Abrir o continuar la cuarentena: esa es la pregunta

La regla del 10-4 propuesta por un grupo de científicos para reabrir la economía y aprovechar un punto débil del virus

Fieles a la autoconsigna de “no tocar de oído” pero conscientes de la avidez informativa sobre el tema de la pandemia, recurrimos a fuentes confiables sobre novedades que barajan los científicos y que pueden aportar esperanzas para superar etapas de los padecimientos que ha traído la peste del siglo XXI.

Uno –si no el principal– de los dilemas a solucionar es como ir retornando a la “normalidad”, sin incluir como normales ciertos comportamientos contaminantes y de desigualdad social pre-Covid-19. Se presenta una alternativa de dimensiones incomparables en trascendencia vital pero de similares características al que los futboleros conocemos como “de la manta corta”: si reforzamos el ataque desguarnecemos la defensa…, y viceversa. Con el Covid-19 ¿Aislamiento o apertura?.

El miércoles 13 de mayo la BBC News Mundo publicó una crónica de divulgación de Mar Pichel titulada: “Qué es la regla del 10-4 propuesta por un grupo de científicos para reabrir la economía y aprovechar un punto débil del virus”

El modelo 10-4 propone un modelo cíclico para el regreso a las aulas. Es un dilema al que ahora se enfrentan muchos gobiernos: ¿cómo reabrir la economía sin arriesgarse a un repunte de contagios de coronavirus?

Muchos países están poco a poco levantando las duras medidas restrictivas que tuvieron que imponer para combatir el covid-19. En algunos casos, como España e Italia, dos de los países más afectados por la actual pandemia, se impuso el cierre total del “mercado”.

Pero en otros que están reabriendo sus economías se ha registrado un repunte en el número de casos de coronavirus. Ocurre por ejemplo en Corea del Sur, que ha tenido que volver a cerrar bares y locales de ocio nocturno, y en Alemania.

Pero mantener la economía cerrada para evitar los contagios también puede tener un efecto negativo para los países y las personas.

Para solucionar esta disyuntiva, un grupo de científicos del Instituto Weizmann de Israel propone un modelo cíclico 10-4 (10 días de cuarentena y 4 de trabajo). ¿En qué consiste exactamente? Aprovechar el punto débil del virus.

Los investigadores del Instituto Weizmann desarrollaron un modelo matemático que propone que las personas trabajen en ciclos de dos semanas, con 10 días en cuarentena y 4 yendo al trabajo o a la escuela. Tambien afirman que este modelo debe combinarse con otras medidas, como la distancia social.

“Es un modelo que alterna entre cuarentena y trabajo/escuela, un camino intermedio que ofrece un equilibrio entre salud y economía”, le dice a BBC Mundo Uri Alon, profesor de Biología Computacional y de Sistemas y uno de los investigadores que desarrolló este modelo.

La idea es que en una misma casa, padres e hijos salgan los mismos días a trabajar y a la escuela.

“Es predecible y equitativo, por lo que puede llevarse a cabo durante meses hasta que tengamos una vacuna, tratamiento u otra solución, y mientras la economía puede tener una producción casi continua en turnos”, agrega Alon.

El modelo aprovecha una debilidad del coronavirus: su período de latencia, es decir, el retraso promedio de tres días entre el momento en que una persona se infecta y el momento en que puede contagiar a otros.

“Sabemos que cuando una persona se infecta, tiene un período de latencia de tres días antes de tener síntomas y poder contagiar a otro”, explican los investigadores en su estudio.

Así, este modelo cíclico funciona de la siguiente manera: si una persona se contagia en sus días de trabajo, estará dentro de su período de latencia, y solo alcanzará el pico de la infección en casa, durante los días de cuarentena, cuando no entra en contacto con tanta gente. Por supuesto, si una persona presenta síntomas, tendrá que permanecer en cuarentena.

En ese punto entra algo que se considera clave en los contagios de coronavirus: el número de reproducción básico o RO (Erre-cero).

El RO es el número de personas a las que un individuo puede pasar un virus, en promedio, suponiendo que nadie es inmune y que la gente no cambia su comportamiento para evitar enfermarse. Es decir, mide la capacidad del virus para propagarse.

Qué es el número RO y por qué es crucial para decidir el fin del confinamiento por la pandemia de coronavirus.

Si el número de reproducción es mayor a 1, entonces la cantidad de casos aumenta exponencialmente. La meta de los gobiernos en todo el mundo ha sido llevar el número de reproducción a menos de 1.

El RO del coronavirus es aproximadamente 3. Lo que significa que una persona infectada contagia naturalmente a otras tres en promedio.

Y según los modelos matemáticos desarrollados por los investigadores israelíes, la regla 10-4, que restringe la habilidad del virus de infectar a mucha gente, mantiene ese número por debajo de 1.

El profesor Alon explica que es un modelo que debe formar parte de una estrategia más amplia para salir de la cuarentena, y “debe combinarse con otras medidas, como el uso de mascarillas, distancia física, realización de pruebas y protección de grupos de riesgo”.

 

Ventajas y desventajas

Además de permitir el regreso al trabajo a millones de personas –y obtener ingresos– y reabrir la economía, según los investigadores del Instituto Weizman la regla del 10-4 tiene la ventaja de que reduce el número de personas en los lugares de trabajo y en las escuelas.

Aplicando el modelo del 10-4 también se observaría menos densidad en el transporte público.

Esa es la lógica precisamente del gobierno de Austria para reabrir sus escuelas primarias a partir del lunes 18 de mayo. Los estudiantes austríacos se dividirán en dos grupos y cada uno de ellos asistirá a clase 5 días cada dos semanas, para tener menos alumnos por clase.

El país centroeuropeo ha sido uno de los más exitosos a la hora de contener la pandemia.

El modelo 10-4, además, puede aplicarse a cualquier escala: una escuela, una fábrica, una ciudad, o un Estado.

“Es aplicable a cualquier lugar donde la cuarentena se pueda ejecutar de manera efectiva, y no requiere de una gran capacidad para hacer tests, que, lamentablemente, es lo que ocurre en la mayoría de la población”, explica Alon.

Sin embargo, reconoce el investigador, hay sectores para los que, aunque se siga este modelo, la reapertura es mucho más difícil.

 “Sectores como clubes nocturnos y grandes eventos probablemente no podrán regresar al principio, y los restaurantes y hoteles necesitarán hacer grandes ajustes”.

Mientras, los gobiernos de todo el mundo estudian fórmulas para mantener el equilibrio entre retomar la actividad económica y controlar el número de contagios.

Dentro del problema sanitario, si retornamos alocadamente a la actividad corremos el serio riesgo de agravar la crisis de la enfermedad como ya le ha pasado a algunos países que nos anteceden cronológicamente.

Soluciones que se proponen como “universales” deben, de todos modos, atravesar el imprescindible filtro de la particularidad local: no es lo mismo, por caso, el rigor del aislamiento en la villa 31 de Retiro (Barrio Mugica), que en Versalles, barrio donde todavía no se han registrado casos de la enfermedad. Y así en cualquier lugar no solo de nuestro país sino del planeta entero.

De la compleja situación epidemiológica mundial no se sale con voluntarismo, “viendo una luz al final del túnel” a lo Gabriela Michetti o con el clima amarillista y metemiedo de la prensa hegemónica.

En las innovaciones científicas, tecnológicas y políticas adaptadas a nuestras particulares circunstancias está seguramente el camino.

Guitarreros y chamanes, abstenerse.

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