Gollan en Paco Urondo

A quién recurrir por información fidedigna en tiempos tan contaminados por el virus y los intereses. Elegimos una agencia periodística prestigiosa, Agencia Paco Urondo, Periodismo militante (1) y un connotado profesional médico en ejercicio, Daniel Gustavo Gollan (2).
Daniel Gollan
Gollan: (…) el problema es lo que expresa el núcleo más duro de Juntos por el Cambio, que lo representan Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Ellos están en una cuestión absolutamente política, quieren que haya caos, están buscando que se desmadre la situación, buscan que entremos en una crisis profunda a partir de un colapso del sistema sanitario. Al contrario de lo que piensa la gente, ese colapso después es peor para la economía, porque con el cuento de mantener la economía después tenés que terminar cerrando, como le pasa a Brasil. No se trata sólo de que ningún país del mundo quiera recibir a sus turistas sino de que también se le caen las inversiones, la actividad productiva, etc. Juntos por el Cambio está apostando al caos, no se entienden de otro modo las declaraciones de la jefa del partido, Patricia Bullrich, que llama a resistir cualquier medida de restricción, hasta las que se tomaron que no son muy contundentes que digamos.

APU: Tuvo que lidiar durante más de un año con la corporación médica que no es una corporación fácil, además, entre los médicos y médicas hay un importante número de votantes de Macri. Después del año de experiencia, ¿cuál es el balance que hace del trabajo con la corporación médica, después de que observaron un gobierno que no solo les mejoró las condiciones salariales y de trabajo, también mostró una sólida dirección técnica del abordaje sanitario?

DG: En general, en la salud hospitalaria la relación fue de peor para mejor. Empezamos mal porque los trabajadores y trabajadoras de la salud del hospital público venían mal desde hacía muchos años, ni siquiera desde los últimos cuatro, por lo que había un malestar muy grande, considerándolos el último orejón del tarro, la autoestima muy baja y muy desvalorizados, no tenidos en cuenta en su rol. Mejoramos mucho la relación con hechos contundentes: dos paritarias cerradas por primera vez en décadas y una participación muy fuerte en ámbitos de participación en los hospitales y que generaron un cambio en la conducta de gran parte de trabajadores, principalmente del sector médico, el más hegemónico del sistema, de integración y empatía como equipos de trabajo. La pandemia dejó una solidaridad interna y entre hospitales como no se vio nunca, estimulada por una serie de acciones proactivas, estimulamos todo eso porque forma parte de la mística que hay que generar y la autoestima que hay que devolverle a los trabajadores de la salud del sector público.

Obviamente que cuando hacés eso impacta en el sector privado porque la mayoría de los trabajadores de la salud trabaja en el sector público y el privado. Mientras construimos este proceso de generar confianza en un proyecto político que los contempla, los incluye, en los comités de emergencia de cada hospital, todos opinan, todos contribuyen, en paralelo desarrollamos algunas actividades que molestan a algunos grupos corporativos. No creo que haya una corporación, hay muchísimas pequeñas corporaciones que se matan entre ellos. Disputan entre ellos, porque es el modelo de salud vigente gobernado por el mercado, no por el Estado, por lo que las reglas son las de la jungla.

Esto es lo que estamos intentando corregir en el proyecto de la provincia de Buenos Aires de recuperar la gobernanza del conjunto del sistema, con todos los actores, pero gobernados por el Estado en términos de políticas sanitarias. Entonces tejimos junto a clínicas y sanatorios de la provincia, que cuando llegamos estaban a la quiebra y con la crisis estaban en una situación terminal, un sistema de sostenimiento, a través de la obra social provincial, que luego devuelven con prestaciones a cambio de que no se nos cayeran las camas de terapia intensiva, porque son la mitad de las que tenemos en la provincia, pero les pedimos que nos entregaran la información de las camas y generamos por primera vez tener un tablero de gestión de camas públicas privadas en tiempo real con actualización dos veces por día.

