Día del trabajador sin trabajo

Un 1º de mayo singular, caracterizado como el día del trabajador precarizado, el trabajador despedido o el que no consigue empleo, más allá de que la “privilegiada” minoría que cuenta con una ocupación estable no puede evitar el temor a la traición de Triaca.
Por Mario Bellocchio

Cuando la lucha por la subsistencia reemplaza al legítimo esfuerzo laboral, el panorama obrero se ensombrece, la pelea por la conquista avasallada protagoniza la jornada de trabajo y el pretendido crecimiento de la producción estalla, se hace añicos junto a las esperanzas de los más desposeídos.

Se necesita una mentalidad perversa y decadente para someter a los más carentes en nombre y beneficio de los que derrochan codicia.

Puede ser que las reivindicaciones no se consigan con dialéctica aunque, claramente, se abuse de la dialéctica para justificar su pérdida: “A nuestros trabajadores les digo que tenemos que alejarnos del ausentismo, la licencia y las jornadas reducidas. Cada vez que un gremio consigue reducir una jornada horaria todos los demás argentinos lo estamos asumiendo como un costo y no está bien” –decía nuestro presidente en su discurso por el Bicentenario de la Independencia [1].

Cuando la manipulación estadística se destina a distorsionar las cifras que la realidad cotidiana pulveriza: la “pobreza cero” se transforma en un lejano horizonte que cuanto más se camina, más se aleja; la tasa de desempleo se mide en base al cuentapropismo monotributista alejado de toda cobertura social; los trabajadores se transforman en cifras al servicio del balance económico expuestos a cesantías comunicadas por personal de seguridad que les impide el acceso a lo que, hasta ayer, era su puesto de trabajo, el alimento de sus hijos; y sigue, interminable, la ominosa lista de pérdidas aguardando las distractivas jornadas del Mundial para concretar la, hasta ahora, fallida legislación de flexibilidad laboral.

El “Día del trabajador” pasa de la celebración a la renovación del compromiso por la lucha, la protesta en voz alta, a los gritos de ser necesario.

Tienen que enterarse que a los “ceos” que administran tarifas y digitan números antipueblo, nadie los eligió. Que a los miembros de la Corte Suprema, nadie los eligió. Y que los funcionarios electos tienen la obligación de culminar sus mandatos sin deuda con el pueblo. El mismo presidente admitió que “Si al terminar mi gobierno no bajé la pobreza, habré fracasado, más allá de lo que hayamos obtenido” [2].

Un Día del trabajador inusual, rodeado de miseria y carencias y con negros nubarrones en un futuro que se avizora cargado de precariedades de no mediar un inusitado golpe de timón.

 

[1] Frase que Mauricio Macri emitió durante el Bicentenario de la Independencia. (Infonews 30?12?16)

[2] Declaraciones a la prensa de Mauricio Macri en su gira europea (Julio de 2016)

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