Lopérfido

Por Mario Bellocchio |

A veces  los excesos se hacen tan intolerables para ser digeridos que el vómito se produce antes de la ingesta.

“En Argentina no hubo 30 mil desaparecidos”.  “Esa cifra se arregló en una mesa cerrada para conseguir subsidios” –regurgitó el sujeto desde su púlpito de gestor cultural, director artístico del Teatro Colón, Presidente de Ópera Latinoamérica y Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Y se sintió satisfecho, seguramente, en su menos evidente pero no por ello desechada función de épater les bourgeois.

De todos modos las declaraciones calzaban como una pieza de rompecabezas en la aberrante editorial del diario La Nación –22 de noviembre de 2015– sobre la “guerra sucia” y el retorno a la “teoría de los dos demonios”. “El vergonzoso padecimiento de condenados, procesados e incluso de sospechosos de la comisión de delitos cometidos durante los años de la represión subversiva y que se hallan en cárceles a pesar de su ancianidad”, decía el engendro periodístico titulado “No más venganza”.

Hace 52 años, nacía en Villa Urquiza un nuevo Lopérfido bautizado Darío.

A los 16 debió dejar sus estudios secundarios –que nunca más continuó– porque a su padre lo echaron del diario La Razón –por “disolvente”– los muchachos del Proceso. Si usted gusta imaginar cómo zafó el “disolvente” en aquella época en que te tiraban desde un avión por tener un panfleto en el bolsillo, imagínelo, no es el caso que nos ocupa. El hecho, como se comprobaría más tarde, no marcó huella en la memoria del joven Darío sobre aquellos nefastos días.

Luego dirigiría el Centro Cultural Ricardo Rojas entre 1992 y 1999. Posteriormente se haría cargo de la subsecretaría de Extensión Cultural de la Universidad de Buenos Aires y sería director del Festival Internacional de Buenos Aires (BAFICI) en sus ediciones de 1997, 1999, 2011, 2013 y 2015.

A fines de 2014, Darío encontró su joya, una esmeralda, Esmeralda Mitre, la aristocrática y acaudalada descendiente de la aristocrática y acaudalada familia Mitre, algo así como los dueños de la Nación –por el diario, creo–

Siempre hay una explicación hasta para las cosas más inexplicables. ¿O escuchar a Lopérfido hablar con irresponsabilidad e ignorancia de la barbarie procesista no convocaba al “por qué”? ¿Por qué razones dice este tipo lo que dice? ¿Por quiénes se siente amparado para desenvainar esta espada? Parece que una descendiente del respaldo del ahora ex Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires –integrante del sonado “primer semestre” del Gobierno Pro– estaba en casa, vive con él.

Con la tinta aun fresca de alrededor de 9000 firmas pidiendo su renuncia, provenientes de organismos de Derechos Humanos, dos mil de las cuales trascienden nuestras fronteras, el “ex” redobló la apuesta:

“Se hicieron un montón de telenovelas y series que no se vieron. El impacto lo calculo –expresa en un “masomenismo” notorio, carente de fuentes y pruebas–entre mil millones de pesos y 800 millones por año. Las productoras eran las de (Claudio) Villarruel y (Bernarda) Llorente. Compraron las voluntades de todos los fanáticos kirchneristas porque actuaban siempre los mismos: Rita Cortese, Luis Machín, Alejandro Awada, Juan Palomino, Gustavo Garzón, fans del kirchnerismo que, dicho sea de paso, son los que piden mi renuncia por decir éstas cosas”*. ¿Otra vez las “listas negras”, Darío? Hecho el desparramo de excremento con nombre y apellido de prestigiosas figuras del medio, partió cuidando que el ventilador quedara encendido lo suficiente. ¿Denuncia? Sí. Sólo a los medios.

Durante la inauguración de una sala itinerante del Teatro San Martín, en la nueva sede gubernamental de Uspallata, Horacio Rodríguez Larreta tomó el micrófono y preguntó a los presentes: “Bueno, vamos a terminar acá. ¿Alguno quiere hacer alguna pregunta?”. “Sí, ¿cuándo renuncia Lopérfido?” –le contestaron desde la platea.

No obstante, la respuesta desde el Gobierno de la Ciudad no demoraría mucho. Ayer, miércoles 6 de junio, el jefe del Gobierno porteño respondió a la requisitoria periodística: (Lopérfido) “Le presentó su renuncia hoy poco antes de las 14 al jefe de Gabinete, Felipe Miguel”. Y agregó: “Coincidimos con Darío en que era mejor que se concentre en la dirección artística del Teatro Colón, trabajando con la directora general, María Victoria Alcaraz”, justificó y anunció que en los próximos días se designará al nuevo ministro de Cultura de la Ciudad.

En una de sus últimas declaraciones públicas –dirigida a los artistas que execró– desde el cargo que se vio compulsado a abandonar, les recomendó: “Hablen de arte, de obras de teatro, de cine, de Cultura; dejen de hablar de política. La política es algo muy complicado”.

Si lo sabrás vos después de esta experiencia ¿No Darío?

(*) Declaraciones a radio La Red.

 

 

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