El discurso, la herencia y la grieta

Macri desfiló por calles vacías antes de sentarse en el Congreso a pronunciar su mensaje de apertura, esencialmente agresivo. Parece que optó por un perfil que estuviera más de acuerdo con el revanchismo radical que con los consejos de Durán Barba, así que se decidió por darle gran protagonismo a la “pesada herencia”, cada vez más liviana –en cuanto a excusa política– dado el uso excesivo que se hace de ella.

Si alguna vez, seriamente, la propuesta fue achicar la grieta, ayer en el Congreso, con la verborrea expulsora del presidente, se transformó en precipicio. Bastó ver los enfrentamientos entre los aplausos de pie a banales conceptos versus rechiflas, algún reclamo oral y exhibición de críticos cartelones, para advertir que el ¿ingenuo? tendido de manos que solicita Lombardi al invitar a “ceder la palabra” es sólo para apropiársela definitivamente. Quedó claro que el subtexto presidencial fue “ahora la manija la tenemos nosotros” con un destemplado énfasis más atribuible a una mayoría democrática abrumadora que a la exigua diferencia real de las urnas.

Dijo lo suyo, inauguró el período legislativo de cámaras con las que debe negociar porque no tiene mayoría y, sin embargo, en lugar de “construir puentes”, como anunció enfáticamente, los dinamitó. ¿Falta de muñeca, pateo de tablero porque nada va como él pensaba? El tiempo, sólo el tiempo, dará su veredicto; aunque las predicciones ven, cuando menos, nublado con chaparrones aislados. Leyó (lee tan mal como piensa), juntó sus petates y partió. Los francotiradores apostados sobre significativos carteles de Coca Cola demostraron ser sólo una fantochada para exhibir a los tíos del norte. Las calles seguían tan vacías como a su llegada. (M. B.)

Algunas opiniones que generó la alocución presidencial entre políticos, funcionarios y periodistas:

“La peor parte, de lejos, fue la referencia a la salida del cepo sin consecuencias. Las consecuencias son durísimas. Pregunten en la calle”. (Ernesto Tenembaum, analista y periodista).

“¿Vas a hablar todo el tiempo de nosotros? ¡Comprate una vida, Macri!”. (Gabriela Cerruti, referente de Nuevo Encuentro).

El diputado del Frente Renovador, Facundo Moyano quien manifestó, en general, su apoyo a lo que dijo el presidente, agregó: “las medidas que viene tomando no están en línea con eso”.

“Tomamos el desafío del presidente del impuesto a las ganancias, del 82 por ciento móvil, de las leyes contra la corrupción y el narcotráfico”. “No conocemos si hay riesgos patrimoniales o no con respecto al acuerdo con los fondos buitre”. (Sergio Massa, Frente Renovador)

“…le faltó decir que va a hacer en el plano ambiental, teniendo en cuenta los grandes problemas que hay, y le faltó explicar por qué se avanzó en el narcotráfico”. (Felipe Solá, Frente Renovador)

(Macri) “…hizo una revisión parcial y sesgada de la historia, injusta y discutible, con la que no estamos de acuerdo, y además desaprovechó en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias la oportunidad que tenía de convocar a un verdadero esfuerzo a todos los argentinos”. “El tramo del discurso que debía ser propositivo y detallar una agenda de solución de los problemas de los argentinos fue muy débil, casi vacío”.

“Si nos atenemos al discurso del presidente parece que no se comprende la importancia del acuerdo público de gobernabilidad para la Nación y las provincias que le hemos propuesto nosotros en reiteradas oportunidades y que deseamos llevar adelante para el bien de todos los argentinos”. (Miguel Pichetto, jefe del bloque de senadores nacionales del PJ-FpV).

 

“El discurso del presidente Mauricio Macri abriendo las sesiones ordinarias del Congreso duró un cachito más que una hora. Su diseño fue, por así decir, capicúa. Comenzó y cerró con ‘optimismo’ por una ‘nueva etapa’ con ‘ilusiones’ para ‘mis muy queridos argentinos’. Se autodescribió como un ‘ingeniero que tiende puentes’ (en función pública, se sobreentiende), que conforma ‘un equipo con los cuarenta millones de argentinos’. A los cinco minutos pasó a la pesada herencia, a la que no aludió así sino como diagnóstico. Deslizó que no era lo esencial, pero sí necesario y le dedicó tanto tiempo, 25 minutos, como a la agenda positiva y los anuncios de proyectos de ley”. (Mario Wainfeld, “Lo dicho, lo callado, los aleteos”, Página 12)

“Lo más importante del discurso de Mauricio Macri en la apertura del año legislativo no es lo que dijo sino lo que no dijo… (…) Da la impresión de que una vez más no habría dos sin tres: lo de Macri sería más de lo mismo que en su momento nos ofrecieron Menem/Cavallo, el Megacanje y el Plan Brady, que más tarde De la Rúa (y Cavallo de nuevo) continuaron con el deplorable resultado de la gran crisis de 2001.” (Ernesto López, “¿No hay dos sin tres?”, Página 12)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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