Testigos coraje

 A 30 años del Juicio a las Juntas

“las historias y los miedos que atravesaron a los testigos de ese juicio. Ellos declararon cuando muchos de los genocidas estaban el libertad y gozaban de poder dentro de la estructura de las Fuerzas Armadas”.

El 22 de abril de 1985 la  Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal integrada por los jueces León Carlos Arslanián, Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, Andrés D’Alessio, Jorge Valerga Aráoz y Guillermo Ledesma inició el histórico juicio a los jefes de la última dictadura militar, acusados de perpetrar violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad: Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Roberto Viola, Armando Lambruschini, Raúl Agosti, Omar Domingo Rubens Graffigna, Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo.

Tras 17 semanas de audiencias orales donde prestaron declaración testimonial acusados y testigos, Jorge Videla y Emilio Massera fueron condenados a reclusión perpetua; Roberto Viola a 17 años de prisión y Armando Lambruschini y Orlando Agosti a 8 y 4 años, respectivamente. Todos fueron destituidos de sus cargos.

El periodista y abogado Pablo Llonto cubrió hace 30 años, para el diario Clarín, el histórico proceso oral y público a los comandantes de tres juntas militares de la última dictadura, en los primeros años del gobierno de Raúl Alfonsín, y plasmó esa experiencia en el libro “El Juicio que no se vio”. Se trata de un trabajo que pone el acento en las vivencias de todas aquellas personas que con sus testimonios permitieron que cinco de los nueve militares enjuiciados recibieran condenas de parte del Tribunal especialmente constituido para ese juicio.

“Quise poner el énfasis en contar las historias y los miedos que atravesaron a los testigos de ese juicio. Ellos declararon cuando muchos de los genocidas estaban el libertad y gozaban de poder dentro de la estructura de las Fuerzas Armadas”, señaló Llonto en diálogo con Télam.

De esta forma el autor, quien como letrado patrocina a querellantes en varias causas de lesa humanidad, afirma que durante años “se ponderó el trabajo de los jueces y los fiscales en ese proceso, pero muy poco se dijo sobre todo lo que los testigos arriesgaron al formular cada declaración”. “Los declarantes eran sobrevivientes de los centros clandestinos de detención que habían padecido el horror y la tortura en primera persona. Llegaban por su cuenta y se iban muy tarde, después de jornadas extenuantes, que arrancaban a las 15 y a veces terminaban a la madrugada”, evocó.

El título del libro surge ante “la necesidad de contar todo aquello que no pudo verse”, ya que debido a las presiones de la entonces influyente corporación castrense, el debate no pudo ser televisado.

“Las presiones que recibía el gobierno eran muy fuertes y la verdad es que no se quería sumar malestar en los cuarteles al difundir los testimonios del juicio. Por eso creo que hay que contar toda esa trama que tuvo el proceso en su etapa oral y que no pudo verse”, apuntó Llonto.

El periodista, que en esos días de 1985 era un joven cronista, cuenta que su jefe en Clarín, Joaquín Morales Solá, le pidió que debía “contar el juicio sin opinar”, y que por eso la cobertura que hizo no tuvo el enfoque que él pretendía darle.

“Morales Solá (secretario de redacción de Clarín) me dijo que me tenía que limitar a contar en un estilo neutro, evitando adjetivaciones y comentarios. Se me hizo difícil, porque mi intención era tomar partido por las víctimas”, confesó.

Aunque reconoció la importancia histórica que tuvo el juicio a las Juntas, Llonto considera que “lamentablemente su desarrollo estuvo condicionado por la teoría de los dos demonios” que había instalado la administración radical. “El decreto 158 que firmó Alfonsín en el comienzo de su gobierno permitió juzgar a las juntas, pero antes emitió el 157, que ordenó acciones legales contra los integrantes de Montoneros y el PRT, y gracias a esa directiva, un gobernador de la democracia como (Ricardo) Obregón Cano resultó condenado antes que los militares”, enfatizó.

En cuanto a los hechos salientes que repasa el libro, figuran el día que el escritor Jorge Luis Borges presenció la declaración del sobreviviente de la ESMA Víctor Basterra o la actitud de los jueces de pedirles a las Madres que debían sacarse el pañuelo en la sala de audiencias.

“Hebe de Bonafini (presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) debió sacarse el pañuelo al principio y el día que el Tribunal leyó las sentencias. Ésa fue, junto con las absoluciones, una de las manchas que tuvo este juicio”, remarcó.

El libro de Llonto será presentado el viernes 8 de mayo a las 20.30, en la Sala Alfonsina Storni del Pabellón Blanco de la Feria del Libro, en un acto que contará con la asistencia de Carlos Apezteguía y Jorge Watts, quienes declararon en el juicio a las juntas en calidad de sobrevivientes de la represión ilegal.

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