El 17 de octubre

Por Fernando Del Corro
Pasó el 17 de octubre de 1945. Ese día el entonces coronel Juan Domingo Perón se convirtió en la máxima figura de la política argentina del Siglo XX. 

Pasados 74 años desde entonces y 44 desde su fallecimiento en 1975, su liderazgo se mantiene en la mayor parte del pueblo como se ha expresado en las sucesivas victorias en las elecciones nacionales, provinciales y municipales realizadas desde el levantamiento, tras 18 años, de la proscripción del peronismo impuesta por los golpistas de 1955.

Ese 17 de octubre una cantidad de ciudadanos se hizo presente en la Plaza de Mayo para exigir la liberación de Perón, detenido en la isla Martín García y hasta hace muy poco un hombre clave del gobierno de facto del general Edelmiro Julián Farrell. Adelina Humier, una vieja vecina de Berazategui, colaboradora del Museo Histórico y Natural de esa ciudad, que participara de la movilización, a 66 años de esa enorme marcha, escribió: Yo viví las calles de Buenos Aires de ese 17 de octubre de 1945, amaneció un día de esplendoroso sol. Los que entendieron al Coronel Perón, los desheredados que abrazaron desde el principio la justicia social dejaron las fábricas, los talleres, las oficinas y salieron a reclamar por la libertad de su querido Coronel… Los Descamisados, con un sol radiante encaminándose hacia Plaza de Mayo”.

 Habían pasado 28 meses y medio desde que el 4 de junio de 1943 una sublevación encabezada por el general Arturo Franklin Rawson derribara el gobierno del presidente Ramón Antonio Castillo. Éste había sido electo vicepresidente de resultas de un fraude electoral como compañero de fórmula de Roberto Marcelino Ortiz a quién sucediera, a su muerte, en 1942. Rawson prontamente fue reemplazado por el también general Pedro Pablo Ramírez quién incorporó a su equipo, como secretario de Trabajo y Previsión a Perón quién así se hizo conocer como un defensor de los sectores más humildes de la sociedad argentina.

Perón, hijo de una aborigen, era un hombre culto y muy interesado por las cuestiones sociales para lo cual debe haber influido mucho su experiencia de cuando, siendo un joven oficial, fuera enviado a participar de la represión de los trabajadores de la fábrica de Vasena, en el barrio porteño de San Cristóbal, hoy Plaza Martín Fierro, durante los sucesos de la “Semana Trágica” ocurridos en enero de 1919 durante la presidencia de Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen.

Cuando aún se encontraba en sus primeras etapas como oficial ya había escrito algunos trabajos que luego sirvieron como materiales de estudio en las academias militares. Entre ellos pueden citarse “Higiene militar” (1924), “Moral militar” (1925), “Campaña del Alto Perú (1925) y “El frente oriental en la guerra mundial de 1914. Estudios estratégicos (1928). Ello demuestra su interés por las cuestiones propias de los militares pero insertadas en la problemática social.

Su rol en el gobierno de Ramírez y luego en el de su sucesor Farrell, fue decisivo para encarar una serie de cambios que se profundizaron en los años siguientes y muchos de los cuales persisten hasta estos tiempos a pesar de todos los avances en sentido contrario impulsados desde su derrocamiento tanto por gobiernos cívico-militares como constitucionales, incluido el actual, uno de los más interesados en la materia.

Los grandes logros laborales y sociales, como el famoso “Estatuto del Peón”, aplicados en esa época le generaron  el rechazo de otros sectores y así el 19 de septiembre de 1945 unas 200.000 personas participaron de la “Marcha de la Constitución y la Libertad” encabezada por personajes como José Pascual Tamborini y Enrique de las Mercedes Mosca, que integraron la fórmula radical a la que venciera Perón en las elecciones de 1946; el socialista Nicolás Repetto; el conservador Laureano Landaburu; el democristiano Manuel Ordóñez; el demoprogresista Juan José Díaz Arana, y el rector de la Universidad de Buenos Aires, Horacio Carlos Rivarola, entre otros.

A partir de entonces se desató el gran cuestionamiento contra Perón incluyendo la presión de los Estados Unidos de América. El 12 de octubre Farrell, presionado por el general Eduardo Avalos, hizo detener a su importante funcionario, que también estaba a cargo del Ministerio de Guerra y trasladarlo a la isla de Martín García desde donde escribió a Eva María Duarte, Evita, la siguiente carta: “Mi tesoro adorado sólo cuando nos alejamos de las personas queridas podemos medir el cariño. Desde el día que te dejé allí con el dolor más grande que puedas imaginar no he podido tranquilizar mi triste corazón. Hoy sé cuánto te quiero y que no puedo vivir sin vos. Esta inmensa soledad está llena de tu recuerdo. Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos”.

Pero tres días después la Federación Obrera de Trabajadores de la Industria Azucarera reclamó su liberación y declaró una huelga. Al día siguiente se sumaron a la protesta los obreros de los frigoríficos de Berisso y Ensenada y rápidamente sucedió otro tanto en talleres y fábricas de Avellaneda, Lanús, Valentín Alsina y Rosario mientras la Confederación General del Trabajo convocó a un paro general para el 18, pero el 17 Perón fue trasladado al Hospital Militar.

Ese mismo día comenzaron las movilizaciones impulsadas por las bases. El sindicalista de la carne Cipriano Reyes avanzó desde La Plata al frente de importantes columnas y aunque la policía levantó los puentes sobre el Riachuelo la multitud pasó nadando y en balsas. Llegado el mediodía la Plaza de Mayo estuvo colmada y la gente se refrescaba los pies en la fuente. Aunque algunos mandos quisieron reprimir Farrell se negó y envió emisarios a pactar con Perón. Éste fue liberado y a las 23 desde el balcón de la Casa Rosada llamó a una “desmovilización en paz”.

El 22 se casó con Evita y su lugar en la Secretaría de Trabajo y Previsión fue ocupado por su amigo el luego general Domingo Alfredo Mercante, uno de los coorganizadores de la marcha y gobernador de la Provincia de Buenos Aires entre 1946 y 1952. Ya estaba todo dicho.

 

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