Por qué los desaparecidos son 30 mil

“Es la primera vez que lo entiendo”, dijo Romina Manguel, conductora de Poné primera en Radio Nacional. Se refería a la tesis desarrollada por su invitado, el escritor Martín Kohan1, afirmando “por qué los desaparecidos son 30.000: la mejor explicación”

En medio de los vapores del averno emanados a través de “la grieta”, ya hace un tiempo que recrudeció la teoría de los dos demonios. A uno le costó el ministerio de Cultura –y poco después la dirección del Teatro Colón– darle rienda a su bífida lengua, negando pública y enfáticamente los 30 mil desaparecidos. Y “La Nación” editorializa permanentemente sobre la necesidad de dar lugar a las víctimas de la guerrilla equiparándolas con las del terrorismo de Estado.

Sobre los 24 de marzo y su conmemoración, aunque también en otras ocasiones, sectores políticos que buscan relativizar el horror de la última dictadura eligen como vía el cuestionamiento a la cifra de desaparecidos. Algunos como provocación, e incluso también ciudadanos honestos con buena intención, se preguntan: ¿si hay 8000 casos comprobados, por qué se sigue hablando de 30 mil?

Más allá del reconocimiento de la propia dictadura, que hasta 1978 ya admitía que llevaba desaparecidas 22.000 personas (ver nota al pie), hay una razón más de fondo por la cual aquella estimación inicial de 3o mil continúa siendo la correcta.

Argumentaba Martín Kohan:

“La discusión no es entre 8000 casos probados y 30.000 casos no probados. A mi criterio, lo que la cifra 30.000 expresa es que no hay pruebas porque el Estado no da la información respecto de lo que pasó. La represión fue clandestina y fue ilegal, no pasó por ningún sistema judicial, fue tan clandestina como los centros clandestinos de represión y de tortura. Y la cifra de 30.000 expresa que no sabemos exactamente cuántos fueron porque el Estado ilegal, que reprimió clandestinamente, no abre los archivos, no da la información de dónde están los desaparecidos ni la información de dónde están los nietos secuestrados.”

“Situarte en 8000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Es la lógica perversa de la dictadura: ‘¿Te enteraste de 8000?, ¿pudiste probar 8000?, entonces hay 8000′”

“Entonces la cifra total de desaparecidos hay que postularla, no probarla en términos de una prueba de comprobación empírica. No hay comprobación empírica porque la represión fue clandestina. Situarte en 8000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Como si contáramos con toda la información”.

“Se postula una cifra a partir de la estimación de los casos no denunciados, porque mucha gente no se anima a hacer la denuncia por miedo. Todavía hay razones para temer. Julio López fue desaparecido en plena democracia, con una democracia relativamente consolidada”.

“Entonces existe la necesidad histórica y política de estimar una cifra, de correrse de la lógica de la verificación, porque al que le toca hacer esa verificación es el Estado. El Estado es el que tiene que informar a cuántos asesinó y dónde están sus cuerpos, a cuántos bebés robó y dónde están ahora. El Estado tiene que informar. La dictadura nunca reveló sus archivos”.

“A esa clandestinidad de la represión, a ese cinismo macabro de no revelar dónde estaban los cuerpos de los desaparecidos y tener a los familiares buscando en muchos casos hasta hoy, al hecho macabro de que los secuestros producidos en aquel momento siguen siendo secuestros porque sigue habiendo hijos de desaparecidos que no sabemos dónde ni en manos de quién están, al hecho macabro de no dar esa información se responde con la cifra 30.000, que es justamente la denuncia expresa de que la información fehaciente no la tenemos, y no la tenemos por el carácter criminal y clandestino de la dictadura. El que ajusta de 30.000 a 8.000, o la sola apertura de esa discusión, en estos términos, incurre a mi criterio en una canallada”.

 

Ya en julio de 1978 los militares argentinos calculaban en 22.000 la cifra de desaparecidos 2

Facsímil de una de las 1500 páginas del informe de Arancibia Clavel

Los jefes de la inteligencia chilena habían pedido a Enrique Arancibia Clavel3 que recabara nombres y números de personas muertas y desaparecidas en Argentina. En varios memorandums enviados a principios de julio de 1978 el agente envía a Santiago miles de nombres y fechas de muertes y desapariciones.

El documento contiene el reporte conocido del cálculo realizado por el propio servicio de inteligencia militar de Argentina, acerca del número de las personas que efectivos militares y de fuerzas de seguridad hubieron matado o desaparecido en la represión.

El documento era enviado a la sede de la DINA4 de Chile por el funcionario de inteligencia chileno Enrique Arancibia Clavel, que usó el seudónimo “Luis Felipe Alemparte Díaz”, y se basa en informes que le fue permitido examinar en la sede de Batallón de Inteligencia de Ejército 601. Arancibia Clavel era representante de Chile en Argentina de la red de la “Operación Cóndor” creada en noviembre de 1975 por las fuerzas de seguridad de Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia y Paraguay.

El reporte proporciona evidencia importante que corrobora que el número verdadero de desaparecidos es significativamente más alto que las 9.089 personas listadas por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) creada en 1980.

Es también significativo que la cuenta del servicio de inteligencia militar empieza en 1975, los militares se hacían cargo de actividades represivas en la Nación varios meses antes del golpe militar de marzo. El total real de desaparecidos calculado por los militares superaban la cifra de 22 mil en el reporte escrito en julio de 1978, es sabido que las desapariciones continuaron varios años más.

El facsímil del documento es una de las aproximadamente 1500 páginas que se confiscaron en las oficinas y la casa de Arancibia por medio de la Corte Federal de Argentina en noviembre de 1978.

 

(1) Martín Kohan (porteño, enero de 1967) escritor argentino, Profesor de Teoría Literaria en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de la Patagonia.

Sus obras se están publicando en editoriales como Einaudi (Italia), Serpent’s Tail (Reino Unido), Seuil (Francia) y Suhrkamp (Alemania). Ciencias morales (2007) es su novela más popular y ha sido llevada al cine con el nombre “La mirada invisible”, bajo la dirección de Diego Lerman. Con esa novela ganó el Premio Herralde de Novela 2007. En 2014 recibió el Premio Konex. Trabajos publicados: La pérdida de Laura, 1993. El informe, 1997. Los cautivos, 2000. Dos veces junio, 2002. Segundos afuera, 2005. Museo de la Revolución, 2006. La citada Ciencias morales, 2007. Cuentas pendientes, 2010. Bahía Blanca, 2012 y, su más reciente, Fuera de Lugar, 2016.

(2) Marga Lacabe. Misceláneo. Permalink. 6 de Enero 2008 |

(3) Enrique Lautaro Arancibia Clavel (Punta Arenas, 13 de octubre de 1944 – Buenos Aires, 28 de abril de 2011), fue un chileno, agente de la DINA (bajo el seudónimo de Luis Felipe Alemparte Díaz), que residía en exilio no oficial en Buenos Aires, Argentina, tras el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército chileno, René Schneider, el 25 de octubre de 1970. En este caso fue acusado de ser el Coordinador del grupo de asesinos.

(4) La Dirección de Inteligencia Nacional, también conocida por su acrónimo DINA, fue la policía secreta del régimen militar de Augusto Pinochet en Chile entre 1973 y 1977.

Comments are closed.

Share via
Copy link
Powered by Social Snap