APU: Si el sistema público necesita una cama en el sector privado se hace la derivación y ellos no pueden negarse a recibirlo. ¿Esto es así?

DG: Exactamente, en el tablero vemos dónde están las camas alrededor del hospital que saturó y tengo la opción de derivar a la clínica más cercana u a otro hospital, según lo que convenga. Para esto también hubo que mejorarles el precio que cuesta un día de internación de un paciente COVID, que es carísimo. IOMA aumentó el módulo de pacientes internados con Covid en asistencia respiratoria mecánica a $43.000 por día, es un 50% de aumento respecto al año pasado. Lo que subió de manera espeluznante fueron los medicamentos que consumen estos pacientes por día, producto de la especulación de los laboratorios.

Con el sector privado hemos podido, mayoritariamente, llegar a un acuerdo, tenemos una mesa de trabajo de definiciones en conjunto, hicimos un comunicado conjunto. En este momento, más allá de que haya cosas que se deberán discutir más adelante, tenemos que estar todos juntos contra el Covid, es una batalla en que te atacan de afuera y nos tenemos que defender todos.
También trabajamos en distorsiones muy grandes de nuestra obra social provincial, de décadas, que estamos empezando a ordenar y eso genera fricciones de grupos que sacaban tajadas sin brindarle nada al sistema o sacando mucho más de lo que correspondía y ahí alguna corporación te genera alguna fricción. Pero es muy satisfactoria la respuesta que tuvimos en general de los médicos en los hospitales y estamos muy agradecidos por ello.

 APU: Siguiendo con la especulación que las empresas hacen con la crisis humanitaria que el mundo está viviendo, el ministerio de salud brasilero publicó el contrato con Pfizer y después lo bajó  ¿Tuvo la posibilidad de leerlo?

DG: Son contratos que violan la soberanía de los países por eso en la Argentina hubo mucho ruido con ese contrato. En general Pfizer, y no solo Pfizer, en Europa también Astrazenca está diciendo que no va a pagar ninguna indemnización a ningún paciente que tenga un efecto adverso demostrado que sea de la vacuna.

En realidad se aprovechan de una situación que tiene que ver con lo siguiente: cuando vos tenés una enfermedad que te mata 5.000 personas por día y decís que una vacuna en esta etapa epidémica puede producir el fallecimiento de 10, 20, 5 o 1 persona por mes, vos tenés que hacer una elección ética, no puedo cambiar 3.000, 4.000 o 5.000 personas por esos 20 que corren un riesgo que no está demostrado que sea exactamente por la vacuna.

Más allá de los contratos, los precios, no solo de las vacunas, los productos para tener un paciente en terapia intensiva aumentaron. Te doy un ejemplo, Midazolam, que es un producto esencial para tener un paciente entubado, antes de la pandemia valía $180 la ampolla y se llegó a pagar $1.000 y ahora se está pagando $600, $400, incluso habiendo un precio máximo firmado con la Secretaría de Comercio.

Pero cuando vos necesitás no podés andar esperando que le caiga la sanción al laboratorio. En estos momentos vienen a la Argentina intermediarios de Brasil, Paraguay y viceversa, buscando Midazolam, Pancuronio.

En Brasil, en Minas Gerais, en dos días se terminaban los sedantes para los pacientes. ¿Qué hacés si viene un tipo y te dice vale $1.000 en lugar de $200? No tenés alternativa, es cruel, nos pasó con los respiradores. Respiradores que valían entre US$ 8.000 y US$ 12.000 en el mundo los llegaron a pagar US$ 70.000, no nosotros. ¿Qué hacés cuando no tenés el respirador, los equipos de protección personal? Con todo fue así. Forma parte de un sistema perverso que hace que diez países acaparen el 88% de las vacunas, incluso sin necesitarlas. Es algo a lo que le dicen capitalismo.

