Una visión distinta de Norcorea

Nuestro vecino barrial y frecuente colaborador de esta publicación, Jorge Luis Ubertalli, concurrió, como delegado argentino al “5° Festival Internacional de Homenaje a los Grandes Hombres del Monte Paektu” que se llevó a cabo en Pyongyang, República Popular Democrática de Corea (RPDC) entre el 12 y el 17 de agosto de 2017 y nos relata su experiencia en estos momentos de severa exposición mundial en que está involucrada la república asiática.

El mundo en el Monte Paektu por Jorge Luis Ubertalli Ombrelli
 “¡A toda vela en dirección a la que sopla el viento cortante del Paektu siguiendo la ruta indicada por la revolución coreana!” : consigna lanzada a los jóvenes por el PTC (Partido de los Trabajadores Coreanos).

Más de sesenta y seis representantes de países de Asia, África, América Latina y del Norte y Oceanía se dieron cita del 12 al 17 de agosto en la República Popular Democrática de Corea (RPDC), para participar en el 5° Festival Internacional de Homenaje a los Grandes Hombres del Monte Paektu. El Gran Líder y Comandante de Acero, Kim Il Sung, el Gran Dirigente Kim Jong Il, la Heroína antijaponesa Kim Jong Suk y todos los combatientes caídos por la liberación de Corea del imperialismo japonés, estuvieron presentes en los corazones de los participantes de este festival internacional, que ubica a la Corea Socialista como el eje aglutinador del movimiento antiimperialista, independentista y socialista mundial.

Desde el cielo y la tierra

Fotografía de la serie: “Corea del Norte – Una vida entre la propaganda y la realidad” de Alice Wielinga. Abril de 2013.

Pyongyang se presentó ante mis ojos desde el cielo como un mar de sembradíos y construcciones campesinas que rodeaban a una ciudad que, desde lo alto, se asemejaba a un jardín. Mi llegada, desde Beijing a la RPDC el 11 de agosto, coincidió con el arribo de un enjambre de delegados de diversos países que concurrieron al festival, izando la bandera de la solidaridad internacional . Luego de los trámites migratorios y aduaneros de rigor, me esperaban Kim, subdirector del Instituto de Relaciones Culturales con el Extranjero y Hyon A, mi joven guía y traductora que me acompañó durante toda mi estadía en el país del Comandante Kim Il Sung, el Gran Dirigente Kim Jong Il y el Mariscal Kim Jong Un, actual conductor y continuador del camino victorioso emprendido desde 1945 en el marco del Juche y el Socialismo al estilo coreano.

Ya en el cielo como en la tierra el asombro me acompañó siempre. Alojado en el majestuoso hotel Yanggakdo de Pyongyang, de 45 pisos, bajo la atención de Ho Il, adscripto al Instituto Cultural de Amistad con el Extranjero, gocé de la hospitalidad, diligencia y amabilidad de los compañeros coreanos. Transitando las rutas de la Corea del Juche, ya al norte, ya al sur, observé un mar de sembradíos de maíz, arroz, centeno y franjas de soja que se extendían por todo el territorio. A lo largo y a lo ancho no había un pedazo de tierra sin cultivar. Brigadas de campesinos y pobladores reparaban la ruta y embellecían los canteros que separaban en su distrito las dos vías de la ancha carretera, rodeada por las verduras de los sembríos, viviendas y edificios públicos, construidos y en construcción que se erigían por doquier, luciendo en sus frentes consignas que versaban sobre la marcha sin pausa hacia la victoria del socialismo al estilo coreano, el Juche, símbolo del autodesarrollo y la confianza en las propias fuerzas.

Nuestra primer parada en el marco de la visita: el Monte Myohyang, al que llegamos serpenteando bosques muy bien cuidados por la diligente mano del pueblo organizado y disciplinado en sus quehaceres. Visitamos allí, entre otras, la sala de regalos que diferentes estadistas, organizaciones y personalidades del mundo entregaron al Comandante de Acero Kim Il Sung, al Gran Dirigente Kim Jong Il y al Máximo Dirigente Kim Jong Un, enalteciéndolos en el contexto de los más de 70 años que dirigieron y dirigen el combate por la independencia, la paz, la soberanía y el socialismo de la RPDC. Al unísono, en coreano e inglés, los compañeros y compañeras designados para traducir informaban sobre cada lugar de visita, su erección, historia y significado.

Más sembradíos por doquier, marchas de jóvenes y campesinos a la vera del camino enarbolando la bandera del Partido del Trabajo de Corea (PTC), guía y directriz de la revolución coreana; la bandera de la Patria Socialista, y la Roja del internacionalismo proletario y revolucionario, nos acompañaron en todos los lugares recorridos. Verdor del paisaje llano y montañés, mar de surcos y regadíos, pastizales donde vacas y cabras rumiaban su alimento, esforzados campesinos preñando la tierra de sudor y trabajo para hacerle parir los frutos del pueblo, carreteras cuidadas y reparadas por enjambres de trabajadores rurales fueron elementos a destacar en el recorrido que llevamos a cabo .

