De un Boedo que no fue

CALLEJEANDO HISTORIA

Un Boedo que no fue. Un antecedente de la Plaza de Boedo en 1925. Por Diego Ruiz
“San Juan y Boedo 1937-2017”, obra de intervención digital de Mario Bellocchio donde se mezclan los elementos contemporáneos de color con el testimonio fotográfico antiguo.

De una serie de notas inéditas de Diego Ruiz rememorando el proyecto llamado de la “Comisión de Estética Edilicia Municipal” de 1923 que afectaba a toda la Ciudad –incluso Boedo–, escrita cuando comenzaba la lucha vecinal por la Plaza Mariano Boedo que luego lograría su conquista.

Plaza Mariano Boedo, 2017.

En estos días en que se van cumpliendo los pasos necesarios para satisfacer una vieja reivindicación de los vecinos de Boedo, contar con una plaza propia (N. de la R.: esta nota se escribió a comienzos de 2010), es interesante recordar un antecedente poco conocido que, para más jerarquía, era un emprendimiento oficial de la entonces Municipalidad de Buenos Aires. Se trata del Proyecto Orgánico para la Urbanización del Municipio, publicado en 1925 por la Comisión de Estética Edilicia que presidía el intendente Carlos M. Noel y que integraban los arquitectos René Karman en representación del municipio, Carlos Morra por la Sociedad Central de Arquitectos, Martín Noel por la Comisión Nacional de Bellas Artes y el ingeniero Sebastián Ghigliazza, director de Arquitectura del ministerio de Obras Públicas.

En la elevación del Proyecto al ministro del Interior, José P. Tamborini, expresaba el intendente Noel: “El programa colectivista de la era actual viene, en cierto modo, a beneficiar el programa común, y el afán de progreso individualista vése substituído por las exigencias de los más, que imponen a los gobiernos comunales una norma de acción pública que los habilite para imponer esa necesidad, esa voluntad reclamada por las urgentes exigencias de la colectividad en provecho del bienestar y mejoramiento social y, por ende, del individuo y de su vida actual, concentrada en los grandes núcleos urbanos.” ¡Y vaya si tendía al bien común el Proyecto!: replanteaba el sistema vial, reglamentaba la edificación, recuperaba la vista del río en toda la costa porteña, incluyendo la demolición de depósitos de Puerto Madero frente a la Casa de Gobierno; proyectaba grandes avenidas-parque tanto en la zona norte como en la sur, la refacción y ampliación de los hospitales existentes y la creación de sanatorios en los barrios obreros, trataba los problemas de abastecimiento tanto como los de recolección de residuos, etc.

Era tan ambiciosa la dimensión del Proyecto que sería imposible reseñarlo en estas pocas líneas, pero cabe destacar que la zona sur de la ciudad se veía ampliamente favorecida con más de 20 subproyectos de creación de espacios verdes de los cuales sólo se llegó a concretar la adquisición de la Quinta Lezica para erigir el Parque Rivadavia. No debemos olvidar que en 1925 gobernaba Marcelo T. de Alvear y era la época de las “vacas gordas” que permitía soñar y proyectar a lo grande, destinando más de 66 millones de pesos para concretar todas las expropiaciones necesarias. Pero la crisis de 1929, con toda seguridad, acabó con la factibilidad del Proyecto y el golpe de 1930 lo terminó de liquidar.

Plano contemporáneo intervenido con los proyectos fallidos y realidades de nuestros días.

Para ceñirnos entonces al actual barrio de Boedo, en esos tiempos parte de Almagro –la vieja parroquia de San Carlos Sur– hasta Garay y de Parque Patricios desde ésta hasta Caseros, consignemos que el Proyecto planteaba la apertura de una gran diagonal desde Avenida La Plata y San Juan hasta Caseros y Almafuerte, así como la prolongación de Oruro hasta Boedo e Independencia (3, 4), donde se construiría una plaza de media manzana con frentes sobre Boedo, Estados Unidos y Oruro(2). Pero la frutilla del postre era otra plaza de cuatro manzanas, ubicada en la intersección de San Juan y Loria con límites en Humberto I, Cochabamba, 24 de noviembre y Virrey Liniers (1), con una superficie de 50.900 metros cuadrados que se presupuestaron a razón de cien pesos por unidad, esto es por un total de $ 5.090.000. La importancia que se le daba a este espacio verde se evidencia en que, a diferencia de otros sub-proyectos, éste no registraba una alternativa parcial o “proyecto reducido”; tenía la misma jerarquía que la compra de la Quinta Lezica, presupuestada en $ 4.160.000 por 52.000 metros cuadrados, pero a sólo $ 80 la unidad.

Pasaron más de ochenta años y la plaza, que también hubiera beneficiado a San Cristóbal –otro barrio sin espacios verdes– no se pudo concretar. Esperemos que ahora, aunque con dimensiones más modestas, se cumpla este viejo anhelo de los vecinos.

(Y se cumplió, Diego, se cumplió…)(5)

(El señalado como (6), en la trasposición a un plano actual, es el espacio que ocupa la plaza Martín Fierro)

 

 

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