Los contornos

Relatos cortos de humor de Alejandro Miguel

 

–De nuevo  explicame qué somos.

–Somos el contorno.

–¿Cómo se llama ésto?

–Asociación de contornos.

–¿Y por qué yo querría pertenecer a algo así?

–Es un lugar de mucho honor.

–Explicame de nuevo qué hacemos.

–Lo que no quiere hacer nadie.

–Eso no me lo explica mucho.

–Todos quieren ser el medio, todos quieren ser el centro. Y la lucha de existir, que en este lugar es pertenecer, es por ser el centro. Y como todos quieren ser el centro y estar en el centro ¿qué es lo que pasa? Como los partidos malos de fútbol, se acumulan las personas en el centro del campo, se vuelve un barullo, nadie puede desarrollar nada porque todos se bloquean y quedan muchos espacios de campo libres,  sin utilización. Así se ha vuelto la vida, algo que tiene mucho campo libre y no lo vemos, porque estamos acumulados todos en lo mismo. ¿Estamos de acuerdo con eso?

–No sé, podría ser.

–En la vida pasa lo mismo, todos quieren ser el centro, estar en el medio, nadie quiere ser alguien de los costados y mucho menos fuera de la foto. En la foto todos quieren una buena posición. Y la vida es una foto.

–¿La vida es una foto?

–Como la han vuelto sí, la han estado deteniendo… Bueno, pero ese medio, necesitan para ser medio algo por oposición, lo que se mira necesita para ser mirado, lo que no se mira. Si no cómo sabe que no es mirado. Y eso que no se ve pero lo necesita, lo que está en el centro, es muy importante, porque sostiene ese centro en el centro

–¿Y eso que sería?

–El contorno. El borde. Lo que yo te propongo es que nosotros seamos los contornos, los bordes de las vidas de las personas. El espacio no visible que delimita el espacio visible de ellos.

–¿Qué, no lo somos ya?

–Sí, pero eso te lo propongo, porque lo hemos sido siempre, lo sabemos hacer.

–¿No se le llama a eso perdedores?

–Nos han dado muchos nombres.

–Ignorados.

–Alguno de ellos.

–Inexistentes.

–Puede ser, de muchas maneras nos han llamado.

–No invitados.

–Otro de ellos ¿Y no es maravilloso?

–¿Qué? ¿Ser ignorado?

–No, ser un no invitado, es hasta poético.

–Y bueno, no es lo que somos, ya lo que me proponés.

–Te propongo que lo seamos con conciencia, que lo abracemos, que lo deseemos ser y que hagamos esa actividad con felicidad. Nosotros somos los que le damos el marco a los otros para que los otros se visualicen

Los dos amigos estaban hablando de pie, en la puerta de entrada a un lugar exclusivo, ante una fiesta. Les tocó el lugar a ellos, pasaron ante los porteros y les dijeron el nombre.

–No están invitados –les dijo el portero.

–¿Cómo?

–No están en la fiesta ¿Se pueden correr para que pasen los que sí  están invitados? –Le dijo el portero corriéndolos a un costado con el brazo.

–Este es nuestro espacio –dijo el amigo que proponía lo del contorno –estar en un costado para que estén los que sí están. Les hacemos el marco y le damos la diferenciación que les permite ser el centro. Ya sabíamos que no estábamos invitados –le dijo después al portero. –Queríamos que usted nos lo dijera.

–No los entiendo –les dijo el portero.

–¿Puede buscar de nuevo en la lista?

El portero miró.

–No están en la lista –les dijo breve y ya no les prestó más atención ni los volvió a mirar.

–Qué hermoso lo que nos dijo.

–No me gusta ser el contorno.

–Nosotros posibilitamos que los otros sean. Sin nosotros, todos ésos que entran a la fiesta, no estarían en el medio. Todo medio necesita contornos, nosotros.

–Un concepto un poco conformista ¿En qué cambia ésto lo que ya viene sucediendo?

–Que los contornos suelen querer ser el centro, pujan para ser, envidian, ignoran, luchan y descompensan las cosas hacia una acumulación tensa en el medio. Abandonan el contorno. Y nosotros deseamos, abrazamos ser el contorno, entendemos que es necesario que algunos sean contornos a veces. Y no luchamos, acompañamos, pero sin esperar el momento de ser el medio. En este espacio somos el contorno –dijo el miembro de la asociación de contorno. Y le amplió al jefe de seguridad –ya sabemos que no estamos invitados, no somos el centro acá, somos el contorno que sostiene el centro –y después les dijo a los invitados que iban entrando –Pasen, pasen, gente del centro. Nosotros somos el contorno, no somos el medio –Y después les dijo a todos –Si una casa tiene un living, una chimenea y un quincho. Un día no se le puede ocurrir a la chimenea y al quincho, ser el living, Porque son lo que son –Y acto seguido se fue.

Su amigo lo siguió cuestionándolo.

–No me gusta.

–Claro que no, te gusta ser el centro ¿Recordame lo que hacías de chiquito en los cumpleaños de tus amiguitos?

–Lo que te conté la otra…

–Sí, sí.

–Iba y les apagaba las velitas

–Claro, eras el centro, no el contorno ¿Y qué hacías con eso?

–No sé.

–Descompensabas el cumpleaños. Tenés que aprender a ser el contorno. Acá es –Se paró frente a un teatro-bar.

–¿Qué es acá? ¿Qué vamos a hacer?

–Vamos a ver un show de humor de pie.

El amigo de la asociación de contornos entró, su amigo lo siguió atrás. Las mesas estaban casi todas llenas, pero había una vacía delante de todo, una vacía al medio y una vacía atrás. El contornista se sentó atrás. Su amigo lo siguió y se sentó.

