El Quinteto Nuevo Tango de Piazzolla

Mi foto del Quinteto Nuevo Tango de Piazzolla. Mario Bellocchio
  1. Ha pasado un siglo desde el primer llanto del genio y el Centro Cultural Kirchner organiza una muestra llamada “Piazzolla 100” en su homenaje. Según manifiesta la presentación “La exposición, curada por Liliana Piñeiro y Natalia Uccello, se organiza en torno a momentos claves de la creación musical de Piazzolla y a los hechos más relevantes de su vida.”

Mi hijo Pablo, que navega con fruición las salas de la muestra, se topa con una foto que cree reconocer, la reproduce en su celular y me pregunta: –¿Viejo? ¿Esta foto no es tuya? –¡Sí, claro!

 

  1. El “asesino del tango”, según sus detractores1, anda por Centro-América reivindicándolo, en lugar de matarlo, junto a Juan Carlos Copes y María Nieves. El 13 de octubre recibe una llamada telefónica desde Mar del Plata que le trae la demoledora noticia de la muerte de su padre Vicente (Nonino). Interrumpe la gira y regresa a su casa de New York donde vivía con su familia. Cuenta su hijo Daniel: “Papá nos pidió que lo dejáramos solo durante unas horas. Nos metimos en la cocina. Primero hubo un silencio absoluto. Al rato, oímos que tocaba el bandoneón. Era una melodía muy triste, terriblemente triste”. Estaba naciendo el tango del que en los años 90’s diría: “Mi tango número uno es ‘Adiós Nonino’. Me propuse mil veces hacer uno superior y no pude”.

Vuelto a Buenos Aires, un año más tarde, forma la agrupación que le daría más trascendencia y a la que retornaría permanentemente durante toda su carrera: el “Quinteto Nuevo Tango”. Se trata del más célebre y prolífico conjunto de Piazzolla. Con esta agrupación daría a conocer Adiós Nonino y todas las composiciones que dieron forma a su estilo y que serían las más recordadas.

 

Tiene toda una historia aquel click del célebre quinteto.

Mientras tanto, Canal 11 de Buenos Aires –Teleonce– transitaba sus primeros peldaños en el denodado intento de volverse competitivo en un medio que ya contaba con el decano Canal 7, Canal 9 y el más novel Canal 13, perfectamente equipados y en vigoroso progreso. Entre sus realidades de producción propia, Leoncio podía exhibir un show tanguero llamado “Yo te canto Buenos Aires” donde descollaba la orquesta de Aníbal Troilo que había logrado un par de Martín Fierro como programa musical en sus primeros dos años de emisión –1962 / 63 y acumularía cinco corridos hasta 1966– bajo la dirección de Mario Mussacchio, con Marcos Palma, Eduardo Farías y Mario Bellocchio en las cámaras.

Cito esta trivial circunstancia porque guardo un hermoso recuerdo de aquellos ensayos con Pichuco y las primeras emisiones en vivo hasta que a mediados de 19632 llegó el video tape. Por entonces se incorporaron al exitoso programa orquestas invitadas y una de las primeras fue el “Quinteto Nuevo Tango” de Astor Piazzolla acompañado por Jaime Gosis en piano, Oscar López Ruiz reemplazando a Horacio Malviccino –en la formación de 1960–, en guitarra eléctrica, Antonio Agri en lugar de Simón Bajour –del primitivo quinteto– en violín y Kicho Díaz en contrabajo.

Lo cierto es que este Piazzollero de alma y fotógrafo aficionado no perdió la ocasión y en un ensayo con luz de escena le pidió permiso a Ástor para hacer algunas tomas. Concedida la “venia” recuerdo que le dediqué un tiempo a la medición de la luz, asunto en el que el jefe de iluminación –e iluminador del programa– Gregorio Rubín (a) Lunita Tucumana3 colaboró con la precisión de su fotómetro y su profesionalismo impermeable a su apodo producto del chiste de algún “gracioso”, cubriendo el bache de mi cámara que no poseía ese instrumental, una Yashica-flex 4×4 –a imagen y semejanza de las Rolley-flex–, con película Ilford HP5 de 400 ASA. Cubierta la grabación regresé a casa con el valioso cargamento de los negativos que prontamente revelé en mi laboratorio e hice unas pocas ampliaciones 18×24 en papel brillante que entregué a Ástor en el siguiente encuentro sin otro ánimo que mi homenaje. En la charla que se generó me manifestó su agrado por la tarea y recuerdo que me habló de algo así como de una inmediata actuación en Uruguay con el quinteto, se interesó por mi tarea y me preguntó si estaba en condiciones de hacerle 100 de ésta, 200 de esta otra y así. De inmediato respondí afirmativamente, no sin algo de audacia. Combinamos para la entrega que una persona pasara por el canal en mi horario y para mi sorpresa me entregó un sobre con una suma en dólares que, recuerdo, equivalía a unos tres sueldos míos de aquel entonces, una generosa enormidad que solo pude agradecer personalmente cuando nos volvimos a encontrar en 1969 en la transmisión de Teleonce del Festival “Festival Iberoamericano de la Danza y la Canción” en el Luna Park donde se consagró “Balada para un loco”.

La dichosa foto había sido distribuida generosamente y casi con seguridad fue a parar a archivos sin información alguna de su autoría…

Lo sorprendente es que con el tiempo se iba a transformar en una de las pocas imágenes del célebre quinteto con esos integrantes en acción y que resultaría elegida por las curadoras de la muestra del CCK.

Astor me firmó afectuosamente un ejemplar de cada una de las tomas con un particular “A Horacio con cariño y admiración por su trabajo…”.

Aquella grafía abrió varios interrogantes. ¿Por qué usó mi segundo nombre, casi desconocido en el Canal pero el único conque me llamaba mi familia? ¿A qué trabajo se refiere ya que se interesaba sobremanera por nuestros preparativos como camarógrafos de televisión y dialogaba conmigo al respecto? ¿Cómo llegó a manos de las curadoras de la muestra, la foto en cuestión y por qué se interesaron en ella? Finalmente, el último misterio: el destino de aquellas fotos autografiadas que yo tanto atesoraba, desaparecidas sin rastros hace unos años de entre mis pertenencias.

A fin de cuentas, en el arcón de las expectativas de los últimos peldaños de mi escalera siempre figura la reaparición con vida de las fotos autografiadas de Piazzolla.

 

 

(1). Allá por la primera mitad del siglo pasado un grupo de tangueros retrógrados habían bautizado a Piazzolla como el “asesino del tango”. Ástor solía comentar acremente el asunto: “Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos.” (Revista Antena, Buenos Aires,1954).

(2). La precisión temporal de la llegada del tape a Teleonce la facilitó su entonces jefe del área video tape, Oscar Trunzo a Roberto Enrique García Cabrera quien gentilmente me cedió la información.

(3). Un bulling laboral, “Lunita tucumana” porque “alumbra y nada más” cuando en la realidad Gregorio iluminaba profesionalmente con una jerarquía que desmentía a Don Ata y las aseveraciones de su célebre zamba.

 

 

 

 

 

 

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