Cabinas sí, aulas no

La intolerable situación de la carencia de aulas no deja margen ético para que algún descerebrado de planificación vomite el disparate de la cabina “anti-estrés”

El Gobierno de la Ciudad anunció, diríase que orgullosamente, que acaba de instalar una “cabina anti estrés en una plaza de Palermo” y que “adentro hay perros y gatos que ayudan a la gente a relajarse”.

La disparatada medida que invierte dinero público –y vaya a saberse cuánto, como todo el make-up frívolo macrista– convive, en la misma ciudad, con la carencia de vacantes en las escuelas que este año llegan a cerca de 22.000 por estrecheces presupuestarias.

 

La cabina

Siempre en la senda de batir sus propios records, el Gobierno de la Ciudad supera con este emprendimiento aquellos ya célebres, no hace mucho tiempo, de la “Subtemetrocleta” y la “AgradeSelfi” que quedaron más en el área de la alucinación lisérgica. La cabina de terapia anti-estrés cuenta con detalles que no pueden soslayarse. El quizá más importante es que se trata de una cabina vidriada con alta exposición de exhibición para quien la aborde, situación que difícilmente contribuya a “desestresar al estresado”, y que cuenta con césped sintético a centímetros de los canteros con césped real. Es de destacar que el servicio que brinda el Gobierno de la Ciudad no escatima la presencia de voluntarios para cuidado de las “mascotas” que entran al espacio vidriado a “sorprender” al estresado y la provisión de auriculares con música y sonidos que, básicamente, reemplazan al ruido del tránsito con fines relajantes. Es bueno aclarar que no se exige al “internado” conocimiento alguno de “asanas” yogas y puede actuar y relajarse libremente en el cubo vidriado.

El personal del ministerio de Ambiente y Espacio Público que acompaña a la instalación  relata a modo de asesoría sobre el emprendimiento que: “Los vecinos que pasan por ella viven una sorpresiva experiencia: aislados del ruido de la ciudad, y sin saber lo que ocurrirá dentro, interactúan con perros y gatos”. “La actividad consiste en ingresar a la cabina, en la que se puede disfrutar de música relajante y una locución que invita a los que participan a colocarse auriculares, encontrar una posición cómoda y cerrar los ojos. Una vez que el visitante consigue relajarse, la locución pide que abran los ojos: allí se encuentra rodeado de cachorros caninos o felinos. Inmediatamente los rostros muestran el cambio de ánimo, menos estrés y alegría”.

Se ignoran los objetivos del disparate ya que de una medida gubernamental se espera un cierto grado de masividad que se ocupe de un problema común y esto es un stand up de un audaz que  expone su estrés en jaula de vidrio para la observación general de laboratorio de su problema y se somete a un experimento desconocido de terapia costeado por dinero público.

 

Las aulas

Dinero público es lo que falta para solucionar la carencia de vacantes escolares en la Ciudad. Los padres de los alumnos damnificados han constituido un colectivo de familias  llamado “La Vacante es un Derecho”, que tratan de aportar soluciones al problema de los que han tenido –según nuestro presidente– la mala suerte de “caer en la escuela pública”.

María Mercedes Gilardenghi, referente de la agrupación, denunciaba a la prensa recortes presupuestarios, ocultamiento de cifras reales y falta de voluntad política por parte de la gestión macrista para garantizar el derecho a la vacante cuya carencia evidenció la incorporación del sistema “on line”.

Dice Gilardenghi:

“El año pasado, los niños sin vacantes ascendían a 11.432. A ese número habría que sumarle también, los 10.000 niños y niñas que se encuentran en los C.P.I (Centros de Primera Infancia) según los propios dichos de Horacio Rodríguez Larreta, que no se encuentran bajo la esfera de Educación sino de Desarrollo Social, pero que sesgan la cifra real de la falta de vacantes solicitadas. Al día de hoy no hay números correspondientes a este año 2017, pero estimamos que hablamos de 22.000 niños y niñas que hoy no tienen vacantes y ven vulnerado su derecho a la educación.

Desde el Ministerio de Educación sostienen que ‘no pueden hacer nada’. O sea que ellos, que están a cargo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que reciben partidas presupuestarias, que por decisión política deciden recortar año a año y subejecutar, dicen que no pueden hacer nada. Para nosotros es claro que el otorgarnos las vacantes se trata de decisión y voluntad política. Y nos faltan el respeto con esa respuesta, nos subestiman como ciudadanos. Nos ningunean en nuestro genuino reclamo de educación para nuestros niños y niñas”.

Renuentes a la vieja queja que incorpora como latiguillo “falta gasa en los hospitales” y conscientes de que el presupuesto anti-estrés no es comparable al educativo, señalamos sin embargo que la intolerable situación de la educación pública no deja margen ético para que algún descerebrado de planificación vomite el disparate “anti-estrés” y lo exhiba como un logro de la imaginación “con sensibilidad popular” del Gobierno de la Ciudad, mientras 22.000 pibes que el presidente de la Nación señala como los desafortunados que tuvieron “que caer” en la educación pública quedan sin vacante escolar, básicamente, por desidia de las autoridades.

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