0 – 4

San Lorenzo perdió 4 a 0 de local frente a Central Córdoba de Santiago del Estero. Mario Bellocchio

Estado de situación: adulto mayor que sólo consiguió un turno de lista de espera para aguardar que Larreta vuelva de Buzios y se decida a otorgarle la vacuna que le toca. Hace 81 años que es Cuervo y su reducidísimo espacio lúdico de acción deportiva externa se presenta sumamente deteriorado por un conjunto de jugadores –no un equipo– que visten la camiseta de San Lorenzo.

Anoche demostraron que los esfuerzos de las autoridades del club –que están en su derecho de defender la fortuna que invirtieron– por lograr compatibilizar que un par de buenos jugadores convivan y se integren y no sean estériles a la hora de concretar en el arco rival y que no nos concreten en el nuestro, por ahora, solo se traduce en evitar la comidilla periodística (Todo queda en el vestuario, hasta los goles).

Una “banda” que logra con facilidad la posesión de pelota del 70 al 80 por ciento y después no sabe qué hacer con ella –ni los hermanitos supieron anoche–, toque y toque lateral y lento. Y hacia atrás con Monetti que parece empeñado en arriesgar sin necesidad. El cambio de ritmo ausente y un desguarnecedor empeño de mandarse a un ataque en patota desorganizada, lo único que logró anoche con certeza fue otorgarle espacios al adversario. Claro que así es más fácil decir que el gol del contrincante vino por un yerro de tal o cual defensor. Baste decir que el cuarto gol llegó por una pifia de Ramírez dentro del área. Justamente Ramírez, alguien que encabezaría todas las listas de salvados de la crítica.

Las estadísticas futboleras, esas mentiras dichas con números, señalan una posesión del 70 y pico por ciento y más de 16 corners a favor, todos resueltos por la defensa adversaria donde entre Rentería y Sánchez “sacaron”, hasta las macetas al patio. No hubo una sola variante sobre la pelota alta llovida al segundo palo: no ganamos ni una.

A esta altura parece quedar en evidencia que Piatti no es un resentido que habló del vestuario por bocón, sino un buen jugador –al que quizá ya se le venció el fulgor de otro tiempo– que se pudrió de los desplantes de las estrellitas paraguayas a las que anoche, por lo menos, consciente o inconscientemente sus compañeritos liberaron el espacio para que intentaran demostrar cómo dos pueden hacer la tarea de once.

El planteo del técnico con esta “banda” es otra incógnita. El juego de ataque por las puntas debe contener finales diversos, además de centros previsibles. Y regresos y relevos muy estudiados o los “errores” de los defensores que cuestan goles te sepultan como anoche.

A propósito: ¿se averiguó qué quiso hacer Monetti en el segundo gol de Colón o en el de Latancio anoche que estaba tan adelantado –para qué– que se la pasaron por arriba?

El sábado que viene, Huracán. El Globo viene lastimado y después de ésto prepara cuchillo y tenedor. ¿Qué irá a plantear Dabove? ¿Línea de cinco y a esperarlos con los hermanitos como ariete?

 

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