El aborto con amparo legal

Nadie estuvo ni estará obligado a abortar a partir de ahora. Nadie estará obligado a la clandestinidad si decide abortar. Mario Bellocchio

Ayer se produjo la culminación de una larga lucha por una anhelada conquista humanitaria que algunos sectores se encargaron de difundir como exclusivamente feminista. Desde ayer en la Argentina es legal abortar hasta las 14 semanas de embarazo y eso implica terminar con los prejuicios de creencias que a la hora de la preservación de la salud en el embarazo son de una inflexible ortodoxia –frecuentemente de origen católico– culpable de muerte por portación de pobreza.

Extensas horas de debate culminaron a eso de las cuatro de la mañana cuando el Senado aprobó la legalización del aborto, en los términos que prescribe la ley, por 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención, en una votación menos ajustada de lo previsto. Fue clave para ello el apoyo de 5 legisladores que no se habían expresado públicamente.

Los senadores sesionaron rodeados en el entorno del Congreso por una enorme cantidad de manifestantes –en su gran mayoría mujeres y adherentes a la aprobación de la ley–, “las/los verdes”, apoyando y “las/los celestes” en el rechazo de la norma legal, fueron fieles acompañantes de la histórica sesión.

En los palcos, a su vez, presenciaron la votación el presidente de la cámara de Diputados, Sergio Massa y Máximo Kirchner, entre otros funcionarios.

Entre las novedades de asistencia hubo cuatro “celestes” ausentes. Dos de ellos estaban contemplados: el tucumano José Alperovich, en licencia acusado de violación por su sobrina y asesora, y Carlos Menem, internado desde hace dos semanas.

Y en el sistema de asistencia por internet tampoco estuvieron conectados a la hora de votar el puntano Adolfo Rodríguez Saá (Frente de Todos) y María Clara Vega (Juntos por el Cambio). Mientras que el jujeño oficialista Guillermo Snopek, que en 2018 había votado en contra, esta vez se abstuvo.

El senador nacional del Partido Justicialista por la provincia de Formosa José Miguel Ángel Mayans, jefe del Frente de Todos y notorio lider de los celestes, se expidió rutundamente: “Tienen derecho a que se les respete la vida. No tienen voz y es el Estado el responsable de hacerlo. Para el niño deseado todo. Para el no deseado, ni justicia. Es la pena de muerte. El Estado no se puede desentender y decir ‘hacé lo que quieras, si querés matalo, si querés no lo mates'”.

Antes, su compañera de bancada, Anabel Fernández Sagasti, organizadora destacada del voto positivo, defendió el texto: “Lo más fácil es mirar para otro lado. Pero los abortos existen, existieron y van a seguir existiendo. Las mujeres abortamos. Y algunas tienen la dicha de poder pagar un lugar seguro y no ser penalizadas. Otras entregan su vida porque lo prefieren antes de entregar su proyecto”.

Por Juntos por el Cambio, la tucumana Silvia Elías de Pérez sostuvo –y argumentó en su rechazo– que “la ley se recurrirá ante la justicia”. Mientras que el jefe del interbloque opositor, Luis Naidenoff, defendió la aprobación. “Es tiempo de terminar con esta injusticia”, señaló.

En medio de una jornada donde nadie se atrevía a poner las manos en el fuego asegurando el resultado de la votación, el oficialismo blanqueó una posición que, al parecer, definió votos decisivos: se trata de un acuerdo para retocar el texto en la reglamentación. Esa actitud generó que las senadoras que llegaron a la sesión como indefinidas anunciaran su acompañamiento. Esta novedad determinante se concretó pasadas las 10 de la noche.

“Adelanto mi voto positivo”, señalaba la radical Stella Maris Olalla, quien se había mantenido expectante sin dar pistas de su opinión.

“No cambié mis creencias personales, cambié el enfoque en el cual entiendo que debe ser abordado”, sostenía la neuquina Lucila Crexell (MPN) –ex abstinente de 2018 y una de las que no contó su decisión ni a su sombra. Las palabras de la Crexell fueron consideradas la bisagra definitiva para torcer la voluntad “celeste”. En la calle se celebraron como tales.

Minutos más tarde, confirmando la tendencia, el salteño oficialista Sergio “Oso” Leavy –quien hace dos años había votado en contra– explicaba su cambio de postura: “Entendí que no se trata de mí. De mi formación, de mis convicciones y que esta ley no obliga a nadie a abortar. Si mi voto ayuda aunque sea a que una sola mujer en esta práctica clandestina no pierda la vida, voto a favor. Y que sean Dios y la Patria quienes me lo demanden”.

Otros cambios de postura: Silvina Larraburu, FdT de Río Negro, en 2018 apoyó la negativa pero este año se decidió a acompañar la aprobación desde el comienzo y firmó el dictamen de comisión asegurando en su discurso en el recinto: “Mi voto es un voto deconstruido, es un voto afirmativo”.

La secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, autora del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) acompañó la larga sesión desde su comienzo a las 4 de la tarde y se desempeñó como una de las negociadoras del Ejecutivo que más intensamente trabajó para garantizar el apoyo de legisladores “verdes” que planteaban reparos al texto.

El procedimiento de aprobación definitiva incluye que la Cámara no imponga enmiendas en los textos ya aprobados por el otro cuerpo legislativo para evitar que la norma vuelva a Diputados. En esa inteligencia el Poder Ejecutivo puso a disposición la negociación de la reglamentación de la ley.

De tal manera que ya en el comienzo de la sesión, la presidenta de la comisión de la Banca de la Mujer, Norma Durango, blanqueó los retoques acordados si la ley se sancionaba esta madrugada. Entre ellos, el veto de la palabra “integral” en dos artículos.

Señalaba Durango: “Dadas las inquietudes generadas hemos promovido en consulta con el Poder Ejecutivo nacional que al momento de la promulgación se observe parcialmente el proyecto a fin de dar claridad al objetivo de la propuesta: mantener las causales de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) vigentes de 1921 para que sigan como hasta hoy y para ello vetar parcialmente la palabra ‘integral’ del inciso 2 del artículo 86 y el inciso b del artículo 4. Es un compromiso que asumimos“.

Los festejos, cuando la pantalla reflejó la votación no empalidecieron ni siquiera con la pandemia. Es que el solo recuento de las largas luchas por esta incomprensible negación de derechos de salud que poco a poco van ganando estado público mundial, pueden evaluar el enorme logro legal conseguido. Nadie estuvo ni estará obligado a abortar a partir de ahora. Nadie estará obligado a la clandestinidad si tiene que abortar.
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