C’est fini

Por Mario Bellocchio. Se acabó. El equipo argentino terminó su participación en Rusia 2018 derrotado por Francia 4 a 3. Los Galos desnudaron todas las improvisaciones del equipo de Sampaoli.

Trastabillando llegamos a octavos donde fuimos sometidos por un equipo que, cuando menos, supo neutralizar los ataques mejor que el nuestro y proyectarse al área adversaria contando con la complicidad de los desacoples albicelestes. Ellos vieron al Banega del primer tiempo contra Nigeria y decidieron controlarlo. Y rodearon a Messi para que no concretara ninguna genialidad. Lo previsible: el genio desabastecido jugando de “falso” nueve tuvo que bajar a buscarla ahí donde solemos usar la Ferrari para correr en karting. Así Pavón y Di María le tiraban centros a la nada. Y los Mirage franceses se hacían un picnic con una defensa que llevaba sus desconexiones al paroxismo. Por caso, entre el inexpugnable (en River) Armani y Fazio produjeron un blooper que casi termina en gol francés, sólo por desconocerse.

El péndex Kylian Mbappé (19 años) se hizo un pucherito con los desentendimientos defensivos del equipo argentino y produjo lo mejor del partido, ovacionado al retirarse.

De comienzo se advirtió que si no mejorábamos el armado de abastecimiento la exposición a las contras iba a ser un problema serio, el penal que abrió el marcador viene de ahí. Y como las planificaciones que no funcionan pueden ponerse en marcha con algo fuera de los planes, Di María –sí, el fideo– rompió el libreto y sacudió un sablazo al ángulo: 1 a 1. Al comienzo del segundo tiempo, de otra picardía –esta vez de Mercado en el área chica– vendría el segundo y la fallida ilusión de que así, a ramalazos de inspiración, podríamos doblegarlos. Sin embargo Pavard –golazo inatajable para el empate parcial– y Mbappé por dos nos devolverían a una realidad de fragilidad defensiva ante las contras.

Así y todo, créase o no, Argentina, que perdía 4 a 2 a los 2 minutos de descuento, pudo haber empatado y forzado el alargue. Cuando ya los de la “bleu” estaban con el mate en otro lado esperando el pitazo, el Kun metió un frentazo para el 4 a 3.

Y la última jugada del partido fue para la Argentina que desperdició un borbollón en el área francesa que pudo haberle dado el empate. Hubiera sido injusto por el desarrollo del juego pero ¿quién nos habría quitado la satisfacción de pelearla 30 minutos más? Se sabe, las ucronías son sólo fantasías de lo que “pudo haber pasado”… y no pasó. De manera que lo que mejor se puede hacer es comerse esta galletita ante un rival superior, que tampoco es extraterrestre pero al que le sobra paño para dar cuenta de esta selección abrumada por desmanejos de todo calibre.

Hay que organizarle un partido-homenaje a Mascherano que bien lo merece y, apelando al más clásico de todos los lugares comunes, barajar y dar de nuevo (cambiando el mazo, por las dudas).

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