La Juntada de Boedo

O cómo nace y sobrevive un emprendimiento solidario

 

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Hace unos años –en 2017– los vecinos y vecinas cercanos al cruce de San Juan y Treinta y Tres Orientales pasaban las de Cain con los cortes de luz. Edesur no les daba tregua…, ni fluido eléctrico. Su protesta se hizo oír de tal forma que la compañía debió mandarles un generador de energía de potencia suficiente para abastecer la reiterada falla.

A partir de ese momento, conscientes del viejo axioma de que “la unión hace la fuerza”, se estableció un chat grupal al que se volcaron las situaciones por las que pasaba el barrio y la Ciudad toda en manos de Juntos por el Cambio. Así surgió la necesidad de enfrentar el descomunal aumento de tarifas y junto a otras organizaciones barriales y de comerciantes, convocar y participar en los “ruidazos” contra la desmesura de los aumentos tarifarios, en las principales esquinas del barrio a través de semaforazos, sin cortar el tránsito, ejerciendo la protesta de ruido y carteles mientras el semáforo en rojo lo permitía. Esta inteligente y original conducta les proporcionó un invalorable respeto y adhesión del resto de los transeúntes.

Así nació la Juntada de Boedo, un grupo de vecinas y vecinos del barrio  que fue creciendo en número de integrantes y de actividades convocantes.

En 2019, antes de la pandemia de Covid pero arrasados por la pandemia amarilla, Darío Przylucki, alma mater del grupo, recogió la principal preocupación general y propuso ayudar a las personas en situación de calle que con el accionar del gobierno macrista iban en aumento día a día. Se organizaron para cocinar una vez por semana y entregar viandas, en principio, a 12 personas.

Con la aparición del Covid la situación se agravó y mucha gente que perdió su trabajo no pudo solventar su alojamiento y fue quedando en la calle. Demás está decir que el Gobierno de la Ciudad no ofreció una solución a la altura de las circunstancias a través de sus paradores donde el maltrato a las personas y sus pertenencias y la separación de las familias siempre constituyó, por absoluta carencia de espíritu solidario, una barrera infranqueable para el Gobierno porteño.

Paralelamente, algunas organizaciones barriales como “Ruido de Boedo”, “Asamblea de Boedo” y otras, interpeladas por la situación de tantos hermanos sufrientes, se comenzaron a sumar al grupo, en principio, para cocinar viandas semanales de alta calidad nutricional –que incluyen plato, postre y bebida–. Así se integró un equipo de cocina y otro de reparto que se ocupa no solo de distribuir el alimento sino también kits de higiene (papel higiénico, toallitas femeninas, jabón, shampoo, alcohol en gel, paños de baño secos, etc). Además de estas entregas que se hacen totalmente con la donación de las  vecinas y vecinos, se asesora y ayuda a las personas para realizar trámites de documentación, de solicitud de subsidios habitacionales, del IFE etc.

Durante el año 2020 y en lo que va del 2021, se fue incrementando el número de personas y familias que viven en la calle, jóvenes incluidos . Es el caso de una pareja, Andrea y Lucas, que puestos en la necesidad de habitar la calle a falta de vivienda eligieron un lugar cuyas características permitieron la construcción de una huerta urbana con la asesoría de Carlos Briganti –creador de “Huertas Urbanas”–, quien, inclusive, colaboró con los primeros insumos y conocimientos para dar inicio al proyecto. El emprendimiento se inauguró con la presencia y colaboración del entorno vecinal quienes pintaron un mural dando un marco artístico a la actividad.

Aunque Lucas y Andrea felizmente hoy ya no están en la calle, siguen sosteniendo la huerta junto a Darío, Patricia y un grupo de vecinas y vecinos militantes de La Cámpora de la Comuna 7 quienes consiguieron subsidio para que Lucas y otra persona en situación de calle se hicieran cargo de la atención y cuidado de la misma.

Después de una larga gestión de “La Juntada…” ante el Gobierno de la ciudad, se consiguieron, para uso de quienes se hallan en situación de calle, baños que funcionan en el club San Lorenzo de Avenida La Plata. Allí se les provee de jabón, toallas, papel higiénico y de ropa, elementos que se siguen  entregando con periodicidad. El lugar se utiliza también para controlar la temperatura de sus usuarios y, complementariamente, como ámbito de socialización. Acuden allí 17 personas por semana.

No todas son mieles en una organización tan carente de todo apoyo oficial. ni nadie está a salvo de pescarse la peste. Sin embargo, las carencias no hacen más que aumentar las ponderaciones a sus cultores y sus logros

Uno de los integrantes de “La Juntada” señala con modestia: “Se está pensando agregar en ese lugar un desayunero, pero dependemos de los recursos que podamos conseguir ya que todo sale del esfuerzo del entorno vecinal que son quienes donan los imprescindibles recursos, su tiempo para cocinar y sus ganas de participar en un grupo que quiere que el barrio sea un poco mejor, con menos carencias. Cada vecina o vecino que se suma a nuestro grupo cocina 12 viandas. Algunos que no pueden cocinar lo hacen con donaciones de dinero o alimentos.”

“Actualmente entregamos 72 viandas que van desde Maza y Autopista hasta el Parque Chacabuco. El recorrido se alarga porque las personas se ven obligadas a moverse cuando Espacios Públicos del Gobierno de la Ciudad los echa. Pero esos espacios abandonados por unos son rápidamente ocupados por nuevos habitantes. Entablamos con ellos una relación que intentamos que no sea de paternalismo sino de solidaridad. Integrarlos al barrio. Ahora estamos atendiendo también una casa tomada que tiene numerosas chicas y chicos y tres hoteles de los que lograron salir de la calle pero tienen dificultades para alimentarse.

¡Les invitamos a sumarse a esta hermosa iniciativa!”

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