Homero Manzi y el Carnaval

Por Horacio Cafferata
Manzi, omnipresente en Boedo a partir de haber inmortalizado nuestro cruce de avenidas, partió de una breve cuarteta infantil y murguera dedicada al Carnaval. La evocación de aquella infancia feliz formaría parte, para siempre, del repertorio del inspirado poeta

Podría asegurarse que la vida poética de Manzi comenzó en su niñez donde trascendería al mero ámbito familiar con cánticos murgueros cuando ya “con fama ganada de escribir lindos versitos y con los ojos preparados para lo nuestro, componía las letras de la murga sin saber que el componer letras sería uno de los caminos para recorrer” –señala su hijo Acho. Lo cierto es que en 1917, recién cumplidos los diez años, decidió, junto a una treintena de amigos de la barra de Garay y Danel, integrar una murga llamada “Los presidiarios” donde participaban también sus hermanos Guillermo, Roberto e Hilda, y su primo Oscar Prestera. Homero siempre recordaba que tenían trompetas, tambores, peines y un serrucho, que tocaba su primo Oscar. El vestuario –a rayas, como consignaba la época– salido de las hábiles manos de sus hermanas Dora y Esther. Y los cánticos producto de la infantil imaginación de Homero que no esquivaba, a tan temprana edad, la conciencia de lo nuestro, quizá la primera marca de su irrenunciable vocación nacional. La cuarteta, entre muchas otras escritas para “Los presidiarios”, que trascendió como el hito inicial fue la recordada:

“Con el cuento de la guerra/ se nos llevan todo el grano,/ y nosotros, los criollos,/ con la paja se contentamo.”

1940, con el ominoso telón de fondo de la guerra. Manzi ya es un célebre compositor, guionista cinematográfico y activista político desde “Forja”. Sin embargo queda expuesta su melancolía por aquella murguita infantil en una composición a la que pondría música Germán R. Teisseire titulada “Se va la murga”.

Pasa la murga de los chiquillos/ sembrando el ruido de su canción./ Marca su paso con los platillos/ y la batuta del director.// Pasa la murga con sus alardes/ entre la siesta del arrabal./ Y un son de lata puebla la tarde/ y su rumor es la canción del Carnaval.// Alegre son del cornetín desafinado,/ ronco rumor en el trombón del barrigón./ Voz de cartón en el clarín desencolado/ y en los tambores, chimpón, chimpón.// Canta el tenor con agria voz desentonada/ en el zaguán de un caserón del arrabal./ Y la intención de su cantar queda borrada/ con el rumor que da el trombón del barrigón.// Se va la murga de los chiquillos/ llevando el ruido de su canción./ Marca su ausencia con los platillos/ y la batuta del director.// Se va la murga con sus alardes/ entre la siesta del arrabal./ Y un son de pena vibra en la tarde/ porque el rumor de su chimpón no volverá.//

Final (Soto voce-pianísimo, recomienda el autor)

Se fue la murga, callan los tambores./ Se fue, y el barrio quedó más triste./ Se fue llevando junto a sus rumores/ la voz de lata del Carnaval.//

1941 va a lucir un hito en la vida de Homero. Es el año en que compone su célebre “Malena”, con música de Lucio Demare, según todos los indicios inspirada en y dedicada a Nelly Omar. Sin embargo le queda espacio para producir una milonga-candombe con música de Sebastián Piana titulada “Carnavalera”. Quizá una más de la larga serie de milongas-candombe producidos con el flaco Piana, pero ésta con la particularidad de estar referida al Carnaval.

Se acerca la comparsa…/ ¡Ya vino el Carnaval…!/ Los negros van bailando…/ bailando sin cesar!/ Ioja…! Ioja…!/ Ya se presentan…/ Chiquichí,/ los congos del sur./ Ioja…! Ioja…!/ Se fue mi negra,/ Chiquichí,/ envuelta en un tul.// Al ruido de mi tambor,/ Carnaval… carnavalera… / la busca mi corazón. / Un pardo se la llevó… / Carnaval… carnavalera… / con traje de dominó. // En el corso de Barracas/ la encontré para mi mal, / ella se llamaba Juana/ y yo me llamaba Juan. / Le dije cuatro palabras/ que eran la pura verdad. / Me la llevé en la comparsa/ y allí le enseñé a cantar… Che…!// ¡Ioja…! ¡Ioja…! / vienen los congos, / Chiquichí, / brindando salud/ ¡Ioja…! ¡Ioja…! / esta es la Juana, / Chiquichí, / más linda del sur.// Al ruido del tamboril/ Carnaval… carnavalera… / me dijo que era feliz. / Por eso con su canción… / Carnaval… carnavalera… / se agranda mi corazón. // Tenía los dientes blancos/ y las motas de carbón, / eran claras las palabras/ y era negra la intención. / En un Carnaval me quiso/ y en otro me abandonó. / Pero yo no sufro tanto/ mientras canto esta canción. // Ioja…! Ioja…! / Ya se presentan… / Chiquichí, / los congos del Sur… / Ioja…! Ioja…! / se fue mi negra, / Chiquichí, / envuelta en un tul.// Al ruido de mi tambor, / Carnaval… carnavalera… / la busca mi corazón. / Un pardo se la llevó… / Carnaval… carnavalera… / con traje de dominó. // Ioja…! Ioja…! / Ioja…! Ioja…!

Para cerrar, un recuerdo de Acho, su hijo, una noche en que su padre lo llevó a participar en un evento murguero:

“Una noche de Carnaval de 1945,  fuimos con mi padre a comer un asado que se hacía en la parte trasera de ‘La Rural’ en Palermo. Luego del asado vinieron las murgas. Esa noche había un certamen entre varias de ellas. Los movimientos epilépticos de las murgas se hacen instantáneas en mi recuerdo. Estaban vestidos de blanco con adornos y brillos. Tenían altos y exagerados sombreros de copa y algunos de ellos sobresalían entre todos caminando sobre zancos disimulados bajo larguísimos pantalones. Otros hacían malabares con enormes abanicos y se aferraban a los instrumentos en sus saltos y contorneos. Luego el aplauso, luego otra murga, luego el jurado, luego los perdedores arremetieron contra los ganadores. Los de los zancos cayeron primero. Los instrumentos se abollaron. Los abanicos se cerraron y comenzaron a sonar secamente contra lomos y cabezas. Luego la policía, los bomberos, luego el asado nuevamente.”

Manzi, omnipresente en Boedo a partir de haber inmortalizado nuestro cruces de avenidas, partió de una breve cuarteta infantil y murguera dedicada al Carnaval. La evocación de aquella infancia feliz formaría parte, para siempre, del repertorio del inspirado poeta.

 

Fuente: “Sur, barrio de tango”, Homero/Acho Manzi; Bs.As., 2000.

Ilustración: Homero con 2 de sus hermanos y su madre en la casa de la calle Garay y Danel (Colección Acho Manzi)  y vista de una comparsa negra como las que cita el poeta

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