Neofeudalismo

Por José Muchnik
Crónicas poéticas del tercer milenio. Muestrario de hechos verídicos, otra mirada sobre los tiempos presentes para los habitantes del futuro. Enero 2018

Lo apodaron Chorlito por su cabeza de pájaro coronada en una pelambre hirsuta como cortaderas de humedal. Su madre lo había abandonado a pocos meses de haber nacido, entonces, a fuerza de chupar la teta ausente, el cráneo se encogió como aspirado por ese instinto primario. El padre lo protegió, le dio cariño tristeza mamaderas…, crió con devoción esa frágil criatura, con manos toscas y caricias suaves. En la escuela primaria llegaron las burlas. ¿Te abandonó tu mamá? ¿Te viste la cara Chorlito? ¡Cómo para que no te abandonen! ¿Te volás si te abren la jaula?… Frases incandescentes grabadas en su memoria, nunca sabrá quién le puso ese apodo, sufrió de niño la crueldad de sus semejantes, se fue aislando, metiendo hacia adentro, como su cráneo. Ni bien aprendió a leer comenzó a devorar lo que podía, diarios libros revistas… Un día descubrió las “Aventuras de Robin Hood”, vivió en los bosques de Sherwood la epopeya de aquellos subversivos medievales. Cuando volvió al presente concluyó, algún día seré como él, le sacaré a los ricos para darles a los pobres.

Ustedes se preguntarán, estimados habitantes del futuro, porqué no les transmito hechos más significativos que las tribulaciones de una criatura con apodo de pájaro. Retengan esto: el sufrimiento de un niño revela la humanidad desnuda. Tal vez en vuestro mundo ya habéis descubierto el código de cristal, nosotros no sabemos aún leer en una lágrima los libros sagrados, por eso les cuento esta historia.

El segundo hachazo de su vida llegó años después, había terminado la primaria, volvía contento de su último día de escuela. Su padre terminó de cocinar, estaba raro, nunca lo había visto en ese estado, no pronunciaba palabra alguna. Después de la cena se acercó, posó la mano en su cabeza y pronunció un sólo sonido, despedido. Pegó un puñetazo en la pared y agregó conteniendo el llanto, habrá que apechugarla hijo. Chorlito se encerró en su cuarto, entendía que algo malo había pasado, se acostó buscando formas en las manchas del techo, al cabo de un rato lo había decidido, ya era hora de ser Robin Hood. En vez de castillos y caballerías tienen bancos y especuladores con trajes y corbatas, los señores feudales son los mismos. ¡Se cagan en la miseria de la gente! Lo único que les importa son doncellas de lujo pilchas de marca veleros último modelo. Putas, eso quiere decir doncellas, aclaró. ¡Los siervos que coman mierda! Pueden ver todo en Instagram Facebook Wasap, así arengaba Chorlito a sus amigos. Si están de acuerdo nos pinchamos el pulgar derecho con este alfiler y lo estampamos aquí, todos al mismo tiempo, es un juramento de sangre, como los caballeros del Medioevo. No seas boludo, nada que ver con huevos Sapito, se trata de la época de los castillos, cuando peleaban con armaduras. Mostró las sanguíneas impresiones digitales y proclamó levantando la hoja, han nacido “Los Gorriones Justicieros” así nos llamaremos. Ahora vengan, sonrientes, con el acta de nacimiento en el centro, se sacaron una selfie para inmortalizar la ceremonia.

Por eso, estimados habitantes del futuro, les cuento esta historia. Chorlito tenía una buena percepción, sabía transmitirla con la fuerza de su lenguaje. Gracias a él me di cuenta de que el sistema neoliberal del que todos hablamos no tenía nada de liberal. El liberalismo, hace más tres siglos, proponía la defensa de la libertad individual frente a las intervenciones del Estado, el liberalismo defendía el libre albedrío, el liberalismo se oponía al absolutismo y a las dictaduras proclamando la igualdad de los hombres frente a la ley… ¿Dónde llegamos en los comienzos del tercer milenio? Hoy las grandes corporaciones multinacionales poseen más poder que muchos Estados nacionales, son ellas las que imponen las reglas de producción e intercambio, las que manejan bolsas de comercio y maniobras financieras, el “libre comercio” quedó reducido a una fórmula engaña pichanga, hoy las desigualdades sociales llegan a niveles record. ¿Y la libertad de los individuos? ¿Qué pasa con la libertad de los individuos en la era del Big Data, la geolocalización y la posverdad? El derecho a la desobediencia civil preconizado por los liberales en su tiempo parece muy lejos de nuestra época, la época en que el ojo del Gran Cíclope todo lo sabe, todo lo controla, nuestros lugares de vacaciones nuestra música lecturas bares preferidos…  ¿Y la igualdad de los individuos ante la ley? ¿La igualdad impositiva de los individuos? Llegamos a una situación increíble, como en la época feudal los poderosos, empresarios multimillonarios banqueros grandes monopolios…, no pagan impuestos. Abogados de renombre se especializaron en la “optimización fiscal”, tejiendo finos tramados en filigrana que permiten a los ricos escapar a las obligaciones impositivas1, sabias jurisprudencias que justifican el robo legal de recursos del Estado, recursos que deberían usarse para cuidar a sus ciudadanos, con hospitales escuelas viviendas transportes públicos humanos… Hago un paréntesis: ayer me tuve que bajar del colectivo para evitar una crisis de asma, la plebe ya está acostumbrada, todos los días los transportan amontonados como bestias para que rindan su tributo laboral al sistema… ¿Soy mal pensado si me surge la imagen de los señores feudales? Aquellos que no sólo no pagaban impuestos sino que vivían de los gravámenes pagados por siervos hambreados que en principio debían proteger. ¿Exagero si digo que se trata de neofeudalismo? Del poder de grandes señores, que se sitúan más allá de las leyes, que no poseen feudos constituidos por extensiones de tierra piedras pasto, sino feudos digitales y jurídicos cuyos códigos de entrada son mucho más difíciles de franquear que las murallas medievales.

No sólo se apropiaron de riquezas finanzas leyes…, también tratan de apropiarse del lenguaje, que es la argamasa esencial de la sociedad, la base para que los hombres se relacionen entre ellos, se comuniquen dándole un sentido común a las cosas. Por eso me resisto a regalar la palabra “liberal” a quienes vacían los ojos de la libertad, dejándola a ciegas en el camino. ¿El combate por el lenguaje perdido de antemano? Tal vez, pero estamos obligados ¿Qué nos queda a los poetas sino este combate? Esta lucha por acercar las palabras a la vida, tratar de despejar la niebla que cubre los discursos…

¿Y? ¿Y qué? Muy interesante todo, pero lo que me interesa saber es cómo terminó la historia de Chorlito. Disculpá Mario, tenés razón, la bronca o la impotencia me confunden, pierdo el hilo. La historia no terminó nada bien. No había muchas trayectorias de vuelo alternativas para los “Gorriones Justicieros” ¿Prisión para menores? ¿Soldadesca de barones de la droga? ¿El zanjón y una bala en la cabeza? Trayectorias no excluyentes, se cruzan y desgranan en arenas de injusticia.

El padre lo sigue buscando mientras empuja su carro de cartonero. De vez en cuando se da vuelta y le parece verlo, sentado ahí, sobre las bolsas de cartón, con su copete al viento.

 

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