya se cumplían casi cinco años —desde agosto de 1925— que en Pavón 3916 se abriera la Sociedad de Fomento don Juan de Garay y, justo para la fecha de la invitación, con el incremento de la actividad vecinal, se decidiera modificar parcialmente los estatutos para transformar la primitiva denominación en Círculo Social. Los bailes y reuniones de diverso tipo, que no excluían las de índole familiar como casamientos y cumpleaños, podían así ocupar con propiedad los salones de la institución. La subcomisión de fiestas tenía un destacado lugar como organizadora de los eventos con la participación de números artísticos de variado renombre. No faltaban la biblioteca, los billares, los juegos de mesa; el ingreso a la reclusión nocturna hogareña reconocía así un obligado paso previo —voluntario y placentero— por las instalaciones del club.

En las inmediaciones, mientras tanto, el abrupto crecimiento vecinal generaba emprendimientos similares. Allá por Rondeau y avenida La Plata —Rondeau 4153, para ser más precisos— nacía de la inquietud vecinal, en 1929, para albergar las actividades lúdicas, el Club Social y Deportivo Odeón. El periplo de sus sucesivas sedes recorre un camino que pasa por un local en avenida La Plata, cerca del Viejo Gasómetro, para afincarse finalmente en Pavón 4135, a tan sólo dos cuadras del Garay. Una tradicional elección de “misses” entre las jóvenes asociadas, los torneos interclubes de “casín” y una abundante actividad social sostuvieron la vigencia del Odeón hasta los años 50 en que las costumbres de la población cambiaron de la mano de una nueva perspectiva económica del estrato social habitué de sus salones. Ya no era el club la única variante en donde depositar los momentos de ocio.

El abandono forzado de las instalaciones de Pavón, la proximidad con el Garay y el aporte que produjo la venta del local de avenida La Plata propulsaron la unión. El GO (Garay-Odeón), así bautizado en octubre de 1951, nacía con el refuerzo de actividades similares y vecinas en la sede de Pavón 3916, que, gracias al aporte económico del conjunto así formado, pudo adquirirse un año después de la fusión.

En los años treinta era impensable que un obrero o empleado desplegara su ocio o sus habilidades deportivas de amateur en otro lugar que no fuera el club barrial. Así lo imaginaron un grupo de vecinos de Pavón al 3500 cuando crearon, en agosto de 1934, el Neptunia Athletic Club. Esta agrupación puso el acento en lo deportivo, sin descuidar lo social y cultural, a tal punto que por 1939 su —entonces— sede de Garay 3547 se trasladó a Castro 1852, donde se incorporaron canchas de tenis, pelota, básquet y otras instalaciones de importancia para prácticas deportivas.

La vida social contaba con destacados eventos en los aniversarios y los bailes de Carnaval, en los que se recuerda la presencia de grandes orquestas y cantantes: Carlos Di Sarli con Roberto Rufino, Juan D’Arienzo, Aníbal Troilo con Francisco Fiorentino, Oscar Alemán, Francisco Canaro con Roberto Famá, Ricardo Tanturi con Alberto Castillo…, y una larga lista de luminarias del momento.

Pero el Neptunia brillaba con el sol: el básquet se afilió a la Federación Argentina y participaba en su torneo; y un cúmulo de asociados se destacaban en tenis, bochas, pesas, gimnasia en aparatos…, hasta comienzos de la década del 60, con la consolidación que suponía la reciente adquisición del predio mediante el apoyo vecinal. La circunstancia nacional se encargó de truncar el ascenso. Las precariedades de la economía precipitaron, a pesar de los logros, la deserción de la masa societaria. Allá por 1964, ante la situación imperante, la comisión directiva decidió poner en venta la sede social y, posteriormente, tratando de preservar a un núcleo de fieles asociados, iniciar la negociación con los vecinos del GO para la fusión de las entidades.

Hace cincuenta y siete años, en mayo de 1968, nacía de esas tratativas el GON (Garay-Odeón-Neptunia) guiado por el viejo precepto de que “la unión hace la fuerza”. Aún hoy —recuerda Alberto Venturiello, su actual presidente— se discute si no fue desacertado quedarse con Pavón como sede y no haber sostenido, en cambio, lo de la calle Castro, de mayor amplitud. En años en que la personería jurídica la firmaba el presidente de la República, el Neptunia había logrado refrendarla; la firma: Juan Domingo Perón. Lo cierto es que la ampliación de ese documento permitió contar con personería al reciente GON.

Lo que sigue son algunas pinceladas que permiten delinear los años de actividad conjunta de aquellas entidades originarias lo que, en las condiciones —más bien condicionamientos— que deben soportar los clubes de barrio de estos tiempos, se trata de una supervivencia transcurrida con honor y orgullo.
El primer impulso de la unión fue fructífero en lo social. Recuerda Venturiello con nostalgia la cena-baile de los sábados, una actividad que llegó a convocar a tantos asociados que la comisión directiva se abstenía de participar para ampliar la oferta de mesas. Eran netamente familiares. Lamentablemente, al no poder ocuparnos del aspecto culinario lo debimos resignar en los “buffeteros”. A raíz de eso el mantenimiento del edificio fue descuidado y comenzó una etapa de deterioro que sólo pudo salvarse con un subsidio que se nos concedió durante el gobierno de Aníbal Ibarra.