–¿Por qué no vamos al medio o adelante que vamos a ver mejor?

–¿Esto es un show de humor, no?

–Sí.

–Y la gente se va a reír.

–Espero.

–Y nosotros también.

–Espero.

–Nosotros venimos al contorno de un show de humor, el contorno de un show de humor ríe.

–Bueno ¿Entonces?

–Si estamos adelante se van a escuchar nuestras risas, vamos a estar casi en el medio, al menos en sonido.

–Bueno, sí.

–Al medio, vamos a estar bastante cerca del centro. Y acá, nuestras risas se van a escuchar lejos. Van a alargar el espacio hacia atrás y lo van a sostener, le van a dar profundidad y cierre. Un contorno. Nosotros acá somos el contorno. Y ser el contorno es un trabajo muy difícil, hay que ser muy consciente.

–Caramba.

Cuando llegó el mozo ninguno de los dos alcanzó a pedir, les dijo.

–Esa mesa está reservada, este es un show exclusivo. No hay lugar.

–Ya lo sabemos, somos el contorno, no el espacio de adentro.

–Bueno –les dijo el mozo –¿Y para que vinieron?

–Nos gusta que nos halaguen de vez en cuando y nos

recuerden que somos el fondo que sostiene la figura.

Sepa disculpar, nos vamos a sostener desde el límite este

adentro.

Y se levantó y se fue.

–Pasen una hermosa fiesta –dijo en la puerta.

Su amigo fue atrás de él y cuando lo alcanzó,  ya en la calle, llegando a la esquina, le dijo –Qué lugar maravilloso para hacer de contorno, casi que la actividad se hace sola, solo hay que saber disfrutarla.

–¿Cómo? –preguntó el amigo, que ya estaba empezando a entender.

–Entendiéndola.

El amigo del contorno se paró frente a una casa dos cuadras más adelante.

–Llegamos donde quería –Le dijo a su amigo.

–¿Dónde estamos?

Tocó timbre, salió un hombre alto, calvo, que para el segundo amigo tenía rasgos casi conocidos. El hombre de la puerta lo reconoció enseguida.

–¡Iralde! –le dijo al segundo amigo ¿Sos vos Iralde?

–Séee– ¿Vos sos Lopresti? Lopre ¿Sos vos?

–Sí, loco ¿Qué haces acá? ¿Cómo me encontraste?

El segundo amigo miró al primero. El primero le dijo

–Es tu amigo de la infancia, lo sé. Hace 40 años que no lo ves, lo sé. Lo investigué. A él fue al primero que le apagaste las velas en su cumpleaños y no lo dejaste apagar. Lo descumpleañaste diríamos –dijo el primer amigo –Disculpe, la asociación le pide disculpas de su descumpleañeación por parte de uno de nuestros miembros.

–¿Qué está diciendo?

–¿Qué se le dice al señor? –dijo el primer amigo.

El segundo amigo enseguida entró en conciencia

–Es cierto Lopresti, en todos los cumpleaños que me invitaste, yo apagué las velas cuando te tocaba a vos. Te descompensé el cumpleaños, yo era el contorno, vos eras el centro. Te descentré.

–Pero hace tanto– dijo el amigo casi incrédulo de lo que estaba viviendo.

–Venimos a pedir disculpas y a arreglar ese hecho de desorden espacial, simbólico y visual de los cumpleaños.

–No hace falta– dijo el dueño de casa algo incómodo.

–También te comí toda la torta.

–Estaba para comerse.

–A veces te robé los regalos y me los llevé.

–¿Eras vos?

–Y los cumpleaños posteriores, cuando éramos adolescentes, me acordaba la fecha pero te saludaba algunos días después.

–Bueno, caramba, qué inmaduro.

–He estado descumpleañisándote, Lopresti.

–No hay problema.

–Se que te dolió. Vos eras el centro, yo el contorno, ahora lo entiendo.

El primer amigo, sin que supieran como, tenía en la mano una torta con una vela prendida.

–Apagá, Lopresti. Éste es un resarcimiento de la asociación por los comportamientos de nuestro miembro.

–No, pero no es. Mi cumpleaños es de acá a seis meses

–Apague, se le deben 15 cumpleaños.

–No hace falta…

El amigo dos empezó a cantar.

–Que los cumplas felizzzz…

El amigo uno lo siguió.

–Que los cumplas felizzzzz…

De golpe entre los dos le estaban cantando el feliz cumpleaños a Lopresti. A Lopresti se le hizo una sonrisa.

–Buenoo, ehh, si insisten.

Y mirando de reojo mucho al amigo dos, apagó la vela, muy tenso al principio, y relajado después, casi con placer al final. Era la primera vez que en un cumpleaños suyo, estando el amigo dos, podía apagar una vela tranquilo.

–Biennnnnnnn.

Dijeron los dos amigos. Le dejaron la torta en la mano y se fueron.

–Que la disfrutes– le dijo en el camino el amigo uno.

–Qué lindo momento– le dijo el amigo dos.

–Raro, lindo, raro también –reconoció el amigo uno.

–Ahora solo nos quedan 89 personas, con 89 cumpleaños más, y eso varias veces.

Los tenemos a todos encontrados. Esto recién empieza. Contorno acuérdese, ser el contorno después de algunos años, para algunos, es un acto de conciencia y voluntad.

Caminaron unos minutos en silencio, al final el amigo dos le dijo:

–La pasamos bien en el cumpleaños de Lopresti.

–Ha visto.

 

 

 

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