Ciclón clásico

Por Mario Bellocchio

San Lorenzo impuso su mejor presente ante Huracán que vino al Nuevo Gasómetro a tratar de controlar talentos, a no dejar jugar, y ver qué se puede lograr a partir de eso dentro del área adversaria.

Lo del árbitro –tan meneado por Caruso tratando de vender su oficio de bombero– terminó, en lo del penal –inexistente para nuestro gusto–, aportando un bajón anímico al Ciclón que, cierto es decir, le duró bastante poco. En lo de la expulsión, el que no vea que Toranzo le cae a Belluscchi con un botín asesino, estuvo viendo otro partido. La intencionalidad no tiene transparencia para que alguien la argumente a favor o en contra. Duelo de estrellas –con distinto momento de fulgor– que el quemero, al parecer, quiso saldar de mala manera.

Puesto el Globo en el control, el Ciclón enredado en la madeja y el calor haciendo lo suyo, poco pasó hasta la media hora de juego salvo una excelente combinación que Blandi tocó tarde ante el cruce de Bogado.

A los 27 Huracán ligó un tiro libre en tres cuartos que Bogado convirtió en una masita atrapada por Cauteruccio, pared con Mussis y a correr: no paró hasta el arco contrario ante la desesperación de la defensa quemera que no atinó a nada más que acompañarlo. Y en la boca del área grande sacó un disparo cruzado, fuerte y rasante que Marcos Díaz no pudo contener. Si de esta jugada tuvo alguna culpa el árbitro, avisen.

Tres minutos después, lejos, lo mejor de Huracán de todo el partido. En esos descontroles típicos después de las conquistas hubo varias distracciones y Romero Gamarra entró tirando paredes por la derecha y despachó un centro envenenado. Torrico vaciló y se aferró a la raya de cal. Pussetto, que llegaba del otro lado la empujó de aire para lo que parecía gol seguro, pero apareció San Torrico que se despegó del suelo, arqueó su cuerpo en el aire y con un guantazo asombroso evitó el empate. Herrera tampoco guió la mano del arquero.

En el segundo tiempo Caruso Lombardi intentó tirar su equipo hacia adelante, primero con el ingreso de Mendoza, un delantero centro, por Pussetto. Y después con la entrada del Pato Toranzo para instalarse detrás del doble 9 y ser el arquitecto de la remontada. Iban 11 minutos de la parte final.

3 minutos después Toranzo y Belluschi fueron a disputar una pelota en mitad del campo. El de San Lorenzo le cometió falta y el de Huracán, clavó sus tapones en el cuerpo del rival en el momento de la caída. Herrera juzgó que era intencional, seguramente vio lo que vieron las cámaras en la aceleración de la pierna en la caida, y echó al volante recién ingresado.

Otros 3 minutos más, con el Globo pinchado por la expulsión, y el Ciclón armó el ataque por la derecha, apareció Blanco por el centro, hizo un amague, dos enganches y definió de zurda para cerrar el resultado del clásico.

San Lorenzo tuvo cinco oportunidades más de aumentar no aprovechadas y en Huracán reinó la resignación y la impotencia.

“Justos ganadores”. El capitán de San Lorenzo, Néstor Ortigoza, consideró que merecieron la victoria. “Fuimos justos ganadores, le manejamos el partido. Desde el minuto cero al noventa fuimos superiores. Manejamos los tiempo y creamos la mejores situaciones”, analizó.

Por su parte, el delantero uruguayo Martín Cauteruccio, autor del primer gol, resaltó el funcionamiento del equipo. “Cada uno aporta su granito de arena y hace su parte. El equipo se brindó al máximo y me dio la posibilidad de hacer esa jugada para marcar”, dijo.

Y el excelente arquero Marcos Días cometió el error de hablar en caliente un par de minutos a cámara desparramando frustración y resentimiento indignos de semejante jugador.

 

 

 

 

 

 

 

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