Paralelamente, el salón siguió albergando actividades tales como teatro, espectáculos artísticos, patín infantil, el recordado Fogón de los Arrieros, ajedrez, gimnasia para damas y reuniones de todo tipo que incluyen a las que el ámbito prestó cobijo —muchas veces desinteresadamente— a instituciones de toda índole que utilizaban las cómodas instalaciones. Un camino lleno de obstáculos que incluyó atravesar crisis económicas y los duros tiempos del “Proceso”, el neoliberalismo menemista y la debacle del 2001. A todas estas calamidades sobrevivió sin entrega de principios. Agrega su actual presidente: en las crisis económicas que vienen del 80 y pico —o antes— la gente entraba en mora con la cuota social o se borraba. Y entre la autopista, que dividió al barrio en dos y segregó al sur, y la apertura del supermercado, tiraron al comercio de una zona que era muy activa en ese aspecto. Ahora no es ni el 10% de otra época.

En los años de la dictadura militar nos ayudó que las actividades del club no asumían una militancia política, ideológica o religiosa determinada sino que, por el contrario, reunía a todos en el uso de los horarios de descanso de las tareas que cada cual llevara a cabo. A pesar de eso recuerdo que una vez nos pidieron realizar una actividad de difusión; argumentamos falta de fondos —que ellos no proveían— para realizarla. Y de vez en cuando aparecía algún observador de nuestro Tae-kwondo que se les antojaba “subversivo”. El hijo de un miembro de la CD se tuvo que ocultar porque formaba parte de una Comisión Social de los Tribunales de San Isidro. 

Tal la paranoia de aquellos tiempos. Con la llegada de la democracia los alquileres del salón dieron un respiro económico. Y no sólo para reuniones sociales familiares. En algunas de índole política pasaron por el GON Andrés Framini, Norberto La Porta, Aníbal Ibarra, Horacio Rodríguez Larreta, Dante Gullo, Arnaldo Goenaga, los legisladores Roberto Destéfano, Milcíades Peña y Liliana Parada, por nombrar los de conocimiento más difundido. Aparecen en el recuento las actividades solidarias como la de Viviana Sotolano, que articuló un conjunto de integración de niños con síndrome Down con otros pequeños sin esta discapacidad, y las reiteradas oportunidades en las que el club prestó colaboración gratuita al gobierno de la ciudad para gestionar documentación o reuniones de promoción de planes sociales; funciones teatrales —Haydée Padilla, entre otros— y musicales donde actuaron desde cantantes líricos —Agrupación Lírica Argentina— a bandas de rock —Manzana Podrida, Lala Mandarina— y orquestas típicas juveniles —la UOT, Unión de Orquestas Típicas: Fervor de Bs. As., El Afronte, La Furca, Seis para el Tango, La Bidú, Vayan Saliendo, La Imperial; grupos teatrales y folclóricos, coros… Lo de la UOT produce el fenómeno de la incorporación de turistas, por la vigencia del tango y la promoción que los conjuntos se encargaban de establecer en otros lugares en donde actuaban.
Quedaba el déficit deportivo. Para cubrir esa falencia en el 89 se consigue el padrinazgo de Cochabamba 3750 (bajo autopista del GCABA), donde se hace fútbol, handball y un poco de básquet para menores. El padrinazgo estipula el uso del predio, habilitado para la participación de todo público, sin retiro de ganancias (¿Retirar? Siempre hay que poner —acota Venturiello).

A fines del 2004, el 30 de diciembre, se produce la tragedia de Cromagnon. Y, como suele suceder en estos casos, del descontrol se pasó a las hiperexigencias para habilitaciones. El 17 de septiembre de 2006 clausuran la sala del GON. Manzana Podrida realizaba un encuentro para juntar alimentos para un comedor de Ciudad Oculta —relata Venturiello—No se cobraba entrada, el salón se cedía para esa actividad solidaria. Y nos clausuraron “por no haber pedido autorización para realizar ese evento”. Para la rehabilitación exigían entonces, además del equipamiento de las instalaciones, una ambulancia en la puerta, un médico, un electricista matriculado y un bombero. Eran disposiciones totalmente inalcanzables para un lugar donde entran ciento y pico de personas. Y más aún si la reunión es gratuita. La clausura se circunscribió a los espectáculos que en ese momento generaban gran parte del sustento del lugar.

El comunero Hernán Gorreta entrega la plaqueta de los 100 años al presidente de la institución Alberto Venturiello

La actividad actual de Pavón remite al Centro de Jubilados y Pensionados “Noninos”, dirigido por Noemí Oneto —esposa de Venturiello y descendiente de la familia fundacional del barrio—, a quien se le otorga un comodato para que impartan sus clases de yoga, folclore, salsa, otras actividades sociales y turismo. Se facilita sin cargo a la actividad de la Juegoteca de Boedo (patrocinada por el GCABA) el espacio para que puedan desarrollar sus actividades de lunes a viernes, a los “Cometas de Boedo” para sus ensayos, a las reuniones de la Comisión Vecinal Todos por la Plaza de Boedo y a la mayoría de las reuniones de la Red de Cultura. En Cochabamba 3750, desde hace casi 30 años se sigue desplegando actividad deportiva infanto -juvenil. La Juegoteca sigue vigente. Y los jubilados tienen su centro de reuniones periódicas así como la Comisión Todos por la Plaza hacen del GON su domicilio de reuniones.
Y los más jóvenes, afincados sólo en el presente de la institución, luciendo con orgullo su capacidad de supervivencia en momentos en que los valores trastrocados ponen verdaderas vallas a sortear todos los días.
Mario Bellocchio

FUENTES DE DATOS:
Noemí Oneto“Historia de un club de barrio”; Buenos Aires, 2003.
Entrevista realizada en octubre de 2008 al actual presidente del club GON Alberto Venturiello.

 

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