A 46 años del 24 de marzo de 1976

Estamos y estaremos en todas las conmemoraciones de la memoria. Porque el recuerdo de la barbarie está inscripto en la memoria colectiva. Plaza Mariano Boedo, 19 de marzo de 2022. Asociación Civil C. A. Todos por la Plaza de Boedo.

30.000 desaparecidos en 7 años, millones de argentinos condenados a un injusto castigo y al silencio. Discursos como Subversión apátrida, Guerra antisubversiva, Los argentinos somos derechos y humanos, entre tantos otros, se erigieron para refundar viejos contenidos fascistas bajo nuevas categorizaciones.
La represión sistemática y sistematizada se implementó en términos de ocultamiento del castigo: la desaparición, muerte sin cuerpos expuestos. Perversión del discurso negando los hechos represivos y a la vez aludiendo a la factibilidad de su ocurrencia. El feroz genocidio llevado a cabo por la Junta Militar tuvo fundamentalmente un objetivo etnocida, de aniquilación de toda forma de pensamiento, acción y producción simbólico-cultural, política e ideológica que se opusiera a la sustentada por las Fuerzas Armadas, sectores de la Iglesia y la burguesía financiera aliados al grupo golpista del 24 de marzo de 1976.
Acciones militares, paramilitares y policiales fueron estrategias implementadas con propósito de exterminio, desestructurando la movilización y desintegrando lazos de identidad para producir rupturas en el entramado social y la intersubjetividad solidaria.
La gran burguesía financiera, en especial la asociada con el capital trasnacional, fue la clase fundamental aliada a la junta militar golpista, sector que históricamente tuvo un incremento económico progresivo tras cada golpe militar.
Pero la dictadura de 1976 exacerbó los métodos de coacción a través del terrorismo de Estado para implantar el modelo económico de exacción y transferencia de ingresos siguiendo las pautas del sistema económico-financiero central. Para cumplir con ese mandato de reorganización de las economías dependientes dictado por el capital internacional –debido a los cambios acaecidos en el proceso de acumulación– era necesario ejercer una dominación hegemónica tendiente a la fragmentación social. Y el método utilizado fue la desaparición de personas. A partir de allí comienza la presencia de los treinta mil y el tormento de los que quedaron, maltrechos, prohibidos, exiliados, ocultos, de alguna forma también desaparecidos, negados como sujetos sociales y políticos. Y como constructores de la historia.

Desde el inicio del golpe surgieron los intelectuales orgánicos del régimen, algunos, meros oportunistas, otros, nostálgicos del retorno de “la hora de la espada”, que aún hoy siguen labrando el surco de su propia iniquidad defendiendo las mismas causas en otros contextos.

En abril de 1977 catorce mujeres despojadas de sus hijos por la dictadura comenzaron a reunirse en la Plaza de Mayo, caminando todos los jueves rondando la Pirámide. Catorce mujeres que impulsaron el mayor movimiento civil de resistencia, a pleno día y frente a la Casa de Gobierno intrusada por los usurpadores del poder. Fueron las Madres quienes señalaron a los asesinos luchando hasta lograr su enjuiciamiento y resguardando la memoria para rescatar de las tinieblas los crímenes de la tiranía, para tenerlos presentes e impedir que vuelvan a suceder. Por eso estamos, aquí seguimos y aquí estaremos en todas las conmemoraciones de la memoria. Porque el recuerdo de la barbarie está inscripto en la memoria colectiva.
A cuarenta y seis años se actualiza el dolor de la pérdida. Sin embargo, el espacio de los ausentes nunca está vacío, lo ocupa su presencia. La presencia de lo invisible.

Asociación Civil Cultural Ambiental Todos por la Plaza de Boedo (Personería jurídica Nº 1.811.107, I. G. J.)

 

 

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