Y antes y después Pyongyang, capital de la RPDC, ciudad bellísima, cruzada por buses, automóviles y bicicletas y gentes transitando, disfrutando la sombra de los innumerables árboles que reverdecen una ciudad que contiene edificios majestuosos. Y que no son palacios de reyes ni terratenientes ni ricos engordados con el sudor ajeno, sino espacios destinados a las distintas actividades del pueblo, niños, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, que con su lucha han merecido y recibido las enseñanzas y la vida plena que los dirigentes del país, aunados con las masas populares y encuadrados en el PTC, partido-madre de los trabajadores y el pueblo coreano, han hecho posible. Mangyondae, ubicada en Pyongyang, donde nació el Comandante Kim Il Sung, cuya vivienda visitamos emocionados todos los participantes del Festival, se convirtió en crisol de gentes venidas de todos los confines para honrar al Gran Líder y a sus continuadores, en el marco de la solidaridad internacional, que, como dijera un revolucionario latinoamericano, “es la ternura de los pueblos”.

Pyongyang

Ciudad de historias heroicas y construcciones que se alzan por doquier, de anchas y arboladas plazas y otros espacios construidos para que el pueblo esparza sanamente su entusiasmo, nervio y músculo de la RPDC, Pyongyang se erige entre edificios, anchas avenidas, majestuosos palacios donde el pueblo, sin distinciones, se educa, entretiene, honra a sus líderes y organiza su vida cotidiana; veredas transitadas que anteceden a restaurantes y comercios de todo tipo, madres con hijos a cococho, homologando a los awayos utilizados en los altiplanos andinos indolatinoamericanos, diafanidad celeste y un aire incontaminado, entre otras cosas, signan a este Pyongyang que estoy viviendo y conociendo. Un lugar, igual a todos los de la Corea socialista, donde no se pagan impuestos desde 1974, donde hay hospitales en cada distrito, universidades, escuelas medias, palacios de todos los deportes, de los niños, piscinas y juegos de acrobacia acuática, acuarios, estadios, ministerios, viviendas para cada familia coreana, infinidad de espacios de trabajo, esparcimiento, belleza, disciplina, camaradería…, preparados para defenderse del enemigo casi centenario y sus satélites, que amenazan, hoy más que nunca, a la Corea del socialismo jucheano con la agresión convencional y nuclear.

La paz y el trabajo signa al Ejército Popular de Corea (EPC), que transfigura su bravura y disposición para el combate en dura laboriosidad cuando sus clases, suboficiales y oficiales, dignos descendientes de aquel Ejército Rojo del Koryo (ERPC) temido por los japoneses, junto a la clase obrera y a todo el pueblo del que se nutre, sirve y protege, construyen viviendas, edificios, diques y centrales hidroeléctricas, canales de riego, fábricas y otros emprendimientos levantados en todo el territorio de la RPDC. El anhelo de paz, sin concesiones al enemigo imperialista que acecha hace mas de 70 años, se transcribe en las obras que llevan a cabo todos los habitantes del país, como un solo haz y un solo puño, en el marco de la dirección del Partido del Trabajo y el máximo dirigente Kim Jong Un. Pyongyang, ciudad poblada por trabajadores que comen, duermen y aman como todos los que anhelan la paz y la felicidad en la Tierra, es una ciudad ejemplo para el mundo, al igual que toda la Corea del Juche. Policías desarmados que ya dirigen el tráfico, ya orientan la vida de los habitantes, muestran al mundo el alto grado de civilización de los coreanos jucheanos. Ciudad limpia –al igual que Kaesong– antesala de Panmunjom, lugar donde el imperialismo norteamericano, admitiendo su derrota, firmó el armisticio luego de la agresión a la RPDC de los años 50 –escudándose cobardemente en la bandera de la ONU– donde no se ve ni un mínimo trozo de papel o cualquier otro desecho en la vía pública, supera en belleza arquitectónica y disposición urbanística a cualquier ciudad de los grandes países capitalistas del mundo, donde el robo, el asesinato y la violación al derecho de las gentes, sobre todo las más pobres, está a la orden del día.Sin delitos que soportar, Pyongyang, al igual que Kaesong, ciudades ejemplos de toda la RPDC, iluminan el porvenir con la luz del Juche y el Socialismo

El mundo en el monte Paektu

El honrar en el Palacio del Sol de Kumsusan a los catafalcos del Gran Líder Kim Il Sung y el Gran Dirigente Kim Jong Il se constituyó en un mar de emoción para todos; la atmósfera de veneración que envuelve a los cuerpos siempre vivos en el alma del pueblo de sus líderes, conmueve hasta los tuétanos. Exhuberancia en este Palacio del Sol que emerge por doquier en monumentos, salas, exhibiciones históricas y de hechos patrióticos revolucionarios de los grandes líderes de la RPDC y los combatientes coreanos de la guerra antijaponesa y antiimperialista de los años 50 llena de entusiasmo a los corazones. Y luego, la visita a la casa natal del Gran Líder Kim Il Sung en el Mangyondae donde pasó su infancia. La emotividad nos contuvo a todos y no terminamos de emocionarnos cuando partimos hacia nuestro destino anunciado.