APU: Habló del apoyo psicológico y de contención que recibieron y reciben los equipos de salud, quería preguntarle: ¿Usted cómo se cuida debiendo cargar con la responsabilidad de conducir la política de salud de la provincia en medio de una pandemia y vivir esta situación extrema?

DG: Durante el año pasado me cuidé con las medidas de protección, voy a los hospitales dos o tres veces por semana, voy a los vacunatorios, en los hospitales me meto en todas las terapias y a veces me pongo a rotar pacientes de 130 kilos para poder conocer la dimensión de lo que es la tarea, porque es un esfuerzo que hay que hacerlo a cada rato y tenés veinte pacientes así. Quiero estar ahí porque tengo 32 años de hospital en la provincia de Buenos Aires por lo que me sale estar ahí, trabajando con mis compañeros, claro siempre cuidándome con todos los equipos de protección personal, siendo grupo de riesgo. Luego pude aplicarme las dos dosis de la vacuna por lo que tengo cierta inmunidad, de hecho estoy como voluntario para un ensayo de control de vacunas y te tenés que ligar una extracción a cada rato, pero desarrollé anti cuerpos.

Claro que todo es un enigma futuro, cuán efectivas van a ser las vacunas con las nuevas variantes, pero uno ya tiene la vacuna y se cuida con las medidas de prevención.

APU: Sacando el COVID, está conviviendo con una situación hospitalaria de un sufrimiento que no se vio nunca, pasa todo el día viendo eso. ¿Tiene un minuto en que puede parar un momento, descansar en la retaguardia afectiva? Porque al otro día se tiene que levantar y encararlo de nuevo.

DG: Tengo una contención en mi compañera, que es impresionante lo que contiene en términos de la integridad familiar. Después tengo una retaguardia de un equipo de trabajo que es impresionante, es impresionante cómo nos ayudamos, nos contenemos y nos ayudamos entre todos. Es un equipo que lo que venimos formando hace años y tiene que ver con el emergente de un movimiento sanitario de jóvenes con una enorme capacidad de trabajo, gestión y conocimiento. Entonces te sentís respaldado.

Tengo un gobernador que en tiempo real se hace cargo de la conducción del proceso con un grado de conocimiento tan fino de cada detalle que a veces parece increíble, hablamos de una capacidad de trabajo e inteligencia asombrosas.

Sí hay un momento en que el teléfono se llena de tantas demandas, preguntas, llega un momento en la tarde que parece que la cabeza se te quiere bloquear, como que cualquiera que te pida una cosa más en ese momento te genera un poquito de irritación porque estás al borde de una situación de estrés permanente. Pero también, como le digo a muchos, ayuda, si se quiere, que cuando uno estuvo más de cuatro años secuestrado en la Dictadura, torturado, uno puede relativizar algunas cosas. Ante todo eso terrible que te pasó uno termina diciendo “bueno, esto no es tan grave”. Será que eso ayuda también en la constitución psicológica de uno para que se pueda seguir adelante, pero a veces es mucha la fatiga.

 

 

  1. Agencia Paco Urondo, Periodismo militante. En una carta a Francisco “Paco” Urondo, Rodolfo Walsh escribe: “El problema para un tipo como vos y en un tiempo como este es que cuando más hondo se mira y más callado se escucha, más se empieza a percibir el sufrimiento de la gente, la miseria, la injusticia, la crueldad de los verdugos”.
  2.  Daniel Gustavo Gollan es un médico argentino de 55 años de edad que se desempeña como Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, nacido en Rosario el 5 de junio de 1955. Entre sus antecedentes cabe mencionarse que ejerció como ministro de Salud de la Nación durante el último año de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.

De un reciente reportaje llevado a cabo el 12 de abril por  Santiago Gómez desde San Pablo, el ministro manifestó: “Ahora se viene el tsunami, que ya no es ola”. Por razones de extensión tomamos fragmentos de su exposición que consideramos esenciales agradeciendo a la Paco Urondo la deferencia.

 

 

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