CUANDO UN POBRE SE DIVIERTE

A 10 AÑOS DE CROMAÑÓN
CUANDO UN POBRE SE DIVIERTE

Este 30 de diciembre se van a cumplir 10 años de la tragedia de la discoteca Cromañón. El espanto se desencadenó mientras tocaba la banda Callejeros y parte del público –que excedía enormemente la capacidad del local– arrojaba pirotecnia que incendió la techumbre inflamable de tela plástica, cegando vidas mediante el fuego o la asfixia tóxica.

¡¡194 pibes muertos y alrededor de 1500 heridos!! Un horror que compite por el record de nuestras tragedias por causas no naturales. Y las secuelas que llegaron hasta la destitución del Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, la proyección del macrismo en la Ciudad y la consecuente persecución a toda la cultura “under” en un salvaje “por las dudas” que sumergió a una enorme cantidad de centros culturales y a lo más creativo del arte popular en exigencias absurdas para ponerse a resguardo –las autoridades– de hipótesis descabelladas de probables siniestros.

Hace unos pocos días –17 de noviembre– con motivo del fallecimiento del empresario que regenteaba el lugar –Omar Chabán– la agencia Paco Urondo publicaba un artículo que reproducimos complementado por algunos comentarios –donde hasta Patricio Rey interviene–, que no necesariamente compartimos en todos sus conceptos, pero contribuyen a una visión más universal de la tragedia diez almanaques después (M. B.)

Sobre Omar Chabán y Cromañón

Por Rodrigo Lugones

“Omar Chabán fue responsable, eso es innegable, y tuvo un grado de culpa importante en todo lo que a Cromañón respecta”.

Hablar de justicia, cuando ésta implica el sufrimiento mortífero de un ser humano, cualquiera sea, no es justo. El cáncer es una enfermedad de mierda que no se la merece nadie.

Omar Chabán fue responsable, eso es innegable, y tuvo un grado de culpa importante en todo lo que a Cromañón respecta. También es cierto que fue uno más dentro de una lógica empresarial basada en la precarización de recursos, el escatimo de gastos, chanchullos varios y dádivas. No fue el único, era parte de una forma, ilegal pero estandarizada, de negociar en la noche. Sin embargo, también vale señalar que un árbol oscuro no puede taparnos el bosque: a la hora de las valoraciones no debe olvidarse que Chabán, también, fue una de las personas que más contribuyó para que la cultura rock underground saliera a la luz. Apoyó a miles de bandas, fue a pérdida incontable cantidad de veces, e hizo crecer a la bestia –que después le soltó y mordió la mano– el negocio del rock. Hoy harían falta propuestas como las de Cemento o el Bar Einstein, lugares donde la lógica del mercado no sea la que rija las relaciones culturales. Un sitio donde, por ejemplo, Los Redondos sean posibles.

Todo eso “fue” Chabán. No se pueden soslayar sus responsabilidades –y muy serias– en el caso Cromañón, como tampoco dejar de reconocer el trabajo que llevó adelante. No se puede bailar sobre la tumba de nadie, menos sobre la de alguien que murió experimentando un sufrimiento atroz. No es posible. Este sentimiento nos hace superiores, de alguna forma, a su última versión. Aún a pesar de la última y peor versión de Chabán sostenemos que una muerte no puede alegrar a nadie. De todas formas, entiendo perfectamente a quienes, atrincherados por el peor dolor, hoy despotrican contra él. Solo eso.

Luciano Antonio Eberle del Instituto de Periodismo José Hernández del Sindicato de Obreros Panaderos de San Isidro.

Siempre me resultó absurdo todo lo de Cromañón, el público que dejaba a sus chicos en el baño, los músicos que incitaban a los fuegos como un juego, las autoridades que permitían todo eso que terminó costándole a la sociedad toda más de un centenar de muertos, angustia tristeza, padres que no supieron o no pudieron hablar con sus hijos y decirles; pero la tragedia se avecinaba. Después fue Chabán, alguien tenía que pagar la locura. Pero la verdad que la sociedad toda no funcionó, lo peor de todo fue el resultado: Macri gobernando la Ciudad. Qué triste todo, la máxima autoridad del liberalismo absoluto, de los negocios sea como sea, termina como salvador de la Patria. Que Dios bendiga a los ciudadanos de la Ciudad.

Patricio Rey. Merlo

Bien redactado Chavalito. Estaría bueno que mas pibes/as de lo que llamaré “La Generación veloz”: ésa que aprendió a vivir rápido y a desentenderse rápido también, no tomen la parte por el todo. Como bien dijiste: es innegable la responsabilidad de Omar Emir en esta tragedia que nos rozó a todos y nos dividió también. Pero tampoco hay que olvidarse de que uno como parte del público propició el goce de creer que “el show que está abajo” es más importante que el que sucede sobre las tablas y eso fue un leño debajo del caldero también. En estos diez años que están por cumplirse de aquella inmanejable noche escuché casi hasta el hartazgo, que: “Se podría haber evitado…”

Yo me aferro a la mirada de “La Negra Poli” (Una experimentada organizadora de espectáculos como ya sabemos todos, y que dicho sea de paso, produjo un show en ese mismo espacio tiempito antes no más), que lo que allí pasó “era predecible e inevitable”. También creo que “La música no mata”, pero me permito dudar de la “no responsabilidad absoluta” del artista que llena un estadio y anuncia que diez días más tarde, en la misma Ciudad, habrá “Shows despedida” en un ámbito en el que entraba el 20% de la audiencia presencial (que cabía) en el estadio en donde se anunció.

No defiendo ni martirizo a Omar Emir, solo opino que no es bueno –o me parece a mí que no es bueno–, tomar la parte por el todo.

Aviva Catz, mejor comentarista, Liceo 9

Gracias por la nota, pero no justifico la alegría de muchos padres de víctimas de Cromañón. Desde el lugar de mayor respeto posible: los hijos de ellos no son héroes ni próceres. Además todos recibieron indemnizaciones y la mayoría aún quiere más plata ¡alentados por la caterva de abogados que tienen!

 

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