Un mundo entusiasmado y solidario partió hacia el Monte Paektu, base y símbolo de la lucha antijaponesa emprendida por el Comandante de Acero, Kim Il Sung, desde los 14 años. Éramos nosotros, venidos desde tantas latitudes, que marchábamos a rendir homenaje a los nuestros.

Luego de un viaje en avión de una hora, desembarcamos en el aeropuerto Samjiyon, donde, alojados en un hotel del lugar, pudimos ver y escuchar a una orquesta de niños, que acompañaban a cantantes y danzarinas de corta edad. Los violines, cellos, trompetas, pianos eléctricos y otros instrumentos tradicionales marcaron los compases para la entonación de canciones y bailes típicos del país. Pernoctando allí, partimos al Monte Paektu por senderos que se adentraban en tupidos bosques, en donde monumentos al Gran Líder y a los soldados del Ejército Revolucionario Popular de Corea (ERPC), fundado en 1932, daban testimonio de la ardua y dura lucha emprendida por el pueblo coreano armado contra el invasor y opresor japonés. Al fin, serpenteando entre montes, llegamos al Monte Paektu, sagrado y querido símbolo del pueblo y la revolución coreana, en cuyo entorno el lago Chon azula el paisaje. Lectura de poemas, canciones, marchas, dieron el tono a la conmemoración, a la que concurrieron el compañero subsecretario del Partido del Trabajo de Corea, Kim Gi Nam y otros dirigentes y funcionarios del Partido y el Gobierno local y nacional. De regreso, visitamos la casa guerrillera donde nació el Gran Dirigente Kim Jong Il, fruto de la unión del Gran Líder Kim Il Sung y la heroína antijaponesa Kim Jong Suk. Como telón de fondo, el bosque y el arroyo Sopaeksu, los pájaros y flores del verano y la bandera roja, ondeando desde siempre en el mástil del campamento secreto del lugar, donde el ERPC extendió hacia los cuatro puntos cardinales, bajo las órdenes de Kim Il Sung, su brazo de fuego contra el invasor japonés.

De regreso

El avión retornó a Pyongyang con el recuerdo de lo vivido grabado en las retinas y los corazones. Y otra vez la ciudad jardín nos contuvo. El Gran Teatro del este de Pyongyang nos convocó para admirar una ópera histórica que, al compás de violines, cellos, piano y gayagum, modelo de arpa horizontal tradicional, recorrió, en la voz de bajos y sopranos y en el marco de una puesta en escena impecable, bellamente descriptiva, los momentos heroicos de la historia coreana de los últimos 100 años. Y luego, el cierre del Encuentro.

Carta a la ONU

Luego de escuchar las palabras de la compañera, señora Kim Jong Suk, presidenta del Comité Preparatorio Coreano del Congreso del 2017 de Homenaje a los Grandes Hombres el Monte Paektu, quien agradeció la solidaridad y la diligencia de todos los presentes en cuanto a hacer posible la realización de este Festival, se leyó una Carta al Mariscal Kim Jong Un, máximo dirigente del Partido, Estado y Ejército de la RPDC; la Declaración del Paektusán 2017, la Resolución del Encuentro de Solidaridad y una Carta al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres.

La parcialidad de la ONU

En la Carta enviada a la ONU, los participantes del evento destacaron la situación de la península coreana, de tensión y agravamiento, debido a la política injerencista y belicista de los Estados Unidos de Norteamérica en la región. Y, principalmente, en su amenaza constante incluso nuclear, a la RPDC. Se deja constancia en la misiva la actitud condescendiente de la ONU a los EE.UU. en cuanto a su posición agresiva para con la RPDC, y se le adjudica parcialidad en cuanto a sancionar a la RPDC por desarrollar su sistema de defensa nuclear y de reconocimiento espacial pacífico, cuando en ninguna de las páginas de la Carta Constitutiva del organismo ni en sus Congresos Generales ni en ningún otro sitio de su articulado se estipula que una prueba nuclear es una “amenaza contra la paz y la seguridad del mundo”. Asimismo, reconociendo el carácter defensivo del armamento y la cohetería espacial civil coreana, la misiva pone de manifiesto la actitud agresiva de los EE.UU. en la región, al desplegar su escudo antimisilístico THAAD en Corea del Sur. “La sanción (de la ONU) constituye un acto de agresión contra la RPDC y los principios de la Carta de la ONU”, culmina la misiva, en la que se pide a la ONU el levantamiento de sanciones de cualquier clase a la RPDC.

La visita al Museo Conmemorativo de la Victoria en la Guerra de Liberación de la Patria, culminación real del Encuentro, nos convocó al entusiasmo y la confianza revolucionaria en la revolución coreana y el socialismo coreano. La perfección en cuanto a la dimensionalidad lograda en la puesta en escena de un combate que se exhibió en el museo, no solo nos demostró a todos la creatividad artística, la disposición combativa y la estética revolucionaria del pueblo coreano, sino su disposición a seguir de pié, con confianza en la victoria, hasta el fin de los siglos.

Jorge Luis Ubertalli Ombrelli (Delegado de Argentina) 21/08/2017

Pyongyang, RPDC

 

 

 

 

 

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